En 1974 se da un paso significativo: la nacionalización del petróleo venezolano y la conformación, con otros países productores de petróleo, del organismo que pasó a ser una bandera de lucha frente al imperio: la OPEP.
Sin embargo, los primeros pasos de la OPEP y de la naciente industria petrolera venezolana (Maraven, Lagoven, Pequiven, Corpoven, Meneven, Palmaven y otras filiales que conformaron petróleos de Venezuela, PDVSA) representaron un duro revés al imperio, cuyas necesidades energéticas crecían cada vez más y las políticas energéticas de los países de la OPEP impedían su acceso al petróleo a precio irrisorio.
De modo que la injerencia del imperio se concentró no en controlar la industria petrolera directamente, sino en los factores que se relacionan con ella: es decir la sociedad, el gobierno y la economía, incluso, la cultura venezolana.
Así, la CIA decide intensificar su campaña, comenzando la guerra de cuarta generación. Además de la guerra encubierta contra la izquierda venezolana y la guerrilla, sumada a la guerra sucia (como en Argentina, donde hubo terrorismo de estado), se inició una guerra psicológica a través de propaganda, espionaje y otras maniobras más.
Lo primero que se hizo fue una masiva maniobra de transculturización de la sociedad venezolana. Esto se llevó a cabo a través de los medios de comunicación. El imperio había sembrado la idea en el pueblo venezolano de que era culturalmente inferior. El blanco fue la familia y sobre todo, los niños y jóvenes que fueron bombardeados con toda clase de modas y las esposas, a las que se les quitó toda necesidad de lograr metas, reduciéndolas a simples amas de casa, sin otra meta que cuidar y criar hijos y satisfacer las necesidades meramente domésticas y las del cónyuge, a quien también se le inculcaron valores de profundo egoísmo machista y otros aun más perversos relacionados con la fantasía de la escala social, el dinero fácil y la “profesionalización” para ser “alguien”: lo importante no era el logro consecuente y honesto sino la posesión de bienes y riquezas: en fin, valores capitalistas-consumistas. Justo como hizo el imperio para controlar a la sociedad norteamericana en los 50.
Una vez que las familias fueron absorbidas y controladas por el modelo impuesto por el imperio, se procedió a ejercer el control sobre la sociedad, entendiendo que el núcleo de la misma es la familia. Esto se logró gracias a los medios de comunicación, que aunque estaban haciendo propaganda a los valores imperiales, no estaban del todo subordinados a ellos.
Y comenzó a actuar la maquinaria: 1) se enviaron a los profesionales a los países desarrollados, donde podían ser educados e influenciados por el imperio de manera más directa y eficaz, 2) se arropó la industria con la influencia del imperio, lo que quiere decir es que la prensa internacional, sobre todo la dominada por el imperio, se convirtió en modelo a seguir, incluso, su lectura, o citarla como fuente, era (e incluso, continúa siendo) un signo de estatus: el medio extranjero es mejor que el nacional. Así, los medios fueron absorbidos por el imperio y dejaron de tener una línea independiente, sino que tomaron la de sus patronos, tanto que muchos medios recurren a las casas matrices (como CNN, CBS, FOX, THE GUARDIAN, entre otras) hoy en día para preguntar qué matrices mediáticas van a colocar en sus medios.
Así, los profesionales de otras áreas fueron a educarse a otros países y se adoptaron metodologías, líneas de trabajo y hasta organizaciones del imperio, que fueron impuestas a los gremios, organizaciones y lugares de trabajo. Valores extranjeros fueron asumidos como propios y la nación, la vida económica, cultural, intelectual, laboral, profesional, fueron absorbidas por el imperio. Así, entró el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, la escuela de Chicago, las corporaciones, las sociedades y asociaciones interamericanas o mundiales (la más célebre por su efecto nocivo, la Sociedad Interamericana de Prensa) quienes colocaron su palabra como ley y debía ser acatada; bajo pena de censura, pérdida de estabilidad laboral… incluso la persecución física o la muerte.
De esta manera, se logró controlar a la sociedad. Individuos sin capacidad crítica ni analítica, sin imaginación, ni aspiraciones ni utopías. Sin libertad de pensamiento. Totalmente idiotizados y robotizados, sólo respondían a los valores y necesidades artificiales del imperio: fue la época donde todo venezolano debía ir a Miami, los niños debía hacer su peregrinaje a Disneyland, hasta la familia debía comprar o alquilar una casa en EEUU y vivir según los parámetros del “American way of life” que no es en nada la medida de la aspiración del ciudadano estadounidense, sino un lema del imperio de lo que debe ser la vida.
La última fase de ataque es aún más terrible. Si todavía quedan individuos que no se han sometido a los parámetros y que incluso, se oponen y luchan contra ellos, entonces son exterminados.
Los factores que impulsaron la nacionalización del petróleo y lucharon por una PDVSA independiente de los intereses del imperio, comenzaron a ser atacados. Aquí es donde entra la guerra del terrorismo y contraterrorismo. Todo el que no comulgara con el consumismo, era catalogado como sospechoso, como espía, como terrorista.
Obviamente, los comunistas vivieron en estos tiempos una época oscura. Persecución política, boicot laboral, marginación social, fueron tácticas propias de la guerra de cuarta generación, usadas contra estos individuos.
El poder económico permitió disfrazar las cosas, el que tiene pocos recursos, es un marginado, un tonto, ignorante. Pero el rico, el burgués, la clase media alta, ellos eran catalogados como inteligentes, cultos, y bien educados, y claro, de “buena familia”. Entonces se convertían en modelo a seguir. Por ejemplo, el banquero o el ingeniero eran vistos como modelos a seguir, porque ganaban los mejores sueldos, iban a las mejores universidades, tenían empleos bien vistos y codiciados. Por otro lado, los maestros, mal pagados, con poca capacidad adquisitiva, se quedaban atrás, muy atrás.
La sociedad estaba controlada, asimilada a los valores burgueses y consumistas. De esa manera, todo lo nacional fue absorbido, la política fue delineada por el departamento de estado y la CIA, la cultura por Hollywood y el New York Times, la economía fue controlada por el FMI y PDVSA comenzó a ser manejada por tecnócratas cuya consigna tenía dos propósitos: sacar a Venezuela de la OPEP y nacionalizar la industria petrolera.
Pero en 1998 es elegido el Comandante Hugo Chávez. En ese momento, el precio del petróleo venezolano estaba en 7 dólares (una cifra semejante a los tiempos de Gómez) las principales industrias nacionales habían sido privatizadas y eran manejadas por consorcios extranjeros. La llamada “apertura petrolera” no fue sino una acción encubierta para vender por partes a PDVSA a empresas petroleras transnacionales.
En este momento, la sociedad venezolana, vivía bajo total engaño. Lo importado era mejor que lo nacional, el venezolano o Venezuela no tenían capacidad para gerenciar o manejar el país. Así, el país había entregado su soberanía.
Chávez inició una línea de transformación basada en el rescate de la soberanía. Advirtió esta problemática con pugnacidad y sin temor.
Esto es significativo, pues el control de los medios y la línea de valores del imperio actúan de manera escondida, como ya se ha mostrado. Decir que son demócratas pero imponer sólo dos partidos políticos es su metodología, al igual que proclamarse amantes de la salud, la vida; pero promocionan el consumo de cigarrillos y alcohol. Como decir también que los medios de comunicación son la medida de la libertad; pero se impone a la gente mensajes y programas llenos de violencia, sexo y promoción de valores artificiales, materialistas y modas.
Chávez reaccionó ante todo esto. Ante un modelo presidencial representativo, se impuso el modelo participativo, se convierte en un lector y comparte sus lecturas con el pueblo (por lo general, los presidentes venezolanos o latinoamericanos eran analfabetas funcionales, en el mejor de los casos), sale del palacio, va al encuentro de los pobres y olvidados, se reúne con presidentes de ideas afines y se aleja del modelo del imperio.
Lo que hizo fue delatar toda esta operación, lo cual permitió un despertar de la población. Las clases desposeídas y excluidas históricamente, la mayoría que hizo posible su elección, comenzó a ver nuevas oportunidades y participar en nuevos espacios. Por eso, sectores de la clase media se sumaron a la causa bolivariana.
El proceso ha sido arduo. Por eso, el ataque desmedido desde los medios de comunicación, como un intento de esconder nuevamente la verdad y seguir haciendo propaganda al modelo, aún persiste. El golpe de 2002 y el sabotaje petrolero son las expresiones más cruentas de esta guerra.
Oponerse, rebelarse y luchar contra el imperio es la clave del triunfo en la guerra de cuarta generación, donde el arma no es sólo un fusil, sino las palabras, la verdad.
Esta lucha no ha terminado. Todavía hay sectores que pretenden regresar al modelo del pasado, todavía hay “expertos” que hablan de privatizar a PDVSA y de frenar la organización comunal de la sociedad.
Barinas, 10 de Diciembre de 2012
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