Para la derecha se trata, como efectivamente lo afirman en sus discursos y declaraciones, de rescatar para las transnacionales depredadoras todas las materias primas, y de manera especial la industria petrolera. Con un supuesto gobierno de esta gente ni remotamente pensemos en soberanía. Su agenda obedece a dictámenes provenientes de connotados asesores extranjeros, especialmente norteamericanos, quienes muy a su pesar han manifestado clara preocupación por los fallidos y desalentadores progresos del candidato.
Concretamente uno de los asesores de Capriles, el norteamericano Peter Greenberg, advierte la necesidad de reformular la campaña de su cliente. Dice que “algo está fallando” en el discurso. Que las alianzas habían fracasado porque hay factores “que se sienten discriminados”. Destaca que la ventaja en intención del voto que le dan sus encuestadoras a Chávez oscila entre 13 y 18 puntos, y el tiempo que resta para el 7 de octubre es insuficiente para cambiar esa tendencia.
Ahora, para la mayoría de los venezolanos las observaciones de este asesor solamente vienen a ratificar lo que sencillamente está a la vista. El candidato de la derecha trata de imitar el discurso de Chávez. Hace un esfuerzo sobrehumano, sin éxito, por penetrar sectores sociales donde Chávez se mueve como pez en el agua, precisamente por su acción de exitosa de gobierno. Todo lo positivo que ha intentado decir sobre las misiones choca con el muro de la credibilidad popular. No luce sincero. Es como dicen, más falso que un billete de quince.
Como la realidad es la realidad y el sol no se puede ocultar con un
dedo ni con nada. Es bueno revisar la obra social de la Revolución
Bolivariana para saber que ciertamente no vale la pena arriesgar ni un
solo voto por alguien que ni siquiera se parece a una aventura. Veamos
el alcance positivo
de las Misiones Sociales y lo que ha significado la inversión de los
recursos económicos provenientes del petróleo. Revisemos con serenidad
las cifras alentadoras de nuestra economía. Está claro, el venezolano no soporta la insinceridad, las poses ni el discurso maquillado y demagógico.