La verdad es que podría considerarse a las elecciones del 7 de Octubre como un referendo en el cual la decisión de quienes en ellas participamos, está en ratificar el camino de independencia, total y definitiva, que hemos emprendido bajo el liderazgo del Comandante Presidente Hugo Chávez, o pegar el salto de retroceso al coloniaje imperial que propone la derecha venezolana siguiendo los lineamientos emanados de la Casa Blanca, en los Estados Unidos.
Votar por la independencia, teniendo como centro de combate el desarrollo de la Batalla de Carabobo y su significado hace casi 200 años, cuando se derrotó de manera definitiva el dominio y tutelaje español, significa hoy ganar, en el ámbito político, cultural y económico, esa misma batalla pero librada ahora contra el imperio estadounidense.
Votar por nuestra total y definitiva independencia es actuar cada día en función de hacer realidad la deseada liberación de todo tipo de yugo y, fundamentalmente, del yugo en el pensamiento, en las ideas, en la cultura del capital, que todavía nos doblega de egoísmo, de mezquindades y mercantiización de todas las relaciones.
Votar por nuestra total y definitiva independencia es alcanzar a reducir la pobreza a cero, tal como lo ha ratificado el camarada candidato de la Patria, Hugo Chávez, en su discurso de inicio de esta campaña, en la ciudad de Maracay.
Votar por nuestra total y definitiva independencia es votar por la cultura del corazón venezolano, que late orgulloso por lo nuestro, por lo que nos une desde las raíces y nos hace vibrar con nuestra música, con nuestros tejidos de sueños genuinos, con nuestros pueblos, diversos y multicéntricos.
Votar por nuestra total y definitiva independencia es aceptar, todos y cada uno de nosotros, cambiar radicalmente y convertirnos cada día en el soldado que necesita la Patria para hacerse socialista, potencia, referencia de paz y libertad, aportándole a la vida el sentido que le da la cultura de los nuevos tiempos, la cultura del amor y la solidaridad.
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