En el caso venezolano, donde el chavismo se engendró a partir de un huracán de adeptos, de la suma de todo aquel o aquella que bien por utopía, esperanza o deseo de lucha se sintió identificado u otros que vieron cumplidos sus demandas sociales; es que surgió una organización política el PSUV, en su seno coexisten infinidad de posturas sobremanera a la hora de definir el camino para la construcción del socialismo bolivariano llamado del Siglo XXI.
Ahora bien, cuando lo político es determinante exige una organización de vanguardia que adelante las posturas ideológicas a través de la concepción económica y social del socialismo que queremos, no es temerario decir que, nosotros los venezolanos somos vehementes en la lucha política más aún cuando se trata de la lucha revolucionaria y esa vehemencia la interpretamos en ocasiones, como las ganas de hacer las cosas rápido y a veces saltando la sindéresis de la lucha misma, lo que ocasiona trastornos y desviaciones innecesarias que no permiten en un momento determinado ver el horizonte, la historia es testigo de esto.
Eso es una cosa totalmente distinta a la crítica constructiva, ésta, en oportunidades es interpretada como acción anárquica cuando a quien se le dirige lo afecta utilizando dicha calificación para defenderse atacando, o dicho de otra manera descalificando a quien de buena fe la produce. No es anarquismo cuando se trata hacer ver la necesidad de adaptarse a los cambios, es decir renovarse, esto es aplicable a muchas esferas, más aún cuando el hecho es noticioso e implica la buena marcha de cualquier proyecto político o no.
En la Venezuela revolucionaria de hoy no hay espacio para el anarquismo, entendido este, como el tratar de hacer cambiar el rumbo de las cosas a troche y moche, no, cuando hay un liderazgo natural, un guía, un orientador único esto no es posible, es por ello que afirmamos que con Chávez no hay anarquismo que valga.
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