De una mala lectura, interesada, de J.J. Rousseau se postula que los legisladores y magistrados deben ser como los dioses o los extranjeros, una suerte de aliens ilustrados “que prefiguren la bondad de Dios”, representada en un contrato social.
Así, aparece la doctrina del poder del Estado separado de la fuente de toda soberanía: el pueblo. Claro, para su momento fue un avance en comparación con la monarquía. Como es costumbre, dichas ideas fueron sometidas al rigor de la lucha hegemónica, y se impuso una versión inclinada a la derecha. El modo de derecha se secularizó en el discurso cívico republicano, y es hoy tradición en la cultura política de Occidente.
Opción que se pretende universal y totalitaria. Sustrayendo y eliminando todos los ricos aportes sobre la soberanía constituyente permanente, del poder local y la necesidad de un Estado comunal. Ideas que son origen del pensamiento político socialista. Veamos:
“Evitemos el poder de un Estado que se aleja de los ciudadanos; que sólo convoca para legitimar a los jerarcas, sin crear instituciones comunes que vayan haciendo a éstos obsoletos por innecesarios; un Estado sin comuna termina en manos de unos pocos, que aplicarán nuevas ataduras al pobre para dar más y nuevos poderes a los ricos, destruyendo irrecuperablemente la libertad individual y colectiva, ahora sujeta al interés del poderoso. El colapso de la libertad natural queda fijado en la consagración de la propiedad como ley natural; y en la desigualdad como mal necesario. Convierte la usura y la astuta usurpación en derecho inalienable, y, para ventaja de unos cuantos individuos egoístas y ambiciosos, sometió a la humanidad entera, a la esclavitud del trabajo y la miseria a perpetuidad. Al desaparecer la igualdad desaparece el principio de representación, pues sólo quedará representado el que tiene cómo hacerlo y los intereses del representante ya no serán universales”.
Esta página de El Contrato Social, de Rousseau, se le perdió al libro que lee la derecha y por eso cree que la representatividad es la única forma de democracia.
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