Tengo familiares, amigos y conocidos quienes a estas alturas aún tienen dudas sobre por quién votarán. Uno de ellos, otrora chavista declarado y confeso, me dijo que posiblemente votará por el candidato opositor… pero que sigue siendo chavista. Otro más, quien trabaja en una emblemática empresa del Estado y debe “analizar” la entrada de nuevo empleados, se mantiene en silencio y su mirada, cada vez que nos encontramos, es de sentido de culpa por lo que hace. Otros más, siguen siendo chavistas por no “dar el brazo a torcer” y aceptar que fueron estafados.
Pero hay otros, que en sus reflexiones dejan entrever un cierto resentimiento a los anteriores gobiernos. Resentimiento social, político, familiar y hasta académico. Es que fueron golpeados, tanto física como moralmente por los llamados partidos del Status y no quieren saber absolutamente nada de ellos.
Creo que en principio todos ellos, en sus particularidades, tienen razón. En lo personal fui testigo, siendo un niño de apenas 8-10 años, de las madrugadas cuando la policía política (Digepol) sin orden de allanamiento, llegaba a la casa y sometía a mi madre, mis hermanas y mi padre, a vejaciones, empujones y golpes, además de destrozar absolutamente todo lo que a su paso encontraban. Los únicos que se salvaban eran nuestros libros, que envolvíamos en bolsas plásticas y enterrábamos en el patio.
Pero no puedo seguir con ese peso moral pues entonces seguiría también odiando a los españoles por haber descubierto, conquistado y colonizado esta Tierra de Gracia donde habito. Es una operación mental, psicológica y espiritual que se necesita para salir de esta ratonera, este círculo vicioso que parece no tener fin. Culpando a otros, con o sin razón, no solucionaremos jamás el terrible drama social, y sobremanera, moral y ético que vive la sociedad venezolana en la actualidad.
Estas líneas también van dirigidas a esas personas a quienes despectivamente han estado llamando NINIs (sugiero la lectura de mi artículo, Entre NINIs te veas http://www.papelesagua.blogspot.com/2010/08/entre-ni-nis-te-veas.html ) En ese escrito manifiesto la necesidad de respetar las ideas del Otro-diferente. Quizá ese venezolano que transita las calles, avenidas y esquinas de nuestro país, tiene mucho más que aportar que los políticos de pacotilla, los saltatalanqueras y los pícaros oportunistas que embaucan a tanto ciudadano que de buena fe, depositan su confianza en algún candidato, sea para presidente, gobernador o alcalde.
La herramienta, la clave, la llave para lograr un camino hacia nuevas maneras de relacionarnos los ciudadanos con el Estado, la tenemos en nuestras manos. Es el voto. Muchos lo han abiertamente mostrado. Pero hay una población que mantiene su voto como “gallo tapao”. Sea por miedo, por seguridad, por vocación y sentido de responsabilidad política, o por mantener a los políticos comiendo en la palma de la mano. Esa inmensa población será la que marque la diferencia y decida las elecciones. Ese es el grupo más críticamente radicalizado y que no está con candidato alguno y menos con partido o grupo político. Para nosotros primero esta el país y los más desamparados. Negamos solidaridades automáticas a cualquier candidato, y si decidimos votar por alguno de ellos, siempre será con reservas. No votaremos nulo ni nos abstendremos. Será un voto reflexionado y crítico. Sabemos que es posible que esta podredumbre política seguirá un tiempo. Tiempo que tiene sus días contados siempre y cuando se establezca un sistema educativo riguroso, pedagógicamente orientado a la responsabilidad individual y colectiva, y con un sistema de justicia que sancione y corrija a tiempo.
El ciudadano venezolano tiene mucho que ganar en estas elecciones, sea de oposición o del oficialismo. Y este gobierno, como los anteriores, será sorprendido por eso que se llama el voto castigo. Lo ejercerán, tanto los opositores como muchos oficialistas y psuvistas, quienes a gritos claman por un cambio, sea de la imagen sempiterna de un caudillo que ya nada tiene que ofrecer, salvo arengas cuartelarias y llamadas telefónicas de medianoche, como la renovación de los cuadros medios e intermedios y de la cúpula cogollera de una quebradiza y fracturada organización que debe ser renovada para sobrevivir a las elecciones de gobernadores.
No les pido a mis familiares, amigos y conocidos que se vayan del chavismo. Por el contrario, sabiendo de sus capacidades, de su honorabilidad y su vocación de servicio comunitario, deberían mantenerse para empujar ese portaaviones a puerto seguro, remendarlo en buen astillero y ponerlo a reflotar con un nuevo capitán. La tripulación siempre es gente buena y solidaria, salvo buena parte de sus oficiales quienes han desviado la brújula. Ahora es el tiempo de cobrar doble: votar por un cambio y un nuevo presidente, y botar a la dirigencia impúdica, troglodita, autoritaria, militarista y chabacana, quienes se lucraron a costa de unos venezolanos que dieron varias veces su apoyo a una camarilla de “derechistas capitalistas” que tienen sus ahorros en dólares fuera del país.
Los conquistadores españoles ya pasaron. Las reliquias políticas que aún quedan apenas si hacen sombra en el nuevo escenario político nacional. La visión socializadora del gobierno del Estado que marcó esta transición, sea por populismo o por demagogia, no podrá ser suplantada ni arrebatada a la ciudadanía. Tenemos que hacer peso para que esa visión, traducida en seguridad personal, alimentaria, educativa, así como un verdadero compromiso social del empresariado, conformen un equipo donde siempre sea el país la prioridad. Primero los venezolanos, segundo los venezolanos, tercero los venezolanos, y después los demás.
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