Juanesitos Alimaña y sus tendencias políticas


Siempre tuve la sensación de que el músico Willie Colon, a pesar de haber nacido en Nueva York, era un hombre de pueblo, poco dado al exhibicionismo citadino, con un carácter campechano, propio de los guajiros antillanos, cuya humildad envolvía un talento muy bien centrado entre sus limites, que servía incluso, para que otros brillaran con luz propia, y que poco le interesaba el forcejeo bajo las luces del gran show, ni en ningún otro escenario. Pues bien, era solo una falsa creencia, producto de la ignorancia que tengo del tema, en comparación con algunos amigos, quienes son unos auténticos especialistas en este asunto de La Salsa. En lo particular me conformé con vivir y sentir a lo largo de esta vida mía, lo poco que pude saber de este arrebatador ritmo caribeño y sus intérpretes, que no es poca información, desde sus orígenes profundamente caribeños, pasando por la Fania All Star, Hasta las últimas y diversas tendencias salseriles que lo han convertido en una expresión de identidad continental. Claro, ahora se un poco más sobre el señor Colon, gracias a un pronunciamiento que hizo a través de una red social en la que hace referencia a nuestro Comandante Presidente Chávez, y a nuestro Vicepresidente Maduro. Pero más que un comentario o una opinión seria, como era de esperarse, lo que colgó en el ciberespacio, fue mas bien algo parecido a un infeliz chiste, que conociendo sus limitaciones, suponemos que no creó, pero que igual, se hizo eco de su venenoso contenido, al publicarlo.

Hoy repentinamente se, que el señor Willie Colon, tiene interés en la cosa pública, más allá del negocio de la música, lo cual lo ha llevado a ser activista del partido demócrata de su país, y que su animadversión hacia El Comandante Chávez y la Revolución Bolivariana es de vieja data. Pero hoy, se tres cosas más de él que lo definen en su verdadera dimensión, y las supe solo con echar un ligero vistazo a un video exhibido en la web, producto de la basura informativa mundial. Ahora se que está muy mal informado sobre la realidad venezolana, que tiene una precaria formación política (y ello habla muy mal del partido Demócrata y de su máximo líder, quien en este momento, es nada menos y nada más, que el premio nobel de la paz, Obama, por no ocuparse por la cultura de sus militantes), y que habla muy mal el español, lo que no es ninguna novedad porque siempre lo hemos oído hablar así, la diferencia en esta oportunidad, es que no trata las frivolidades propias de la industria del entretenimiento, sino que al ventilar ideas políticas en un idioma que no domina y al que maltrata, no por el áspero acento, sino por lo bárbaro, desnuda su infinita insensatez, su osadía supina y estólida.

Pero el tema que me interesa analizar en esta oportunidad, es uno que está más al fondo, y que tiene que ver con los mitos que aun sobreviven como taras, arribados inexplicablemente al siglo del socialismo (el siglo XXI). Porque lo de Willie, no es, ni siquiera un tema menor, dentro de la gravedad que conlleva toda insensatez, es a lo sumo, la impertinencia de un mal negociante que ofendió a ocho millones y medio de posibles consumidores de su “Salsa”. La pregunta es si las figuras públicas, es decir, cantantes, músicos, intérpretes, actores, actrices, faranduleros de todas las especies (periodistas, comunicadores, anclas, dueños de medios y medios en si) religiosos, militares, académicos, empresarios y todos aquellos personajes que aparecen en la palestra pública, deben o no pronunciarse acerca de sus inclinaciones políticas.

El decir común sostiene que no, por ser un atributo del ámbito privado, que solo concierne a la persona que lo profesa. Pero esto no es totalmente cierto. La política es, en esencia, una manifestación colectiva, cuyas acciones inciden en los intereses comunes. Las decisiones son particulares, pero sus consecuencias se desarrollan en el terreno de lo público. Esta conseja es más bien, un axioma mercantilista, que pretende sacar el máximo provecho de los consumidores, a los cuales oculta el factor de la idea política, y crea la falacia, como otro mito, de la figura del apolítico, para que esta no incida en el gusto masificado de los individuos a la hora de comprar productos, tangibles o no, que las figuras publicas promocionan.

Por el contrario, el sentido común sentencia que, como en todos los órdenes de la vida social, es decir, en el socialismo, debe privar la honestidad y la transparencia. Toda figura pública no solo tiene el derecho de manifestar libremente su tendencia política, como dote individual para el desarrollo pleno de su personalidad social, sino como deber ético para con sus conciudadanos y sobre todo para con sus seguidores. Mucho agradecerían los llamados fans, seguidores y públicos en general, saber cual es la idea política que mueve a lo seres que admiran y siguen, y con los cuales intercambian mas que monedas y productos, también obediencia, fidelidad y afectos. Mucha mas claridad habrá en una sociedad en donde admirados y admiradores intercambien y socialicen sin los engaños que privilegian la transacción comercial y el interés particular. Solo es necesario para el bien colectivo, que lo hagan con el debido respeto por el otro y los otros. No es y nunca será en socialismo, creerse enemigo en medio del debate por la diferencia política, a menos que esta atente contra los intereses del pueblo.

Es un acto vil, promover la paz, la libertad, el amor y la alegría, a través de la industria cultural, mientras, amparado por la neutralidad y el apoliticismo, se milite en estructuras ideológicas que no hacen más que sustentar el capitalismo, enemigo histórico de los trabajadores, trabajadoras y desposeídos de esta tierra.
¡Viviremos y venceremos!
¡Chávez somos todos!
¡Viva Chávez!

miltongomezburgos@yahoo.es


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Milton Gómez Burgos

Artista Plástico, Promotor Cultural.

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