El pueblo Bolivariano acaba de ganar una importante e histórica batalla. El Presidente Chávez ha dicho: “Quienes quieran patria, vengan conmigo” y la Venezuela que quiere paz, patria y seguir por los senderos de la dignificación lo han ratificado en la presidencia. Triunfo que no solamente nos hace cada día más orgullosos de nuestro gentilicio sino que es un gran aliento para los gobiernos y movimientos revolucionarios de nuestra América.
Con este triunfo ganó de manera clara la propuesta de construcción del modelo de sociedad socialista frente a la propuesta capitalista. Al ratificar a Chávez por cuarta vez en la presidencia de la República, el elector ha reafirmado, una vez más, su disposición de seguir transitando por la vía pacífica en la construcción de un modelo de país caracterizado por una democracia participativa, protagónica, y un modelo económico y social incluyente.
Nos referimos al Socialismo, enraizado con el condimento indoamericano en el que resaltan ideas y ejemplos de la resistencia indígena frente a la colonización extranjera, nuestros libertadores, así como ideólogos y luchadores sociales de toda nuestra América. Se trata de una propuesta con una alta dosis de idiosincrasia y originalidad que ha tenido como objetivo rescatar el orgullo, la dignidad, la pertenencia, la moral, la ética y la ancestral garra antimperialista.
Lo dicho anteriormente nos conduce a ser consecuentes con el líder de la Revolución Bolivariana, quien en infinidad de veces ha pedido a la militancia revolucionaria y de manera especial a quienes son servidores públicos, a cumplir de la A hasta la Z con sus funciones en beneficio del pueblo. En esta nueva etapa está planteado erradicar de raíz vicios como el clientelismo, el oportunismo, el populismo, la flojera, la soberbia, la corrupción, la demagogia y el burocratismo, entre otras desviaciones. No hay razón para que “dirigentes” mediocres, saltibanquis y tránsfugas sigan ocupando posiciones en nombre la Revolución Bolivariana. Ya está bueno de traiciones al pueblo y a un líder que han hecho de tripas corazón para que esta revolución siga victoriosa. Desde Cumaná y con la espada del Gran Mariscal de Ayacucho en alto, ahora más que nunca gritamos: ¡Viva Chávez! ¡Viviremos y venceremos!
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