Es toda una apoteosis a lo obvio escuchar a quien pierde decir que le hicieron trampa. Poco que agregar a este insondable lugar común, que no sea tenerlo por una vacuidad.
Escuché de un famoso gurú de las encuestas electorales que al final todo se reduce a un ganador. Verdad que por clara es axioma.
Ahora está claro quién fue: el mismísimo pueblo. Seres que en reciprocidad apoyan, gritan, sudan y sufren en la calle defendiendo al que los protege y ayuda, honesta y firmemente y cada día se los demuestra.
En la historia, usualmente todo cambia, o por lo menos el hombre lo imagina, en sus sueños y utopías. En este caso en mi parecer, si hubo fraude.
Para descubrirlo el perdedor debe revisar con honestidad su, plan, travesía y actos y valorar por cual razón los votantes, sobre todo, de las mal llamadas clases C,D,E, no lo escogieron. Razones habrá, que algunos no encontraran o aceptaran nunca. Complejo de marido cornudo y terco con su desengaño.
Fraude hubo, y bien claro. Cuando un candidato trató de captar votos utilizando solo un precario recurso de lenguaje con empobrecidos mensajes.
Fraude, cuando a través de una metáfora poco acertada, decía poseer un ojo que en forma intima miraba hacia la izquierda. Pecando pues su corazón lo contradecía. Sus diástoles vibraban, con alebrestado ritmo, solo al impulso de las corrientes que le inyectaban sus netos genes neoliberales.
Fraude al sustentar su euforia electoral en un monstruoso y bien aceitado aparato de prensa mundial que propalaba todas las mentiras que se le antojó contra nosotros. Evidente que con la derrota, ella deberá agilizar sus inmensas fauces.
Fraude de una derecha que buscó, fallando, disfrazar al candidato de izquierdista. Para luego lanzarlo “por esas calles”, en terrenos que nunca había conocido ni por fotos. Mandándolo, cual emisario a una misión mas que imposible, como en efecto resultó.
Fraude de unos partidos o asociaciones de vieja y conocida tradición que haciendo piruetas se buscaban impulsar en nombre de una supuesta idea de democracia. Sobre todo tratándose de un candidato voluntarioso pero con poco para exhibir. Aunque no podemos dejar de valorar su capital en materia su edad –que, si a ver vamos-, es aporte de accionista menor.
Fraude de unos partidos que lo único que lograron, en miles de rounds fue molerse a dentelladas en una insostenible Mesa que nunca iba a poder pararse en las dos patas que al final mostraba.
Fraude del candidato al querer esconder lo único en él reconocible, los colores de Acción Democrática y Copey estampado en su genética que intentó cubrir con chaquetas que manera flagrante solo recordaban al candidato que le ganó con millón y medio de votos.
Fraude en la pobreza de enfoques para realizar análisis con métodos poco virtuosos con que ahora quieren explicar su derrota. Allí vuelven a pecar de soberbios. Atribuyen, con poco seso, su resultado a que los monos, niches, zambos e ignorantes volvieron a votar por quien les compra el voto con caña y los arrea en “manada” a las concentraciones. Siguen sin entender del liderazgo de quien se acerca a la gente y comunica efectivamente con gestos y modos y modales y afectos y magias propios y naturales. Las mismas que ellos desprecian.
Fraude al seguir después de la derrota sin saber, conocer, entender que es lo que conecta la masa con su líder. Olvidando, despreciando lo que significa la comunicación y afectos y lazos entre seres nacidos y criados en lo popular o quererlo mirar como merienda entre afrodescendientes.
Fraude al no querer reconocer el fondo de sus errores de enfoque y querer sacar conclusiones sobre el país desde un lugar de Altamira.
Fraude querer hacer ciencia social con experiencias y anécdotas de doñitas de peluquería y supermercado.
Fraude, el cometido por los asesores que por exceso de IESA, no entienden, que y como piensa el pueblo.
Fraude de sus tutores intelectuales y antropólogos de poco oficio que siguen y morirán sin atinar el origen y los modos y medios emocionales de una clase de gente a la cual no tiene modo de descubrir como llegarle.
Antes estos fraudes, queda el reto de todos nosotros para velar con celo, rigor, firmeza por el rumbo de este nuevo gobierno. Salud pueblo nuestro, que ayer fue el único ganador.