Hay experiencias de los seres humanos que marcan y que le permiten al espíritu reivindicarse con la “vida y sus circunstancias”. Una de ellas fue el denominado Encuentro de Saberes, en su VIII edición, promovido por la Universidad Simón Bolívar, desde el Decanato de Extensión Universitaria. Fue un encuentro muy gratificante, muy humano, muy enaltecedor de los valores y principios humanos en pro de la conquista de objetivos y metas para vivir mejor. El tema del evento estuvo enmarcado en la Extensión Universitaria como Acción Social; en mi caso, fui invitado como Ponente en razón de mis publicaciones sobre el tema en revistas arbitradas que, por esas cosas que pasan, son de universidades extranjeras (caso la Universidad Autónoma de México, la UNA), y no nacionales. El asunto de las universidades y los artículos arbitrados es sencillo: entre menos oscurezca tu perfil profesional a los promotores de esas publicaciones, mayor tu posibilidad de que te publiquen. Conclusión: lo subjetivo y los antivalores se imponen al trabajo lacerado de un discurso científico innovador y creativo. Pero eso es un tema de otro escrito; circunscribámonos al gran evento Encuentro de Saberes.
La postura asumida por los Ponentes y participantes de este Evento, en donde se contó con las autoridades, en el área de Extensión Universitaria, de todas las universidades del país, estuvo bajo el enfoque de la trascendencia de la innovación como elemento determinante en la gestión, desarrollo e implantación de proyectos para las comunidades, en esa búsqueda por fortalecer la relación universidad-sociedad. En este sentido, valga recordar la postura de Jean-Jacques Rousseau (Suiza, 1712 - Francia, 1778) quien en “El Emilio”, su obra cumbre sobre la Educación, argumentaba que educar era integrarse a lo social.
La universidad, en este sentido, es por excelencia el espacio real y virtual para la formar y educar; donde se crea y re–crea el conocimiento como materia prima que contribuye a consolidar la plataforma científica tecnológica, orientada a satisfacer una múltivariedad de necesidades en diferentes dimensiones sociales”. El evento Encuentro de Saberes, delineó una verdad inteligible: el desarrollo de los procesos fundamentales de la educación universitaria responden y corresponden cabal y plenamente a los Planes de Desarrollo Nacional para el fortalecimiento, consolidación y defensa de la soberanía e independencia de los pueblos.
En esta dirección, la cuatridimensionalidad de procesos fundamentales de la educación universitaria se cristalizará en diferentes ámbitos de innovación educativa: 1º. En docencia, a través de la innovación educativa al definir programas de formación integral articuladores; 2º. En investigación, en el marco de la innovación educativa al intensificar y potenciar el componente de creación intelectual (gestión del conocimiento e investigación y desarrollo); 3º. En extensión, que es la vía expedita para promover y proyectar la innovación educativa al interactuar con las comunidades (relación dialéctica); y 4º. En producción, a través de la intensificación de la producción intelectual (inventar, descubrir e innovar: prototipos)”.
En estos planteamientos, sucintos y descriptivos de un Evento que motivó un reimpulso a la figura de una red nacional de extensión, valiéndonos de la informática y la telemática, se alcanzó una clara tendencia hacia la innovación educativa en la universidad, en el contexto del fenómeno globalizador que se presenta irreversible y no es viable cerrarse al mismo; por el contrario, lo deseable es asumirlo con una actitud abierta y crítica acerca de sus bondades y desventajas. La globalización es, por tanto, un proceso dialéctico, habilitador de desarrollo, pero también disparador de efectos indeseables. El punto crucial es la capacitación de los individuos y grupos sociales para que sean no solo receptores y consumidores, sino también actores críticos y creadores conscientes dentro de este proceso.
En una palabra, tomando ideas concluyentes del Encuentro de Saberes 2012, la extensión universitaria como estrategia, producto de las preocupaciones y reflexiones en torno al futuro rol de las universidades venezolanas y a la necesidad de reformas de fondo que orienten los procesos educativos bajo una visión de integralidad, se puede resumir el aporte de estas mesas de trabajo temático, en una serie de principios y parámetros definitorios de lo que debía ser la relación de la extensión universitaria en el marco de la acción social. Estos parámetros serían: Pertinencia y compromiso social, referidos al grado de contribución de las universidades en la solución de los problemas del entorno; Integralidad: inclusión de todas las dimensiones de formación de competencias científico-tecnológicas y humanistas en el estudiante; Modernización, que implica adecuación permanente a los cambios presentes en el ámbito de la educación, ciencia, tecnología y cultura. Se consideran aspectos como la reconversión profesional, globalización, desarrollo sustentable, calidad, las Tic en educación; Comprehensibilidad, que se refiere a la necesaria reconceptualización sistémica de las funciones básicas de la universidad −docencia, investigación y extensión− para propiciar la formación de profesionales con dominio cognoscitivo e instrumental de su área de formación, pero también con una visión humanista, proclive a la búsqueda de cambios; y Principio técnico-curricular, que tiene que ver con la flexibilidad del currículo en cuanto a la oferta de diversas opciones curriculares, con posibles variantes en las formas de acreditación, densidad horaria, prelaciones.
Concluyendo, la oportunidad que me dio la Universidad Simón Bolívar, fue una oportunidad para la Academia Portugueseña; estar ante un auditórium repleto de docentes e investigadores en el área extensionista, significó confirmar que el camino emprendido desde 1993, tomando la frase de Argimiro Gabaldón, es “ancho y lejano, pero es el camino”.