Pensábamos que habíamos visto todo desde las filas de la oposición, pero a medida que pasa el tiempo un extraño fenómeno paranormal, de identidad, de esquizofrenia u otro trastorno de personalidad digno de estudio de un siquiatra vergatario, ha trastocado la conducta cuasi perfecta de oponerse al gobierno como reza el manual del fabricante en todas las sociedades del planeta. No se sabe en qué momento, se mezclaron las animadversiones con el amor desenfrenado por el presidente, tampoco se explica cómo los símbolos patrios en sus manos, se tiñeron de negro a bandera tricolor de 8 estrellas, por nombrar cualquier cantidad de mutaciones mediáticas, que mantienen a los chavistas boquiabiertos, a la espera de mas locuras en pleno desarrollo en el entorno oposicionista.
Aparentemente todo comenzó con la ayuda de un binomio contratado por Capriles para la contienda presidencial pasada, compuesto por loqueros y asesores de imagen, que revertieron la campaña antinacional de la derecha venezolana, preponderando los símbolos patrios atacados, escupidos, quemados, volteados y desbordados para extraerle estrellas. Además un discurso bolivariano del candidato de oposición, que casi coquetea con el verbo chavista y un necesario proceso de hipnosis desde un diván, para evitar cortes de pelo inadecuados o trepamiento de escaleras a mas de metro y medio como dice la ley.
Posiblemente así ocurrió una usurpación de identidad, que ayudó a los pacientes a sobrellevar las continuas derrotas electorales y una inimaginable diarrea de frases diarias que pertenecieron en otrora al chavismo, tales como: “Queremos ver al presidente”, “Queremos cadenas”, “ Que hable”, “Que venga” “Queremos una foto, una llamada”, “Que se juramente y tome posesión ya”, “ Necesitamos su presencia”, “Chávez, Chávez”.
Si siguen las cosas como van, no quiero ni pensar un, “Te queremos Chávez”.
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