Por muy especializadas que sean las ciencias y sus derivaciones tecnológicas, desde siempre y por siempre representan y recogen los avances económicos, sociológicos y políticos como expresión inocultable del desarrollo de las Fuerzas Productivas o del hombre trabajador, pero, concomitantemente, tales avances se han dado dentro de regímenes, aunque diferentes en cuando a la relación hombre-Naturaleza, han respirado con formas y regímenes políticos semejantes entre sí en cuanto a las clases sociales sobre las que se mueven ya que todos esos sistemas socioeconómicos han albergado las de dominadores y dominados, y con sujeción a las cuales el desarrollo de esas FP se ha movido con todas las ataduras, regulaciones, vaivenes, censuras y retardos que la clase dominante impone forzosamente a su arbitrio imperial.
El flamante Premio Nobel de Física, año 2012[1], ya revela desde sí que la Estadística Cuántica por naturaleza propia representa una piedrita en el zapato de la Academia sueca, y en los grupos de poder financista de todas las investigaciones dirigidas al mejoramiento de la ganancia en la producción de todos los bienes metamorfoseados en mercancías por el actual sistema burgués de producción y explotación.
Cuando hablamos de Estadística sobreentendemos universos de ingentes tamaños, y hasta ahora ninguno de ellos supera en tamaño la acompañada con una rigurosa presencia de tantos individuos cuyas características son-sólo mediante ella-perfectamente conocibles y predecibles como el del Universo Cuántico, o la de un Censo que necesariamente debe recoger a todos los portadores de algún valor de la o de las variables estudiadas con fines de proyecciones prácticas dirigidas a la toma de variopintas decisiones, pero particularmente a las de producción de bienes y servicios.
El resto de las estadísticas aplicadas sobre muestras adolecen de parámetros y estadísticos cargados de razonables dudas científicas, aun las manejadas con todos los algoritmos de precisión-aproximada-tendentes a la minimización de yerros, pero que siempre tendrán una confiabilidad dubitable en relación a la cuasicerteza ofrecida por el universo del polimicromundo, con sus numerosas átomos contenidos hasta en la más delgada laminilla de algún elemento, átomos cargados de variables, algunas de ellas ya conocidas sólo con la aproximación ofrecida por la estadística por hallarse sumergidas, escondidas y en constante formación en el sorprendente, denso y novísimo mundo multiatómico investigado por la Física Cuántica.
Porque sólo allí, en el multifacético mundo de los submundos atómicos puede hallarse y enriquecerse el origen y carga de materiales constitutivos de la materia, hallazgos y enriquecimientos que comenzaron con el Sexto Nobel de Física, J. J. Thomson, quien marcó la obsolescencia de la Física Clásica newtoniana y señaló el tránsito de la Química hacia la Física Cuántica como ciencia puntera por excelencia, salvedad hecha de la ausencia clasista y discriminatoria por causa del desnobelamiento posmortem del hallazgo “físico” más trascendental de todos los tiempos, el realizado por el gigante Carlos Marx al descubrir-este-la fuente de la pobreza y de la riqueza, hasta su llegada asimilada al cerrado átomo del paquete de versiones interesadas por las clases dominantes hilvanadas como esclavistas, feudales y burguesas, y apuntaladas por religiones monolíticas e imperialistas.
Con este nuevo Nobelado burgués se querría retomar el estudio clásico de una Física que siga sosteniendo la unicidad del mundo preñado de individualismo en abierta contraposición a la Estadística Cuántica, a los estudios de colectivos cuyo mejor representante es la sociedad socialista en pleno proceso de instauración universal. La Academia buscaría la vulgarización de las investigaciones cuánticas y dejaría de estudiar conglomerados de átomos para reducirlas al de uno solito.
[1] http://www.revistadefisica.es/index.php/ref/article/view/1803
marmac@cantv.net