Poder del pueblo y continuidad del proceso revolucionario

La continuidad del proceso bolivariano constituye una de las principales inquietudes que preocupan a miles y miles de compatriotas, militantes de las organizaciones populares y los movimientos sociales, que durante catorce años hemos impulsado y apoyado esta revolución bonita. Es obvio que estas preocupaciones surgen de la enfermedad que afecta al Presidente Chávez, y de las dudas acerca de que pueda reincorporarse a sus labores como dirigente fundamental de la revolución, una vez que el comandante supere el post-operatorio y las complicaciones surgidas en los dos últimos meses.



Hoy en toda Venezuela se debate en las bases populares esta cuestión, con la mayor seriedad del caso y expresando casi unánimemente una gran preocupación sobre la forma en que se debe reconstituir el liderazgo del proceso a partir de la enfermedad del presidente. Para aportar a este debate definimos los siguientes aspectos:



El razonamiento lógico y ajustado al más elemental sentido común nos indica que el presidente Chávez necesita de un largo período de reposo absoluto para poder recuperar la salud y garantizar su propia vida. Por ello no entendemos la insistencia del equipo de gobierno en anunciar un pronto regreso del presidente a sus funciones normales como primer mandatario. Si llegara a superar satisfactoriamente el post-operatorio y superar de igual forma la deficiencia respiratoria que ha mantenido en las últimas semanas, lo más recomendable es que el reposo continúe por varios meses más, e incluso por años, pues de un cáncer y de una insuficiencia respiratoria no se sale de la misma forma en que se sale de un resfriado o una gripe. La continuidad inmediata de las funciones presidenciales por parte de Chávez significaría introducir unos niveles de estrés y de esfuerzo físico y mental que consideramos serían sumamente negativos para la salud del presidente y podrían generar un nuevo agravamiento en el corto plazo.



Entendemos que el mecanismo de liderazgo impuesto por el presidente Chávez en estos 14 años es difícil de sustituir, pero no por ello vamos a convalidar que el presidente tenga que sacrificarse hasta morir para tratar de poner orden en la gestión gubernamental. Recomendamos, en aras de garantizar que Chávez siga viviendo, que el presidente se retire de sus funciones como primer mandatario. El gran apoyo del que goza actualmente la revolución bolivariana garantiza que unas nuevas elecciones serían ampliamente ganadas por Nicolás Maduro, como además ya vienen anunciando diversas encuestadoras. Por supuesto, esta eventual circunstancia implicaría cambios en la forma de conducción del proceso revolucionario, como analizamos más adelante.



El alejamiento de Hugo Chávez de la presidencia, aunque sea provisional mientras recupera su salud en un lapso perentorio que puede ser de varios años, abriría un período de profundos cambios en el liderazgo político de la revolución bolivariana. Dicho período puede durar varios meses e incluso varios años. Esta realidad permitirá evaluar más detenidamente el aporte histórico de quien sin lugar a dudas ha sido el presidente de Venezuela más relevante desde la independencia, comparable sólo con Simón Bolívar. Hugo Chávez, de retirarse del poder, dejaría una obra inconclusa, pero que por sí misma ha tenido un enorme impacto nacional, continental y mundial.



Las recientes y contundentes derrotas electorales sufrida por la oposición en octubre y diciembre pasados, colocan el centro de la disputa política post-Chávez dentro del propio chavismo. Por los menos por varios meses y tal vez varios años. La derecha no tiene actualmente condiciones políticas como para actuar ofensivamente tratando de recuperar espacios de poder dentro del país. Pero obviamente esa debilidad puede modificarse en la medida en que pase el tiempo. La fuerte ofensiva mediática que ha tenido la derecha en estos primeros meses del año, es una muestra de lo intacto que están las fuerzas más reaccionarias del país, las cuales aunque ahora no tengan fuerza de calle ni posibilidades institucionales, su recuperación pudiera producirse en un mediano plazo, en la medida en que se pudiera deteriorar la gobernabilidad y la unidad del proceso bolivariano.



Podemos inferir que el actual liderazgo chavista va a deteriorarse a medida que pase el tiempo. Las causas: ninguno de ellos posee las cualidades de líder que tiene Chávez y por tanto ninguno está en condiciones de generar el consenso que existía cuando Chávez estaba al frente del gobierno. El deterioro del consenso implicará un deterioro de la gobernabilidad sobre las instituciones nacionales, regionales y locales. De manera general, se puede decir que la revolución bolivariana tendrá dificultades para su continuidad en el largo plazo con el actual liderazgo que ha constituido el entorno inmediato de Chávez durante estos 14 años. Asistiremos a una crisis continuada de gobernabilidad en la cual se van a producir constantes reacomodos cuyos protagonistas y tendencias no se pueden predecir con exactitud.



Ocurrirán varios procesos simultáneos:



Una lucha interna por un nuevo reparto del poder dentro del chavismo (reparto del control sobre las instituciones del Estado y sobre el control efectivo del presupuesto nacional). Aunque formalmente se logren acuerdos unitarios para repartirse la torta burocrática, en los hechos se comenzarán a producir fuertes choques pues el país no es una suma de partes sino un todo orgánico. Esos choques inicialmente serán soterrados pero progresivamente se harán de forma más pública. Incluso pueden propiciar escenarios de violencia.



Un deterioro de ese liderazgo ante el pueblo venezolano que respalda al proceso. Esto puede ocurrir por la incapacidad del gobierno para solventar aspectos críticos provenientes de las reivindicaciones populares o de la política económica (como algunos afirman que ha sucedido con la reciente devaluación). Por ejemplo, los conflictos laborales y por contrataciones colectivas de sectores significativos del Estado (magisterio, universitarios, industrias de Guayana, etc.). Ya no estará la figura de Chávez para apaciguar los ánimos con la repetida frase de “el presidente no lo sabe” o “no cumplen con las orientaciones del presidente”. Los yerros de la burocracia no van a ser perdonados por el pueblo como había venido ocurriendo cuando Chávez estaba firme en su liderazgo nacional.



Una amplia conspiración del imperio por penetrar a los distintos liderazgos civiles y militares del chavismo para irrumpir desde allí propiciando la caída del proceso revolucionario.



En la lucha interna dentro del chavismo tratará de influir todo el tiempo el imperialismo y sus aliados internos. Las fuerzas imperiales buscarán siempre el momento propicio para intentar acabar con la revolución bolivariana. En sus iniciativas no descartarán propiciar escenarios tipo Libia o tipo Siria, es decir, propiciar una guerra civil que derroque al gobierno bolivariano y restablezca el dominio imperial sobre Venezuela.



En conclusión, el alejamiento de Chávez del poder abriría un escenario de incertidumbre y posible crisis política en Venezuela, incorporando amenazas a la continuidad del proceso revolucionario y abriendo las puertas para que la burguesía internacional y sus aliados internos intenten retomar por diferentes medios el poder político.



La garantía de continuidad del proceso revolucionario dependerá del surgimiento de nuevas formas de liderazgo popular colectivo que nazca al calor de la difícil confrontación política que será la característica de los meses y años venideros.



De no producirse el fortalecimiento de dicho liderazgo revolucionario alternativo, es probable que terminen predominando las tendencias reformistas que dentro de la burocracia chavista empujan a un acuerdo general con la burguesía criolla y el imperialismo yanqui como fórmula para “salvar y mantener” el proceso bolivariano.



De imponerse esta última tendencia, se puede producir progresivamente la retoma del poder por el imperialismo, y los líderes reformistas y conciliadores provenientes del chavismo pudieran progresivamente ser desplazados por más confiables líderes de la burguesía tradicional. Ese proceso pudiera llevar varios años, incluso todo el período presidencial actual (2013-2019).



La tendencia que ha prevalecido en nuestra historia es que las revoluciones anteriores terminaron siendo desviadas por sus mismos dirigentes. En algunos casos, por líderes segundones, como José Antonio Páez, Antonio Guzmán Blanco y Juan Vicente Gómez, o por la traición del propio jefe revolucionario, como Rómulo Betancourt. Luego, cada revolución fue sustituida en su momento por otra revolución más avanzada en términos programáticos. A Páez lo sustituyeron los federalistas; a los federalistas los andinos; a los andinos los adecos; y a los adecos el chavismo. No entra dentro de la lógica histórica venezolana que al chavismo lo vaya a sustituir un “neoadequismo”. La burguesía y el imperialismo han comenzado a estudiar esto luego del rotundo fracaso que tuvieron en 2002, y se pueden jugar a versiones modernas de lo ya recorrido en nuestro pasado republicano.



En la historia de nuestro país nunca una elite gobernante desplazada del poder por un tiempo tan prolongado regresó al mismo. Así ocurrió con la oligarquía paecista, con los federalistas y con el gomecismo. Aunque la historia no es un ciclo repetitivo, ciertamente lo anterior refleja características propias de la cultura política del pueblo venezolano, que siempre avanza revolucionariamente y lucha contra los gobiernos claramente regresivos en términos históricos. La dictadura de Gómez significó una abierta traición a los ideales formulados por su antecesor Cipriano Castro (que en los hechos tampoco había cumplido mayor cosa de lo ofrecido en la Revolución Liberal Restauradora). Tal vez el caso de Gómez sea el único momento en nuestra historia republicana en el cual un gobierno represivo y proimperialista se mantiene en el poder por tanto tiempo (27 años). La dictadura militar entre 1948-1958 no significó el regreso de fuerzas gomecistas pero sí permitió un gobierno regresivo que originalmente provenía de las propias fuerzas revolucionarias (los militares golpistas -Delgado Chalbaud, Pérez Jiménez- eran los mismos que habían acompañado a los adecos en el alzamiento antigomecista del 18 de octubre del 45). Este último caso cabe considerarse como un “posible” escenario futuro: un gobierno regresivo que fuera encabezado por figuras provenientes del chavismo; este gobierno pudiera ser producto de elecciones o de acciones de fuerza. Por ello el reto histórico ante la enfermedad de Chávez es salirse al paso a cualquier posibilidad de desvío del proceso revolucionario por caminos reformistas y de conciliación con el imperialismo global.



La manera de evitar que este proceso se desvíe o se pierda completamente será siempre la fuerza de la movilización popular guiada por un programa verdaderamente revolucionario. Esto no podrá depender de pequeñas y minúsculas agrupaciones o tendencias que existan dentro o fuera del PSUV. Dependerá de una gran confluencia de militantes revolucionarios (incluyendo militares) y organizaciones sociales que enfrenten la conspiración imperialista y la conciliación reformista. En esta última estrategia, que consideramos la única alternativa que existe para salvar la revolución, habrá que ensayar todas las modalidades para ejercer la democracia y lograr el mayor consenso posible que permita una relativa unidad de acción en todo el país.



Tres precisiones sobre las elecciones municipales:



La dirigencia del PSUV pareciera no asimilar los resultados de las elecciones del 07 de octubre de 2012. Del 55 % de votos obtenidos por Chávez, sólo el 42 % correspondieron al PSUV, el otro 13 % se distribuyó entre los diferentes partidos integrantes del llamado Polo Patriótico. Esto significa que el triunfo sobre Capriles, quien sacó el 44 % de los votos, se logró gracias a la participación de las diversas organizaciones del GPP. Sólo el PSUV no hubiera conquistado el triunfo electoral.
El anterior resultado se dio en unas elecciones donde participaba como candidato el presidente Chávez, con todo el arrastre de votos que su personalidad y liderazgo implica. Es lógico suponer que en elecciones donde el candidato no sea Chávez aumentará la migración de votos bolivarianos hacia otras fuerzas políticas distintas al PSUV.
Sin embargo, todo el proceso de preparación que realiza el PSUV para participar en las próximas elecciones municipales pareciera ignorar a otras fuerzas políticas bolivarianas, como si los resultados en votos del 7 de octubre no existieran. Esta conducta sectaria del PSUV pudiera generar problemas y confrontaciones más adelante, sobre todo en su relación no sólo con partidos del GPP, sino su propia relación con movimientos sociales organizados que mantienen una autonomía de acción con respecto al PSUV.



Partimos de considerar que el llamado “chavismo” no es igual a PSUV, y más específicamente, no es igual a la dirigencia del partido de gobierno. El pueblo chavista, que sigue, acompaña y participa en la revolución bolivariana, que ha sido el alma y motor de los principales logros de este proceso, milita indistintamente en diversas organizaciones de base, pudiendo estar o no inscrito en el PSUV o en otros partidos, o simplemente como militante revolucionario de base. Sin desconocer que el PSUV es, por bastante, el partido mayoritario en Venezuela, es lógico pensar que un eventual alejamiento de Chávez de la presidencia debilitaría ese carácter hegemónico del partido oficialista y daría paso al fortalecimiento de otras expresiones organizativas del pueblo bolivariano.



De manera general, a pesar de los 6,5 millones de votos sacados por la oposición en octubre pasado, y a pesar de las fallas y debilidades harto conocidas y discutidas que arrastra el proceso bolivariano, pensamos que una eventual salida de Chávez de la presidencia no tiene porqué colapsar al proceso mismo, y que por el contrario obligaría a una creciente participación creativa de la militancia chavista de base para contribuir a reorientar por caminos revolucionarios la conducción del gobierno bolivariano. En ese pueblo que salió a la calle el 27 de febrero de 1989, y que volvió de nuevo el 12-13 de abril de 2002 para reponer a Chávez y derrotar la conspiración golpista, que resistió los más de 60 días de paro petrolero y que de manera constante ha ido aumentando durante 14 años su respaldo electoral hacia esta revolución bolivariana, en ese pueblo insurrecto, insubordinado e irreverente, está la fuerza descomunal que significa la esperanza de continuidad de esta revolución bonita.



En las labores por el fortalecimiento del poder popular, de sus organismos de base como los consejos comunales, consejos de trabajadores y comunas, en la búsqueda del Estado Comunal que definió claramente Chávez en su propuesta del “Golpe de Timón” en octubre de 2012, en ese proceso de creación y de transformación que debe acabar con el estado burgués y dar nacimiento a una nueva sociedad participativa y protagónica, el pueblo venezolano irá adquiriendo la experiencia y los conocimientos necesarios para avanzar con firmeza hacia el socialismo, hacia ese Socialismo Bolivariano del Siglo XXI, que se reafirma desde la patria de Simón Bolívar como el faro que alumbra las esperanzas de liberación de todos los pueblos del planeta.



¡ Hasta la Victoria, Siempre ¡

¡ Patria o Muerte, Venceremos ¡


cruzcarrillo2001@yahoo.com

Maracaibo, 28 de Febrero de 2013.



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Roberto López Sánchez

Roberto López Sánchez (Caracas, 1958). Profesor Titular de la Universidad del Zulia (LUZ) con ingreso en 1994. Licenciado en Educación (LUZ, 1994). Magister en Historia (LUZ, 2005) y Doctor en Ciencias Políticas (LUZ, 2013). Actualmente dicta 6 materias en la Licenciatura de Antropología en LUZ: Historia de América; Historia de Venezuela; Intercambios Económicos; Poder y Movimientos Sociales; Culturas Afroamericanas; y Modo de Vida e Identidad Nacional. Ha dictado seminarios a nivel doctoral y nivel maestría en universidades venezolanas; y seminarios de Historia de Venezuela en universidades de Chile y España. Actualmente coordina la Unidad Académica de Antropología. Ha dirigido proyectos de investigación a través del CONDES-LUZ, y CLACSO. Línea de investigación: estudio de los movimientos sociales. Ha publicado más de 50 trabajos científicos. @cruzcarrillo09

 @cruzcarrillo09

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