Decía Carlos Marx que la crítica es el combustible de todas las revoluciones cuando son verdaderas. Y es que todas las revoluciones parten del cuestionamiento de las masas populares; cuando un pueblo se apodera de una idea subversiva contra el sistema que lo oprime, la hace bandera e inicia, por ella, una etapa de rebeldía junto a su vanguardia política revolucionaria. Cuando el pueblo deja de cuestionar su realidad, su entorno inmediato político, nacional e internacional, se apaga y las revoluciones mueren. Las revoluciones son hijas de la crítica implacable contra la sociedad burguesa, pero se mantienen por el cuestionamiento constante de su propio movimiento. “Cuestionarlo todo” era una de máximas favorita de Marx.
La conciencia no puede ser inducida sino auto-formada. Las nuevas ideas pregonadas por el verbo apasionado del camarada Presidente Chávez influyen, pero la formación de conciencia revolucionaria necesita del auto-convencimiento, y esto sólo se logra con el ejercicio del cuestionamiento: la crítica. Trascender los mecanismos de la enajenación del sistema capitalista requiere hacer que nuestro pueblo piense por si mismo; sea crítico y se sienta partícipe de verdad. La revolución es un hecho de conciencia crítica.
Sabemos, es mucho más fácil criticar desde fuera que construir para quienes se encuentran en posiciones de poder. Pero muchos quienes tienen el poder para construir son responsables de algunos errores, no son precisamente quienes critican, menos les gusta ser criticados. Es lógico que así suceda. A nadie le gusta la idea de ser flanco del escarnio público por sus propios errores. Sabemos también que el ejercicio de la crítica se presta al abuso por personas irresponsables. Pero estos últimos, en realidad, no hacen daño, y quedan rápidamente desenmascarados y aislados del movimiento crítico. Los revolucionarios no tememos a la crítica porque somos precisamente quienes la promovemos. Se critica para mejorar y no para destruir. Quiénes se oponen a la crítica se oponen a la revolución.
El Estado burgués ha sido la principal traba a los cambios necesarios y la politización de pueblo. Este viejo aparataje que responde a la concepción elitista burocrática y acrítica de la sociedad, ha pervertido y enajenado a muchos de nuestros burocráticas quienes intentan, vanamente, defender sus groseros poderes y privilegio reprimiendo la crítica y evitando los cambios planteados. Naturalmente ellos son los primeros en oponerse a las ideas del Estado Comunal que promueve el camarada Chávez. (Continuará…)
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