Fernando Lugo en el centro de su propia crisis

El Juicio político votado este jueves 21 contra el presidente paraguayo Fernando Lugo, es el resultado inevitable de una suma de causas, bien usadas desde 2008 por la derecha de ese país para mantener en vilo al gobierno. Entre esas causas está la extrema debilidad política del propio Presidente.

El primer pedido de juicio lo hizo el Partido Colorado a los 8 meses de iniciadas sus funciones, cuando apareció uno de sus hijos "ilegales", dando por malo uno de los pocos méritos del ex sacerdote.

A los 11 meses de estar gobernando, comenzaron los primeros aprestos golpistas de la derecha desplazada, al día siguiente del anuncio de una tímida reforma agraria que nunca comenzó, en un país de gamonales, el de mayor concentración de propiedad capitalista de la tierra en el Cono sur, después de Uruguay. Paraguay es el único país de América del sur con el oprobio de maquilas esclavizadoras en su vida económica.

Sorprende que las 2 mil hectáreas ocupadas por campesinos pobres , motivos de las muertes y del Juicio Presidencial, son públicas, o sea estatales. Más sorprende entonces, que el gobierno no haya hecho valer esa títularidad para impedir la masacre y su uso político. Hizo lo contrario, ordenó el desalojo con violencia.

La crisis de Fernando Lugo, de su gobierno y régimen político, tiene su origen es tres grandes causas. Y él está en el centro de ellas.

La primera, es la debilidad histórica de la sociedad paraguaya, una de tres más pobres del continente, a pesar del alto crecimiento del PBI de 2011, basado en la exportación primarista de la soja.

La segunda causa está en el centro de esa debilidad estructural, se llama tierra, algo que en Paraguay tiene más importancia que en la estructura económica de Venezuela o de Chile. Casi el 60% del PBI depende de ese rubro con una ocupación poblacional de más del 65%, suficiente para comprender el peso de los campesinos en esta y crisis.

La tercera es la forma contranatura que adoptó el sistema institucional y el gobierno de Fernando Lugo en 2008. Desde el comienzo es un gobierno rehén de los partidos y fuerzas económicas tradicionales, burguesas, siempre que recordemos el sentido lunpem, descompuesto, que estas dos categorías tienen en Paraguay. Era cuestión de tiempo que ocurriera lo que ocurrió.

Sin un gobierno tan débil es imposible ver lo que estamos viendo: que haya tenido un solo voto contra su enjuiciamiento. Y que el gobierno haya quedado desnudo, sin gabinete y sin base social campesina.

El cambio absoluto en la relación de fuerzas, bien aprovechado por la derecha, no es una obra unilateral de la derecha, y menos parte de una conspiración palaciega. Radica en la pasmosa fragilidad de un presidente y un gobierno que se negó a hacer en Paraguay, lo que se ha hecho, aunque sea a medias, en Bolivia, Ecuador o Venezuela. Lugo se ha negado a conformar un movimiento social propio de campesinos pobres, obreros y clase media, así como se ha negado a cualquier forma de reforma de la propiedad de la tierra.

Al contrario, prefirió la conchupancia con los Colorados y los liberales; con el Departamento de Estado y el Comando Sur, que instalaron bases de control militar y un acuerdo con la terrorífica DAS colombiana, que entrena a la policía paraguaya y cuida el palacio presidencial.

Nada en este mundo sustituye el dato clave de todo proceso: lo que no avanza, retrocede. En eso se basa la relación de fuerzas, y un sistema de poder no tendrá una relación favorable si no se apoya en poderosas fuerzas sociales progresivas. Eso en Paraguay significa reforma agraria.


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Modesto Emilio Guerrero

Periodista venezolano radicado en Argentina. Autor del libro ¿Quién inventó a Chávez?. Director de mercosuryvenezuela.com.

 guerreroemiliogutierrez@gmail.com

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