El pesebre sin la mula y el buey

Desde niños allá en los andes venezolanos, donde los páramos parecen un pesebre de verdad, aprendimos por tradición familiar y religiosa en la época decembrina, a construir un nacimiento en nuestras casas, tradición que se mantiene en el tiempo y es una manifestación del arte y la creación popular.

En las escuelas, instituciones públicas, plazas y salas de las casas; desde las más humildes hasta las más encumbradas, se deja un lugar para el pesebre que se llena de luces, cimientos, musgo y lama con las más variadas técnicas de la imaginación popular, para competir con el arbolito y Santa Claus, expresiones de la más alienante penetración cultural y mercantil, del capitalismo mundial en nuestra América y el mundo.

La tradición religiosa, venida desde la colonización española a través de las congregaciones y ritos de la Iglesia Católica, transmitían el recuerdo de las fechas de la Natividad, la Epifanía y la “Paradura del Niño”; esta última, una expresión muy arraigada en los estados andinos de Táchira, Mérida y Trujillo.

“San José y la Virgen

La mula y el buey

Fueron los que vieron

Al niño nacer;

Al niño nacer, dicen los pastores…

Ha nacido un niño cubierto de flores…”.

Con esta estrofa, que se ha repetido en centenares de aguinaldos y villancicos por época decembrina, se pasean las imágenes de “Serenata Guayanesa” cuando en un caballito se dirigen a Belén para ver a María y al Niño también.

Toda la historia viene, desde luego, de una tradición que parte desde la Nochebuena del año 1223, cuando en la ermita de Greccio (Italia) San Francisco de Asís en conmemoración del nacimiento de Jesús montó una escena del pesebre con la mula y el buey, basándose según los evangelios apócrifos (libros que oculta la Iglesia Católica) y la lectura del profeta Isaías, a quien cita Wikipedia de la Biblia: “Conoce el buey a su dueño y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne” (Is. 1,3).

Resulta contradictorio para los católicos de América Latina y en especial para los venezolanos, que el Sumo Pontífice, el Papa Benedicto XVI promocionando un libro que ya está en el mercado “La Infancia de Jesús”, elimine de un solo plumazo la mula y el buey del pesebre. ¿Sería que lo asesoraron los vendedores de libros?

En Venezuela pensamos que a lo mejor en el último viaje a Roma del cardenal Urosa Sabino y el obispo Baltazar Porras asesoraron mal al Papa Benedicto XVI. Por cierto, este último obispo, seguirá la corriente del Pontífice y piensa cambiarse el nombre de Baltazar en una próxima Bula papal y recomendó a la Iglesia eliminar los reyes magos del pesebre.

Para refrescar el tema, el poeta barinés Guillermo Jiménez Leal escribió los siguientes versos:

ADIOS AL BUEY Y A LA MULA

El Papa Benedicto, muy sonriente,
En un reciente libro y sin rechazo,
Del divino pesebre y de un plumazo
Sacó al buey y a la mula, simplemente.

Ahora, en la navidad –dirá la gente:

¿Qué hago yo con mis dos animalazos?
¡Como si al cielo le faltara un brazo,
Y al niño Dios, amigos consecuentes!

Tal vez al Papa le enviarán postales
Aquellos protectores de animales
Asombrados del cambio en esa historia.

Y ya, los que fabrican nacimientos
Y tienen en Diciembre algún sustento
No le deben desear ninguna gloria.

arellanomt@hotmail.com


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Marco Tulio Arellano

Jubilado en Pdvsa

 arellanomt@hotmail.com      @Homugria

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