¡Todos quedamos con la boca abierta! Qué discurso tan pendejo el que nos dio Embajada Radonski en Barquisimeto. Aquella vaina daba una pena del carajo. Atrás de Embajada estaban Pablo Medina, Julio-vendedor de sardinas- Borges, Omar Barboza, Tomas Guanipa y otra gente que no se querían ver las caras porque aquella vaina era un verdadero espectáculo de cursilería en pena mayor. Dígame esta joya que dijo Embajada: “Algunos me dicen: Capriles ¿por qué no te has casado? Y le he dicho: El pueblo me tiene tan ocupado que no tengo tiempo ni para eso”. La cara de Omar Barboza era un pozo de la muerte. Julio – vendedor de sardinas- Borges se volvió y le comentó a Pablo Medina: “Ahora sí nos jodimos”.
Y sin embargo Embajada Radonski creía que estaba inspirado. Y se lanzó con otra vaina bien rara: “Yo sé muy bien por quién van a votar las mujeres: Chocolate nuevo”. En ese momento a Margot le dio una vaina: “Agárrame que lo mato, Roberto, es que lo mato”. Yo tuve que calmarla porque quería tirarle un tomate. “Esta vaina no es posible, Roberto, que nosotros no tengamos un candidato que sepa decir una vaina buena”. Y el público se veía las caras y comenzó a pedir “música, música, música”, pero Embajada ya estaba agarrando mínimo y dijo: “Alguien me paró y me dijo: Capriles, tú eres hijo del dueño, y el dueño es Dios. Y le dije. Así es.”. Una señora que estaba a nuestro lado dijo que “este hombre no tiene nada en la bola”. Y Margot se aprovechó y le dijo: “Lo que pasa señora, es que para votar por este hombre, hay que odiar mucho al dictador que nos gobierna, porque de otra manera, ni de vaina”.
Y ya la gente no oía a Embajada Radonski. Veían para todos lados buscando un motivo para no escuchar aquella serie de frivolidades y lugares comunes. Y sin embargo, con dos micrófonos en mano, porque con uno solo no le bastaba, nuestro candidato dijo: “Hay conversaciones en la vida que a uno nunca se le olvidarán. Uno de mis compañeros, de cárcel, me dijo: “Cuando salgas de aquí serás el próximo presidente de Venezuela. Hoy le digo que no le voy a fallar.”. Y fue allí cuando la señora gritó: “En la cárcel te tenias que quedar”.
En ese acto de Barquisimeto sacamos una sola conclusión: Estamos bien jodidos. Ese hombre no canta, no recita, no baila, no cita a un poeta Barquisimetano como hace el dictador, que parece que se sabe todas las canciones llaneras. Embajada Radonski tiene que declamar aunque sea los zapaticos me aprietan, las medias me dan calor... una vaina así tiene que decir, porque coño, así no vamos a llegar ninguna parte.
- Ódiame por piedad, yo te lo pido.- Me canta Margot.