Con esta manida frase despide Jesús Torrealba el segmento cargado de odio que le asignaron en Globovisión, para que cada madrugada al leer los titulares de las empresas comerciales de comunicación, despotrique de la revolución bolivariana y descalifique la acción gubernamental e incite a la cautiva audiencia con manipulaciones y mentiras, a odiar todo lo que huela a chavismo.
Este personaje de poca monta, que siempre ha estado a la sombra de Leonardo Carvajal, y su Asamblea de Educación, presume de una falsa condición de luchador social para colarse en las zonas populares en busca de testimonios de la gente con tal que exprese malestar contra Chávez.
En más de una ocasión ha tenido que huir al ser descubierto en estos menesteres, como en la oportunidad que entrevistaba a una señora que se quejaba de la falta de agua en un sector de Valencia y apareció otra dama quien le espetó en su cara el hecho de haber cortado el suministro del líquido para dramatizar la situación. Fascismo puro.
Por eso no debe extrañar que la agresión contra Rafael Cañizales, trabajador de la Unidad de Producción Socialista Paula Correa, herido en el cuello por arma de fuego que accionó un camarógrafo de Globovisión, según confesaron de sus propios compañeros, sea parte de la puesta en escena que Jesús Torrealba acostumbra para su programa “El radar de los barrios”, otro bodrio fascista con que la ultraderecha intenta desconocer el trabajo que junto al gobierno desarrollan las comunidades organizadas en procura de mejores condiciones de vida.
Torrealba suele atribuir la violencia en el país al supuesto discurso de terror que se hace desde el gobierno, pero silencia las acciones de intimidación que desde la oposición se hace a diario contra los habitantes de las zonas populares, o en cada recorrido de Capriles Radonski, las acusaciones sin pruebas contra altos funcionarios del gobierno. Eso es pura violencia fascista, como es la impunidad que los sectores de la oposición estimulan al presentar como perseguidos políticos a los asesinos, terroristas, delincuentes, banqueros estafadores y militares corruptos que financian la campaña electoral de Capriles.
Tampoco me extrañaría que Torrealba, quien seguramente tiene responsabilidad en el asalto por parte de su equipo de grabación a la UPS Paula Correa, salga bien librado de este trance. Que el camarógrafo escape a Panamá o Colombia y recale ante la Comisión Interamericana de Derecho Humanos denunciado ser víctima de persecución por parte de un régimen que atenta contra la libertad de expresión. Cabe preguntar donde están la Fiscalía General de la República y Conatel? Seguirá el pueblo soportando estas agresiones de los fascistas? Tanto va el agua hasta el cántaro hasta que rompe!
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