El discreto encanto del espectáculo

Seguramente algunas de las víctimas durante la exhibición de la película de Batman en el cine de Colorado EEUU, murieron creyendo que era el propio Guasón que había saltado de la pantalla hacia las gradas en busca del superhéroe vestido de murciélago para entrarle a tiros a los asistentes y provocar la ira del enmascarado; y si no es por la diligencia con que lo atraparon, también los heridos y los ilesos aun lo estarían creyendo. No son pocos los abogados que se pelean ahora por defender al pistolero a sabiendas de la tajada que le puede tocar al acusado por el record en taquillas que está representando el film, después de la matanza.

Yo vi un teatro cubano en el aula magna de la universidad Central, donde dos actores, después de cometer un asesinato se echaron a la carrera, y  una doñita del público, quizás demasiado metida en la trama de la obra, comenzó a dar gritos llamando a la policía. Y allá en la Tacarigua de Margarita un borrachín, cansado de esperar la quema del judas en un sábado de gloria, y creyendo que el apóstol traidor sería perdonado, se armó de un cuchillo de carnicero y se le fue encima para apuñalearlo y descuartizarlo. Lo peor de todo fue que se lo llevaron preso por intento de asesinato, según quedó asentado en el libro de sucesos de la jefatura civil de la parroquia Guevara.

Mel Gibson, un actor de origen neoyorquino pero de sangre australiana, sacó 30 millones de dólares de su bolsillo para convertirlos en 611 con el rodaje de una película donde jugó con la fe cristiana y que provocaba desmayos, sofocos y bochornos entre los asistentes de cualquier sala en cualquier país, excepto en aquellos donde fue prohibida. Yo mismo fui testigo del llanto incesante de una joven que se sentó a mi lado en el cine de El Recreo, durante las mas de dos horas que llevó látigo el pobre personaje que escenificó a Jesucristo.

Son muchos los casos de películas basadas en crímenes en serie, asesinatos en masa y muertes misteriosas pero de la misma manera, quizás en menos cuantía, la historia desde la creación del cine ha pasado por hechos similares llevados a cabo por algún  espectador que asimiló la película al pie de la cinta y consideró necesario hacerla realidad. Entre los más recordados está el caso del psicópata que intentó matar al presidente Ronald Reagan para llamar la atención de Judie Foster, la actriz de la película Taxi Driver, después de obsesionarse con ella tal como lo hizo el actor de reparto en la  popular cinta. O el chico de la matanza de la escuela de Kentucky hace poco más de diez años,  quien confesó estar inspirado en la película Natural Born Killers.

Pero no solo en tragedias son buenas las películas copiando y dejándose copiar. También el mundo está lleno de pájaros bravos quienes tuvieron sus primeras lecciones en las salas de cine y no solo adoptaron  las mañas de sus ídolos  sino que también  se adaptaron a su fisonomía. Por eso en un tiempo muchos jóvenes se peinaban como Elvis y otros, incluso no tan jóvenes se vestían como charros.

Hablando del mismo tema pero de otra manera, cada día se hace mas difícil deleitarse con paisajes naturales o escenarios reales en las películas de Hollywood, gracias a la tecnología que nos hace creer que rodajes como Quentin Tarantino fueron hechos en infinidad de espacios, cuando en realidad los actores nunca salieron de un viejo y hasta cochino almacén.

Salazarfu@pdvsa.com

Pto La Cruz



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Freddy Salazar


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