Con el permiso del abuelo Maestre, posiblemente vecino del Manzanares, desde la Casa del Abuelo de Barcelona y vecinos del Neverí, te auguramos muchacho, un futuro medallero para adornar todo el lar de La Aduana deportiva, especialmente el sector donde los jovencitos se divertían y alegraban los domingos de “carreras” en saco, que aún perduran como deporte colegial.
Ahora que, ¡por fin! al deporte, en nuestra Patria querida, se le esta dando importancia prioritaria compartida con la educación, los jóvenes como tú Gabriel, no deben perder el tiempo mirando el pasado que se asomó entre tinieblas, como el de este viejo escribidor que solo intentó tocar el cielo vía palo ensebao. Para atrás ni a coger impulso valeroso nieto que, como todos los jóvenes del mundo con tu valía, son nietos de los hombres y mujeres de la altivejez, hoy en reposo en el alero de la Casa Bolivariana del Abuelo de Barcelona, la mismísima Barcelona del poeta Miguel Otero Silva quien tanto escribió por la dignificación del deporte en Venezuela.
La riqueza no solo se nutre del dinero. Además el cumulo del vil metal siempre esta en la solapa de la ignominia al esconder su origen. La acumulada por ti que no es metálica, si a fuerza de inteligencia y valentía, no debe caer en las manos botaratas de la decepción por un ligero revés. Debes tomar en cuenta lo que tus paisanos valoramos en ti, cual es parte de tus riquezas casi todo lo dicho en los párrafos del abreboca. Además tú eres un recio estilista y te topaste con un campeón mundial del zigzagueo. Eres un joven no atrapado por la generación boba de la cuarta república y de cuando engañaban a los buenos prospectos, así llamados por los “empresarios” tipo Rafael Cedeño, alias Rafito, hasta que los desechaban cual bagazo, a comer basura podrida como vimos a Sony León, otro bagazo de Rafito. Y sin ir muy lejos la coba a Morochito Rodríguez, cuando los innombrables de las triquiñuelas le ofrecieron una casita para la madre enferma y no le dieron nada. ¿Quienes? Por ahí desandan sus pasos aupando a un candidato que, en sus ofertas engañosas, promete aumentar la edad a los viejitos (así nos llaman) para que puedan optar por una pensión. Mas claro no canta un pataruco. Los padres de nuestros nietos, que son los de tu generación Gabriel, sobrevivirían hasta cobrar tres mensualidades, o peor, morirían en la espera.
Así que, nieto querido, el futuro con sus riquezas de satisfacción familiar y nacional, rebosante de Patria, está en la perseverancia. El conglomerado de La Aduana, en primer lugar, Palotal y Los Portugales con su umbilical de la calle Progreso, su vieja estación ferrocarrilera que, después de 66 años cerrada, sin el ferrocarril que fue carcomido por la avaricia del norte y sus entreguistas de acá, proclive a su reapertura para una escuela del deporte, esperamos de ti que el circunstancial revés londinense no te amilane. El futuro es tuyo. No el que señalan los agoreros del desastre. ¡Que viva Gabriel Maestre, caracha!
Patria, Socialismo o barbarie. Venceremos!
*pedromendez_bna@yahoo.es