La mejor guerra es la que se evita dicen los militarólogos y si un no militar profesional y profesional de la economía se mete a la política abiertamente las consecuencias pueden derivar en dos cosas al menos, una de ellas, la perdida de credibilidad que como profesional debe sostener y cuidar y por otra parte, en lo político aguantar el chaparrón de los que lo adversan.
No esta mal que un economista se meta a político, al fin y al cabo la economía y la política son astillas de un mismo palo, el asunto está que en el ejercicio político no pierdas la sindéresis económica, a cuyos efectos por calculo coyuntural político desvíes la atención al revertir resultados económicos confiables para encajarlos en lo que se quiere decir como político.
Cuando un profesional de la economía le hace la guerra a sus propios conocimientos, allí, la cosa cambia radicalmente, porque desconocer ex profeso ese conocimiento de la teoría económica para convertirlo en argumento político, indudablemente que se pierde la esencia académica por excelencia y es precisamente eso lo que ha hecho el economista José Guerra cada vez que ofrece declaraciones o escribe en la prensa.
No se trata de criticar al político en si mismo, da igual para todo político que incursiona, lo que si criticamos o valoramos es cuando el profesional de la economía se vale del desiderátum político desconociendo lo que para un profesional debe ser lo mas sagrado, digamos la violación del código deontológico profesional, es decir que la actividad política lo obliga a desconocer lo que él como economista conoce y mucho mas cuando induce a no ser aceptados los resultados macro o microeconómicos de la política económica en un periodo determinado.
El asunto en las ciencias sociales es que la verdad está a la vista de todos y todas, no se puede ocultar, porque manipular e inventar puede que sean tareas de un político inescrupuloso y mentiroso, pero jamás de un economista enamorado de su profesión.
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