En Venezuela, el predominio de ideas y patrones de pensamiento que endurecen la posibilidad de vernos a nosotros mismos con sujetos teóricos y prácticos construidos desde nuestra venezolanidad, ha generado un constante cuestionamiento de los que somos en relación con otros, que difícilmente son un parámetro de comparación que produzca la posibilidad de superar escollos en el camino del bienestar social.
Sin embargo, en estos últimos tiempos, se ha desarrollado un proceso de reencuentro con nuestra identidad, que pasa por la reconstrucción de la misma, y que rompe con las teorías políticas tradicionales que han permeado nuestra forma de entendernos y hacernos a nosotros mismos parte del mundo.
En este marco, el surgimiento del socioconstruccionismo gira en torno a un profundo cuestionamiento al pensamiento único o paradigma neopositivista, esto quiere decir que, el socioconstruccionismo nace de la resistencia a creer que existe una sola manera de ver el mundo, por lo tanto pareciera nacer de la pluralidad, aún cuando en la práctica esta por verse si realmente es prueba fehaciente de su postura.
Siguiendo este marco, en nuestro país el replanteamiento del socialismo como vía para la superación del imperialismo, la pobreza, la exclusión y todos aquellos males generados por el pensamiento único, se expresa a través de la convocatoria ha generar un diálogo plural de quienes somos y a donde vamos, delimitado por el humanismo.
Es en este espacio, donde la coincidencia de principios del socioconstruccionismo y del nuevo socialismo parecieran retroalimentarse, para permitir que el primero sirva metodológicamente al segundo en la concreción de sus objetivos.
Las características básicas del socioconstruccionismo, según Keneth Gergen, son:
- Cuestionar lo incuestionable: Este postulado se basa en el cuestionamiento a la objetividad e imparcialidad de la realidad. Supone que quien observa parte de su subjetividad para la acción, y por ello es absurdo negar su participación en la concepción de lo observado (Monismo). Es por ello que se debe estar atento a la generación de una realidad como resultado de conocimientos ya validados socialmente. Este postulado evoca a la responsabilidad de quien investiga, y en el caso de la praxis política, de quien la ejerce.
- Tener en cuenta la especificidad histórica y cultural del conocimiento: Se refiere a que no tenemos que olvidar las condiciones políticas, económicas y culturales de la época histórica en que se produce y acepta un tipo determinado de conocimiento. Es la consideración del conocimiento como "instrumento" de su cultura concreta. Y supone la relatividad de este en comparación a otros posibles.
- El conocimiento se genera en procesos sociales: Tanto las supuestas verdades incuestionables como los artefactos culturales, se generan mediante las interacciones cotidianas, ya que se considera que son resultado de un continuo proceso de construcción y mantenimiento colectivo. Esto vendría relacionado con la concepciones de saber/poder que unifica Michel Foucault, por su mutua interrelación y con la dirección ascendente y no descendente del poder, es decir, no hay una imposición por parte de los poderosos de las estructuras y valores predominantes en una sociedad, sino que desde las interacciones cotidianas ya se ejerce poder, ya que se reproduce una serie de verdades o se generan nuevas concepciones que pueden entrar en conflicto con otros conocimientos (realidad difusa). Este hecho se puede ver reflejado en la praxis política de Simón Bolívar en la evocación a la búsqueda colectiva de la conciencia latinoamericana para el logra de una identidad propia y liberadora, con el objetivo de establecer una soberanía cultural ante cualquier pretensión colonial posterior a la independencia.
Esto implica que una determinada o única manera de ver el mundo, se relaciona con una visión restringida de acciones posibles a partir de la combinación de elementos que supone esta visión y no permite que se puedan dar actuaciones distintas o incoherentes con esta. Por otra parte, el cuestionamiento al concepto de causalidad, es importante, ya que se ve a los fenómenos como prácticas sociales vinculadas, sin linealidad, o sea, no ve una concatenación de efectos, sino, una variedad de cosas que coinciden, se encuentra o desencuentran a partir de elementos contextuales.
- La dimensión simbólica del conocimiento: Si cuestionamos una verdad incuestionable, estaremos contrastando esta con las referencias históricas y culturales pertinentes, que han generado metáforas o formas de expresión que aproximan a la verdad, ya que pareciera imposible contrastar con la realidad misma. Esto implica que de manera constante confrontamos nuestras ideas significados y símbolos generados socialmente (representaciones sociales).
No cabe duda que el socioconstruccionismo es una crítica sobre el conocimiento científico, que impacta lo social, pero a diferencia de otros movimientos, no presenta, al menos en apariencia, una alternativa que sustituya dicho conocimiento.
Si partimos del principio, según el cual el conocimiento científico es una representación que no proviene directamente de la realidad, ni es un reflejo literal de ésta, por lo que no puede esperarse una interpretación idéntica de los mismos fragmentos de evidencia, pues la experiencia no es neutral, sino dependiente, y varía según el contexto social, los aprendizajes, la cultura, etc., podríamos decir que el conocimiento y en buena medida la realidad son socialmente construidas.
Lo anterior podemos observarlo claramente al estudiar como un mismo evento se analiza de manera tan radicalmente distinta en nuestro país, en el caso de las dos visiones antagónicas en cuanto a la perspectiva que de nación se tiene. Es así que, la perspectiva del sector oficialista y del sector de oposición se confronta claramente en el momento de analizar el caso 11 de abril del 2002 donde se suscitó un hecho de desestabilización política, generando dos grandes matrices de opinión pública en cuanto a la legitimidad y legalidad del hecho, y si este fue o no un golpe de Estado.
Aunque existen diferentes posturas sobre lo real de alguna manera todas parecen sugerir, que “la realidad” no puede ser independiente de los grupos, intereses y las operaciones de construcción que la constituyen, si se acepta esto, se puede concluir lógicamente que cualquier realidad es relativa en cierta medida, más no descontextualizada. De esta forma, la realidad es una producción intrínsicamente histórica que responde a los intereses de los grupos dominantes de cada época, los cuales son susceptibles a modificaciones como resultado de la dialéctica relaciones de poder – prácticas de libertad, produciendo nuevos discursos, tecnologías y formas de subjetividades o reforzando las antiguas.
En este sentido es evidente la pertinencia del caso internacionalmente famoso, transmitido a través de unas imágenes actualmente cuestionadas por en su imparcialidad en el caso “Puente Llaguno”, donde se genera un enfrentamiento armado que origina una importante cantidad de heridos y muertos, en pleno desarrollo de las acciones que concretaron el derrocamiento transitorio del presidente Hugo Chávez en el 2002, donde la pugnacidad por el poder político, y la medición de fuerzas pareció generar una matriz de opinión pública posteriormente cuestionada, quedando en evidencia dos posturas aparentemente fundamentadas y documentadas sobre un mismo hecho.
Si la realidad es una construcción social (tal como argumentan autores como Stainton Rogers y Potter, en distintos escritos) lo real está constituido en las prácticas discursivas, lo que no implica que la realidad sea exclusivamente una construcción social. Como señala Tomás Ibáñez (1996): “Decir que un objeto se produce mediante determinadas operaciones, lingüístico – conceptuales, no significa que ese objeto sea de la misma naturaleza que las operaciones que lo han constituido”. El construccionismo social trata de establecer que el conocimiento es construido desde las prácticas socio- culturales a diferencia del conocimiento construido desde el individuo, visión que estaría actualmente en crisis.
Este último elemento crítico es relevante en la discusión del nuevo socialismo, ya que a diferencia del socialismo tradicional, nuestro socialismo debe pasar por un proceso colectivo de diálogo y validación de sus postulados.
En nuestro país, un interesante ejercicio de construcción social del conocimiento (podríamos decir preneosocialista) se deriva del proceso constituyente de 1998-99. Este ejercicio consistió en la convocatoria a todos los sectores nacionales a, con base en sus experiencias, perspectivas, aportes, etc., elaborar un proyecto de país que represente lo que significa la venezolanidad para el venezolano.
En este sentido podemos rescatar la valoración que la CRBV hace de la construcción social de la nación venezolana. Esto se evidencia en el Capítulo VI “De los derechos culturales y educativos”, de la “Exposición de motivos de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”, cuando afirma:
…“Adicionalmente se enfatiza el principio de igualdad de las culturas y el de la interculturalidad, y se destaca la promoción de las expresiones populares que conforman y modelan cada naturaleza autóctona regional, para luego constituir una entrecruzada sumatoria de creaciones que configuren el conjunto definitorio de la Nación.”
Parafraseando a Keneth Gergen, este plantea que todo el conocimiento se ha erigido desde las ideas de un individuo libre, basado en las determinaciones de su razón y la confianza en las instituciones de educación, de religiosidad, del derecho, de la economía y de la familia, y se podría agregar que el conocimiento ha respondido fundamentalmente a razones políticas que han influido en la cotidianidad y en la naturalización de fenómenos no tan naturales, tales como la explotación o la valoración mercantil de los sentimiento y los saberes. Ya esta tradición hegemónica occidental ha sido cuestionada a la luz de las transformaciones socioculturales. Si el conocimiento es individual, entonces se tendría que desconfiar de las decisiones del individuo respecto a la moral, a la política, a la economía, etc. ya que estos son conocimientos culturalmente determinados.
El nuevo socialismo en nuestro país, esta pasando, para su construcción, por un cuestionamiento al conocimiento individual, y el establecimiento de una moral o ética individual e individualizante, impulsando un reconocimiento del saber colectivo, y un reforzamiento de la ética colectiva.
En el caso específico de nuestro país, la competencia como esquema fundamental para la adquisición del conocimiento y para el ejercicio del poder ha generado desvirtuación del sentido fundamental de los valores republicanos, que se pretendían prevalecieran en la constitución de nuestra ciudadanía, este era el caso del pensamiento de Simón Rodríguez y que secunda e intenta hacer realidad Simón Bolívar.
Es a través de estos elementos, léase, “cuestionar lo incuestionable”, “tener en cuenta la especificidad histórica y cultural del conocimiento”, “el conocimiento se genera en procesos sociales”, y por último pero no menos importante “la dimensión simbólica del conocimiento”, sobre los cuales se puede fundamentar la construcción de un “Nuevo Socialismo”, que pasa por afectar las bases actuales sobre las que se cimienta nuestra sociedad, contextualizando nuestra realidad a partir de referentes históricos claros, reconociendo la participación social en la construcción de una forma política con orientación humanista, sin ataduras a las cargas históricas del concepto “socialismo”, y en reconocimiento de sus principios fundamentales.
Lo que podríamos agregar, para formular un sólido piso en la apertura al diálogo, es no perder el horizonte trascendente que guía la acción de reconstrucción del socialismo, y que obvia el socioconstruccionismo (paradigma que debe estar en constantes revisión), la necesidad de generar la praxis política para la transformación social, económica y cultural de nuestro pueblo.
Nicmer N. Evans
Politólogo/Profesor UBV
nicmerevans@yahoo.es