Maldito y mil veces maldito el sistema que nos arrebata mujeres y que en el nombre de la belleza artificial se las lleva para siempre dejándonos un tremendo vacío y un resentimiento contra una sociedad que desde la vida intrauterina nos remacha que para cualquiera mujer lo más importante debe ser la belleza física, el 90-60-90, bla, bla, bla
El reciente deceso de una Magistrada del TSJ pone sobre el tapete los riesgos y las serias implicaciones que tiene para la vida de cualquier mujer las intervenciones quirúrgicas con fines de belleza estética. Aún están frescas en nuestras memorias el escándalo que a nivel mundial generaron los implantes mamarios fraudulentos PIP, que causaron nefastas consecuencias en la vida de muchas mujeres, lo que en Venezuela fue atendido como un asunto de salud pública por el alto índice de casos de féminas que deben sustituirse los mencionados implantes.
Más reciente aún es el caso de una humilde joven de 26 años quien, según supimos por medios noticiosos, permanece en estado de coma a causa de insuficiencia respiratoria aguda y tromboembolismo pulmonar al recibir en su torrente sanguíneo dosis de biopolímeros que aumentarían la dimensión de sus glúteos. Quería sorprender a su esposo con nuevas formas, según reseña la nota. Por este hecho fue detenido enfermero que, según las investigaciones, llevaba más de 1 año haciéndose pasar por médico cirujano y aplicando tratamientos similares.
Más allá de las acciones legales y judiciales contra los responsables directos por estas desgracias familiares, la sociedad toda debe ponerse en alerta y comprometernos a aprender/enseñar que nuestras mujeres con los dones y dotes que la naturaleza les ha dado tienen de sobra para ser felices y darnos la felicidad que demandamos de ellas. Si no habrá que preguntarle a los deudos directos (hijos, esposos, padres, familiares y amigos) de los casos que mencionamos.
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