Las últimas elecciones del 7 de octubre y 16 de diciembre demostraron que el proyecto socialista del presidente Chávez se consolida. Y por primera vez se ven la cara frente a frente ambos modelos económicos, sin tantos tecnicismos publicitarios que disfrazan la realidad. Resulta que la globalización ha hecho que venezolanos se comparen con españoles en tiempo real, que los que han perdido sus casas o estuvieron en riesgo de perderla, sacan sus propias conclusiones y evalúan las medidas económicas que se aplican en los gobiernos del mundo. Ahora bien, si algo es verdad es que los llamados ¨ni ni¨ jamás existieron en el escenario electoral venezolano, todo fue una patraña de agencias publicitarias para captar el dinero de gobernantes chavistas y anti chavistas, con la esperanza de que podían sumarse un electorado confundido, indeciso o engañado. Pues no, en este país existen personas que creen en la revolución y quienes no creen, con sus matices e intensidades, pero jamás ni ni, los oportunistas como el candidato Arciniegas no son chavistas, pues no acatan ningún lineamiento, ninguna disciplina, no existe en su accionar político una vocación constructiva, solo la anarquía, porque de ella se puede sacar provecho económico y político.
Los resultados en Bolívar, demostraron una vez más que el voto duro del PSUV salva la patria, y cuando una parte de la militancia del PSUV no vota se achican las distancias con la oposición, sin embargo, no es porque saltan la talanquera, simplemente se niegan a votar por lo que no les gusta. ¿Y qué no les gusta?, allí es donde el orgullo conspira contra el análisis y el debate para comprender a la militancia. Una cosa es segura, la gente está mamada de peleas estériles entre dirigentes chavistas, en las que se financia una especie de sicariato radial, para luego a pocos meses de una elección salir todos unidos en una foto como si nada hubiese pasado. La gente está mamada de acciones laborales que perjudican la producción en las empresas y luego cuando viene Chavez todos son mansas palomas supuestamente dispuestos a sacrificar sus bonos para salvar la producción, pero cobran el bono y no salvan la producción. Y la militancia está mamada de que alguien insulte a Chavez, ataque a Chavez, se aliste en un partido como Podemos para conspirar contra Chavez, y después se presente como un inmaculado héroe del chavismo. Esos revolucionarios que comprenden la crisis económica mundial, que apoyan las misiones, que están dispuestos a la autocrítica y darle el voto a quien pueda ayudar a Chavez a ser más eficiente en la revolución, se niegan a ser parte de un show político o un comité de focas. Esos revolucionarios son chavistas, jamás fueron ni serán ni ni, y tampoco son esa pendejada que llamaron chavistas light.
En la oposición, el escenario es más patético. Obstinadamente se niegan a aceptar que son minoría, que no tienen ideología, ni propuesta, ni líder, son simplemente personas que votan por el odio que le siembran los medios de comunicación y una minoría de dirigentes partidistas, que no están dispuestos a soltar los privilegios económicos logrados en la cuarta república, a menos que la revolución los acepte con sus negocios ocultos. Pero tampoco son ni ni, mucho menos personas a punto de convencerlas con campañas publicitarias. Son personas que siempre fueron y serán antichavistas porque le tienen terror a la pobreza, incluso siendo pobres. Además han trabajado para conseguir sus pertenencias, pero a costa de cualquier sentimiento de solidaridad, pues se educaron para el egoísmo y desconocer el interés del colectivo. Van a misa, lloran con una telenovela, salen a votar bien vestidos y sacan buenas notas en la universidad, pero incapaces de ver el lado pobre de San Félix y entender que Barrio Adentro es una política de salud pública para atender a los más necesitados. Esos antichavistas ven Barrio Adentro, como una regaladera de dinero a médicos cubanos supuestamente mal formados, que le quitan el trabajo y los clientes a sus hijos médicos con especialidades en Estados Unidos.
Naturalmente no son seis millones de oligarcas, pero tampoco son ingenuos. Le tienen terror a la pobreza y aceptan las reglas del capitalismo, porque aprendieron a sobrevivir con ellas, no quieren nada con el socialismo porque piensan que puede significar un riesgo de pobreza para todo el mundo. Y allí es donde está el problema, en su formación política, que también desprecian, como desprecian la filosofía, la sociología y todo lo que conlleve de manera dialéctica a comprender el entorno. Esa gente voto contra Chavez y siempre lo hará. Y los revolucionarios que sospechen algún tipo de negociación con ellos, dejarán de votar. Si usted leyó hasta aquí, es porque está interesado en debatir y en la autocrítica, el primer paso para entendernos y aceptarnos como somos.
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