Sospecho que la oposición venezolana y quienes se asumen dirigentes nacionales viven uno de sus peores momentos. Los últimos meses y de manera especial los últimos días han sido un derroche de hipocresía y cinismo a propósito de la enfermedad del Presidente Chávez. No han podido ocultar sus nefastos propósitos que se manifiestan en su descarado antichavismo. Aunque suene a llover sobre mojado, ésta oposición de la última década es perversamente apátrida, pitiyanqui y con un nivel de disociación sicótica extrema.
En conocimiento que la vía electoral y democrática le es adversa (es que no han podido con Chávez) casi están convencidos que la enfermedad del Presidente les ha caído como anillo al dedo. Para ello sus leguleyos se han vuelto unos etcéteras discurseando sobre los artículos ciento treinta y pico de la Constitución. Le buscan la quinta pata al gato en un desesperado intento por sumar incautos para su causa o pretender pescar en un rio que no está revuelto.
Al respecto, hablan de la manera más irresponsable de un país inestable, que no tiene gobierno y a punto del desastre. Su vocabulario se pasea por el vacío de poder, la falta absoluta y otras tantas elucubraciones que son el producto de unas mentes trasnochadas, soñando a cada instante con unos marines que vienen a invadirnos y entregarles (en bandeja de plata) el poder que tanto anhelan.
A esta gente hay que decirle y demostrarle, una vez más, que están meando fuera del coroto. Que definitivamente no quieren aprender. ¿Cuántas lecciones les ha dado el pueblo venezolano en estos últimos 14 años? Vean ustedes que su irresponsabilidad ha llegado al extremo de no asumir la paternidad de sus actos. Del golpe de estado del 2002 para acá, pasando por el paro petrolero, guarimbas, desestabilización continuada, derrota tras derrota electoral y campaña mediática contra el gobierno y el país, pareciera que no han roto un plato. El “yo no fui” ha sido la constante en su comportamiento.
Peor ha sido el silencio acerca de sus derrotas del 7 de octubre y el 16 de diciembre. De esta última elección no han dicho ni pio, por lo que asumen la orfandad del fracaso frente al pueblo Bolivariano que una vez más los vapulea en las urnas. Ya se les ha dicho y hay que recordarles que eviten jugar con el fuego. El pueblo ha utilizado el diálogo democrático y electoral. Ha sido paciente. No caerá, ahora menos, en la trampa mediática que pretende la confusión y el caos. Como la Constitución Nacional es clara, no hay vacilación. Con Chávez y la Revolución Bolivariana... ¡Viviremos y seguiremos venciendo!
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