Son la medida del vigor y el temple de cualquier revolución. La mirada interior… Sin energía física y moral, sin valentía y serenidad, no hay revolución que pueda trascender en el tiempo. Nuestra joven revolución, la revolución bolivariana, está transitando su lento camino hacia el socialismo. Ese es el fin y no otro. No sólo se trata de ganar elecciones y olvidar la meta. No podemos dejar de lado el debate de ideas, ni obviar las contradicciones internas, mientras transcurren, bajo consignas y algarabía, los procesos electorales. No podemos dejar suspendidos los principios y sólo andar por los vericuetos del pragmatismo, si bien estos estrechos senderos son necesarios en política. Un equilibrio… O de lo contrario, poco a poco, se desdibuja el camino.
La crítica es el agua caudalosa que fluye sin cesar, el resto es el lecho del río que arrastra piedras y acumula sedimentos. Esto nos lleva a rechazar, de manera absoluta, afirmaciones públicas muy comunes en boca de la alta dirigencia del PSUV, a saber: “los trapos sucios se lavan en casa” o “no podemos hacerle el juego a la oposición”. La primera, por vulgar, no pasa de ser una expresión vacua; la segunda, por simplista, pone de manifiesto una falta de imaginación.
El capitalismo es la ausencia de debate y, por ende, de crítica y autocrítica. La crítica, en un sistema basado en las desigualdades sociales, se transmuta en “ideología”, o en “falsa conciencia”, siguiendo la acepción marxista del término ideología. Esa “falsa conciencia” es, a su vez, alienación del individuo y de la sociedad, o transculturización, o desinformación y descontextualización, o condicionamiento de la mente de las personas, entre diversas variantes posibles. El socialismo es su opuesto antagónico. Es expansión hacia una visión total e integral de la vida, es apertura e, incluso, debería ser así, es poesía e invención.
Dejemos al capitalismo ahogarse en sus mezquindades… ¡No rechacemos la crítica! No podemos dejar de decir que el GPP está controlado por el PSUV. Y que eso es un error político. Que la mayoría de nuestros gobernadores y alcaldes son una desgracia para la revolución. Y que eso tenemos que enfrentarlo. Que no hacemos nada para erradicar el sectarismo de nuestras filas… La UPP seguirá siendo crítica, sin prisa y sin pausa.
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