Una nueva estirpe de clase política está surgiendo en Venezuela: las y los políticos de probetas, que son quienes se sienten ungido como “el destino manifiesto” para dirigir gubernamentalmente a Venezuela.
Esta denuncia la ha hecho con preocupación el Comandante Chávez, cuando sectores “chic” e hijitos de papá y mamá incursionan a la política con una faz y planteamientos fascistas. La política es un juguete para ellos con el cual se entretienen y juegan a mandar y con sus acciones demuestran sus meritócratas concepción de clase social burguesa: El poder es para los ricos.
Pero tengamos un acercamiento a esta nueva élite política.
Se deduce que ser político de probeta, es asistir a la política con todas las comodidades y sin trayectoria conocida. No haber estado nunca preso por protestar, ni provienen de las luchas estudiantiles, ni laborales o comunales, ni siquiera se les conoce por haber participado en el conjunto de gaita del liceo y menos ser integrante del equipo de futbolito o de organizar caimanera para jugar chapitas en el barrio donde viven.
Ser político de probeta, es no saber del hilo histórico de donde venimos como pueblo, como sociedad, es ser perezoso para estudiar, es no sentir motivación e inquietudes para prepararse a ser radical, para llegar a la raíz de los hechos históricos de los hombres y mujeres, así como sus circunstancias.
Ser político de probeta es desconocer lo que la política es, ya sea en sus concepciones filosóficas, politológicas; es desconocer qué es lo político, ignorar la importancia de la correlación de fuerzas así como desestimar el juego democrático de las ideas; es desconocer lo que es el Estado y el Gobierno y sus ejecutorias en políticas públicas y mucho menos admiten que el gobierno y el Estado están en función y al servicio de las inmensas mayorías
Ser político de probeta, es no haberse parado nunca en un banco de una universidad o de un tecnológico y liceo o de alguna plaza pública o calle, así como de una fábrica a repudiar las injusticias del sistema capitalista en el mundo. Y menos escribe un proyecto ya que eso lo hacen los y las técnicas tarifadas, es tener la suerte inusitada de hablar por televisión, por la radio, aparecer en los periódicos pero sin fundamento político – filosófico alguno.
Ser político de probeta lo entendemos, como no ser humilde para reconocer aportes de las generaciones que los y las antecedieron. Solo el “YO” existe. No hay gratitud, sino el quítate tu para ponerme yo, hay que apartar todo lo que me impida concretar mi proyecto exclusivamente personal y de clase social.
Confiesa un político de probeta sobre la profundización del término: -Es tener la dicha de contar con papi y mami que tienen mucho dinero, que me consintieron “demasiado” durante mi infancia y adolescencia con muchos viajes a Disney World; desde pequeño me estimularon “demasiado” a ser alguien, a ser líder, a dirigir el país, a no ser uno más del montón, que debo empezar por incursionar en la política y que allí puedo descollar hasta arañando, con golpes bajos; contar con relaciones, congraciarme con todos los que están en la parte superior de la pirámide de clase de los ricos para conseguir un trampolín o un padrino con quien engancharme para formar nuestra propia tribu; primero, debo de ser muy avaricioso, debo pagar el noviciado llevando el maletín de quien a la postre voy a desplazar, aspirar a la butaca de su oficina, luego a su curul, después aspirar para alguna que otra alcaldía, luego, ascender a cualquier gobernación, después ser presidente.
En cuanto al pueblo, hay que darle lo que se merece –destaca- el político de probeta: Cada quien que ocupe su papel, para el pueblo le tenemos, un autobús y el programa de gobierno que se merecen.
Facebook / Gaspar Velásquez Morillo
