Camaradas les diré algo que me causa pena, espero que después de leer estas notas tengan indulgencia suficiente para perdonarme por lo que aquí les confieso.
Confieso que después de oír más de una vez el excelente análisis del profesor Acosta, en la inauguración del Teatro Aquiles Nazoa, descubrí que “yo no soy Chávez”; lo que es peor, después de analizar al profe Acosta, pienso que muchos y muchas de los que repiten hoy esa frase, al igual que yo, tampoco lo son.
Chávez es un hombre excepcional que ha dado su propia vida por un sueño que hoy ha enamorado a muchos, pero que ha trabajado y luchado mucho siempre; yo no paso de ser alguien quien cree que con querer que el mundo se transforme, haciendo poco, se logrará. Además, a diferencia de Chávez, suelo pensar que son los demás quienes más deben hacer ya que esos cambios importantes dependen más de ellos que de mí.
Chávez entendió hace mucho que los revolucionarios deben hacer sacrificios inmensos y que posiblemente nunca reciban directamente la recompensa de estos; yo, quiero que la revolución resuelva mis problemas lo más pronto, porque si no qué sentido tiene, de qué me sirve una revolución que no es capaz de resolver mis problemas.
Chávez se desprendió de su familia y de muchos de sus seres más queridos abrazando la causa de la revolución; yo, pienso que la familia es lo más importante en la vida y qué sentido tendría mi vida si mi familia y si mis seres más cercanos no estuvieran cerca de mí.
Chávez ha despreciado los placeres, las satisfacciones y los disfrutes, cambiándolos por privaciones, sacrificios y esfuerzos; yo, pienso que es legítimo disfrutar, satisfacer gustos y tener una vida placentera, porque sino poco sentido tendría la vida.
Chávez fue abrazando la causa de la Revolución Bolivariana como vía de su autorrealización personal y espiritual; yo he abrazado la causa de la Revolución para que ella haga realidad mis sueños de una vida mejor.
Por estas y otras muchas razones me convenzo de que no soy Chávez y que aunque muchos quisiéramos ser como él verdaderamente reconozcamos que Chávez es Chávez y cada uno de nosotros somos quienes somos.
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