Durante su intervención radiotelevisada del lunes 5 de noviembre, el
Presidente Hugo Chávez levantó su puño de hierro y anunció la futura
destitución de todo aquel funcionario del gobierno nacional que no cumpla
eficiente y eficazmente con sus obligaciones. Para ello giró una serie de
instrucciones al grupo de funcionarios de alto rango que lo acompañaban,
entre los que figuraban el Vicepresidente y Canciller, Nicolás Maduro, y
la Ministra del Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión del
Gobierno, Almiranta Carmen Meléndez.
A maduro el Presidente Chávez le encomendó la nada fácil tarea de mejorar
el funcionamiento del complejo y pesado aparato de gobierno, mientras que
a Meléndez le recordó la necesidad de hacerle un seguimiento estricto a
todo lo que se vaya haciendo, con el propósito de obtener mejores
resultados y acelerar la solución de los principales problemas que aún
afectan a la sociedad venezolana.
Ahora bien, la pregunta que surge aquí es la siguiente: ¿cómo podrá
Nicolás Maduro cumplir eficiente y eficazmente la macrotarea encomendada,
si él también funge como Ministro del Poder Popular para Relaciones
Exteriores? La verdad es que a todas luces esa situación resulta un
contrasentido. Lo lógico y recomendable es que el Presidente Chávez
designe a otro Canciller, para que también el área de la política
internacional sea puesta a tono y se le haga el debido seguimiento. Porque
seguramente que son muchas las cosas que en ese sentido hay que
investigar y corregir, a menos que uno de los primeros que vaya a estar en
peligro de ser aplastado por el puño de hierro, sea el siempre fiel e
incondicional Nicolás Maduro. Veremos que ocurre entonces.
alportillo@ula.ve