1. Las declaraciones del IFE, TRIFE y demás basura, son clarísimas: Enrique Peña Nieto ganó con la diferencia de tres millones de votos y todo lo de la compra de votos, los vales de Soriana, las tarjetas de Monex y el claro dinero lavado del narcotráfico, son puros “inventos naturales de los derrotados”. ¿Algún iluso va a esperar el seis de septiembre con la esperanza que los resultados sean diferentes a pesar de lo que en todo México ha sido una práctica que “el golpe dado ni dios lo quita”? A Cuauhtémoc Cárdenas le dieron un golpe en 1988 y a López Obrador dos, 2006 y 2012. ¿Fueron los electores los culpables? Nada de eso: es la clase política y económica dominante (la burguesía) la que en toda la historia del último siglo ha demostrado una vez más que posee una enorme capacidad para dominar todo.
2. Solamente los tontos, los muy ilusos, creen en el voto libre o creen en eso que llaman democracia electoral. El pobre elector –que puede valer 100 o 1000 pesos, según su habilidad- acude a las urnas a depositar su voto comprometido después vender su voluntad y de escuchar mil un veces por quien debe votar. Quien reparte más dinero en los medios de información, así como regalos entre el electorado, gana la elección. Por ello contar y recontar los votos de las urnas son otra tontería porque desde que existe el partido oficial o de gobierno los electores votan efectivamente por quien le soluciona por uno o dos días el hambre. Incluso los electores más hábiles suelen recibir regalos de todos los partidos y luego votar por quien le entrega más. El PRD ofreció pagar 100 pesos para cuidar sus casillas; el PRI se los ganó por mil pesos.
3. A pesar de mil críticas que he recibido debo confesar que nunca aprendí a pensar o a analizar los problemas sociales a partir de los movimientos de masas. Los he conocido y vivido de manera permanente, por más de 50 años, pero he seguido pensando que desgraciadamente las clases poderosas, las clases ricas o dominantes nunca han dejado de imponerse y –aunque se hayan registrado cambios sociopolíticos por el movimiento ferrocarrilero de 1958-59, el movimiento de 1968, las guerrillas de los setenta, las elecciones de 1988, el levantamiento zapatista de 1994, las elecciones de 2006 y 2012- es la misma clase dominante la que regula esos cambios y los pone a tiempo. ¿Quién adaptó toda la política, la educación, la economía, sino fue la clase dominante? Me disgusta que así sea, pero debo reconocerlo.
4. Se asesinaron a ferrocarrileros, se encarcelaron a más de mil, sus líderes Vallejo, Campa y otros estuvieron en la cárcel más de once años; los estudiantes asesinados en 1968 fueron más de un centenar, así como los encarcelados; la llamada guerra sucia de los setenta fue criminal y brutal; el levantamiento del EZLN y los procesos electorales –todos ellos parte de los movimientos de masas- lograron avances sociales importantes, pero la burguesía gobernante (la misma y sus hijos) sigue vivita y coleando, gozando de las enormes riquezas que en esos mismos años ha arrancado a la población. Se refleja sin duda en mí cierto pesimismo, pero es un llamado para dejar de ser iluso pensando en que es fácil derrotar a la clase dominante “porque ella misma está derrumbándose”, cuando es lo contrario.
5. Desde 1976, cuando comenzamos en un grupo a publicar la revista “Autogestión”, nos reíamos (y argumentábamos en contra) de la socialdemocracia o la izquierda oficial mexicana que en todas las asambleas, debates y marchas insistía agitando la idea de que la burguesía mexicana vivía sus últimos días, que el PRI estaba desplomándose del poder, que Fidel Velázquez –el líder que había dominado 50 años la CTM- sería desconocido y expulsado por los obreros, que los países socialistas eran muy fuertes y que el imperialismo yanqui (hace 50 años) estaba en su última fase. Nada de las ilusiones de nuestros amigos ilusos se cumplió: la burguesía ha renovado sus formas de explotación, el PRI sigue igual de corrupto y poderoso, Velázquez falleció siendo máximo dirigente de la CTM, los llamados “socialismos” de desplomaron y el imperialismo sigue firme frente a China.
6. Si analizo los acontecimientos a partir del movimiento de masas podría hacer una buena novela o historia, contar anécdotas interesantes y gozar los actos de heroísmo y sacrificio de obreros, campesinos, estudiantes; incluso explicar cómo hace 50 años las relaciones entre padres e hijos, estudiantes y profesores, hombres y mujeres, patrones y obreros, eran autoritarias y despóticas; pero nada más. A no ser que me digan que los cambios de sistema no son de años o décadas sino de siglos y que el capitalismo apenas tiene 700 años y debemos esperar dos o tres siglo más para alcanzar (luchando) una sociedad un poco igualitaria. Pero si así fuera entonces yo tendría la razón y debería seguir riéndome de aquellos emotivos optimistas que piensan y repiten que en 10 a 20 años estaremos liberados.
7. La realidad es que es una bobería estar buscando pequeñas causas o pretexto por estos golpes de Estado o usurpaciones electorales. El probable triunfo de Cárdenas en 1988 fue realmente sorpresivo para el PRI-gobierno que después de sesenta años nunca había perdido una elección importante; pero después pareciera que todas las elecciones obedecieron a un Plan elaborado en los EEUU, sobre todo después de firmar la Carta de Intención en 1982 entre el FMI y el gobierno de De la Madrid. Por la forma en que los gobiernos mexicanos se han entregado totalmente a los EEUU se puede explicar el exagerado crecimiento de nuestra dependencia; pero también por la competencia imperialista mundial se puede explicar la causa por la que México es cada día más un país lacayo del gigante del Norte. (25/VIII/12)