Ay asesinato

Ay asesinato

No ha sido a balazos.

A Pancho Villa lo emboscaron y a balazos lo mataron. 

En una encerrona masacraron, “con hartos tiros”  a Emiliano Zapata.

A balazos sediciosos asesinan a    Jorge Eliecer Gaitán.

Disparos racistas y patronales  matan a Martin Luther King

Y aquella emboscada infame para dar muerte al Jefe Militar Supremo Antonio José Sucre.

A punta de disparos,  ricos hacendados y señores de la propiedad privada han segado la vida, en nuestra patria, de miles de mujeres y hombres del pueblo. Violencia cruel y desmedida, que ninguno de nosotros tenga  dudas.

No ha sido a balazos.

Ay asesinato artero.

Crimen de la oligarquía, de la elite del dinero, las tierras y el poder que se ceba con odio y saña, durante siglos, en el cuerpo de la patria. Oligarquía que siempre ha sido una impostura, un partido de los imperios viejos y nuevos.

Asesinato típico de los señores matanzas de Davos y el Pentágono.

Ay asesinato que no puede desaparecer tu nombre:

Tu nombre de  patria que pulsa las posibilidades efectivas de la sociedad de los iguales, la justicia y los bienes comunes. De la sociedad de tu socialismo del siglo XXI

Sociedad de la igualdad más allá del derecho y los convencionalismos contractuales, que no guarda semejanza  o similitud alguna con la igualdad de estatus, oportunidades, ser iguales ante la ley o la justicia. 

Sociedad de la justicia,  del orden social que discierne lo que es justo e injusto. Y establece el principio de justicia que es la causa del desacuerdo y la querella acerca de las relaciones sociales asimétricas,  de dominación,  explotación y exclusión social

La sociedad que define la ley por la igualdad. Y no la sociedad que es definida por la ley y los códigos siempre cargados de odio, sangre, muerte… 

Ay asesinato que tiene por castigo divino la potencia de tu nombre.

Tu nombre de desacuerdo radical que derrota al Alca,  desafía poderes imperiales y postula el contrapelo: de la lógica del capital global, del consenso domesticado por los ricos y desleal con los pobres, del apaciguamiento  de la democracia liberal-burguesa,   del tiempo apocalíptico de la devastación ecológica y de la vida nuda, de la condición de sobrevivientes de las especies que habitamos el planeta Tierra, y por lo tanto indigna.

Tu nombre, atributo del rostro de la Patria Grande: ALBA, SUCRE, UNASUR…y de la solidaridad sin cesar de los pueblos y comunidades de este continente radicalmente múltiple y diverso.

Fue ayer nomás que nos dices la verdad de tu nombre: “no soy Chávez”. Y entonces se hizo claro porque el pueblo está poseído en tus ojos, todo el pueblo en tus ojos.

Fue ayer nomás que clarificas la verdad de tu tiempo: “no es lo que hemos hecho, sino lo que falta por hacer”. Tu sublime tiempo, como también sabías,  ya está en camino.  Y he allí el compromiso insoslayable.  Entonces vamos pa’lante por lo que falta y vamos a realizar.

Ay asesinato  impotente que ignora la firmeza del nombre  que hizo real  la política anclada en esa brecha de lo verdadero y lo imposible.

Francisco Cedeño Lugo

fclugo50@gmail.com



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Francisco Cedeño Lugo


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