De dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo: De la derecha cuando es siniestra y de la izquierda cuando es diestra.
He parafraseado de madera inversa a Mario Benedetti pues en rio revuelto más de uno quiere y querrá pescar y la derecha venezolana cada vez más siniestra mientras la izquierda se siente y cree, ya diestra en el manejo y control del estado. Nicolás Maduro no es Chávez, él mismo lo ha dicho reiteradamente, la oposición lo sabe y lo ve diferente a nosotros; lo que para nosotros en un símbolo de humildad y reconocimiento a la grandeza incomparable de Chávez, para ellos es un sinónimo de debilidad y una oportunidad de aniquilar la revolución.
La sonrisa sínica del candidato perdedor cuando expresa: “Ya Chávez no está…y nadie se los va a devolver” además de rayar en lo inhumano es una muestra más que palpable de la mediocridad del personaje.
Ahora sacan el nombre de Bolívar para bautizar de manera inmerecida e innoble a su comando de campaña; pero ese Bolívar que ellos nombran y que a nosotros nos trae de inmediato el recuerdo de la gloria del Libertador, no es el mismo; el que abandera a la oposición sin patria y sin corazón; el Bolívar de ellos no es ni siquiera el Bolívar fuerte; el Bolívar de ellos es el de la devaluada moneda que alimentó los bolsillos de los personeros de la cuarta República y que permaneció arrodillado al Dólar durante más de 50 años, con un petróleo que mantenía un precio de 7 dólares por barril; y que se repartían entre ellos de la misma manera como se repartían los votos de los partidos pequeños en las mesas electorales; bajo la premisa establecida de acta mata voto:” Kikiriki este pa mi…Kikiriki, este pa ti…”
El Bolívar nuestro de cada día es el Glorioso Libertador que dio su vida por la patria y cuyo lienzo fue bajado de su sitio y colocado en el piso, en un baño, durante el golpe de estado del 2002; el golpe de estado de Henrique Capriles, Julio Borges, María Machado; Simonovis, Carlos Ortega, Carmona Estanga; el golpe de estado del cardenal Velasco.
El Bolívar nuestro es Chávez y el Chávez nuestro es Bolívar; los dos son uno en nuestro corazón y en nuestra vida; la vida de la patria; la oposición apátrida y sin alma quiere enfrentar lo inenfrentable, quiere confrontar lo inconfrontable, pero solo se engañan ellos pues la grandeza de Bolívar es inmaculada e intocable.
Después del 14 A, la revolución debe radicalizarse ese es un mandato; esa certeza que tienen ellos de que Maduro no es Chávez les da el valor para seguir las guarimbas y si a Chávez el grande no lo dejaron en paz, a Maduro trataran de fulminarlo; Maduro lo dijo claro, clarísimo; él no es Chávez por sí mismo, pero con la unión de todos en pie de lucha cerrada, entonces si es Chávez, entonces si somos Chávez y entonces si triunfaremos.
La oposición va a arreciar con su estrategia de crear el desabastecimiento; Maduro, ni lo pienses quien no produzca; Exprópiese, de inmediato y sin que tiemble el pulso.
La oposición va a arreciar con la campaña mediática; Maduro, medio que no respete; ciérrese o exprópiese ese espectro radioeléctrico es nuestro.
La oposición va a arreciar con los atentados al sistema eléctrico y los oleoductos; vigilancia total y mano dura.
Los “estudiantes” saldrán a gurimbear; los estudiantes bolivarianos alertas.
La revolución debe hacerse fuerte y el primer paso debe ser la radicalización de la revolución cultural que permita el nacimiento del hombre nuevo; el concepto de hombre nuevo va más allá de una expresión, para que exista un hombre nuevo, el viejo debe reconocer en primer lugar su condición de obsoleto y luego decidirse a preparar el camino para el nacimiento.
Todo indica que, debido al fenómeno de la evolución, el hombre se ha ido adaptando a todos los cambios surgidos en el planeta a través de los tiempos; más allá de eso el mismo hombre ha sido generador de cambios y por necesidad y obligación ha debido adaptarse luego a lo que el mismo ha ocasionado.
Una máxima ha marcado la pauta en los resultados “la supervivencia del más fuerte”, solo que el concepto de fuerza y fuerte también a “evolucionado” y ya el termino no es exclusivo para la fuerza física y la resistencia natural; así vemos como un “firifirito” e incluso un humano al que solo le funciona el cerebro puede, a través de la tecnología (sobre todo la tecnología militar y mediática), dominar masas increíblemente grandes de seres humanos, también es notoria la agrupación de pocos en grandes consorcios con el mismo propósito.
El hombre nuevo, para que lo sea, debe desprenderse de todos los conceptos viejos, sino no puede nacer como tal sino que será una versión renovada o actualizada, pero seguirá siendo el hombre viejo solo que con imagen moderna.
El concepto de hombre nuevo podría ser una utopía, porque ¿Cómo hacemos para nacer diferentes?, ¿Cuántos años de evolución se necesitarían para que ese fenómeno se dé, hará falta una especie de aislamiento de lo viejo por generaciones sucesivas hasta que algo diferente nazca?
El hombre nuevo requiere de conceptos nuevos, nosotros seguimos empeñados en tan solo adaptar los viejos al nuevo pensamiento, de ahí nos vienen los cambios de nombres que no afectan para nada el cambio de actitud, de ahí nos vienen las sucesivas “renovaciones del pensamiento” que no terminan de plantear nada nuevo.
Vemos el concepto de derecha y ultra derecha modificado a voluntad y capricho por los avatares de las consecuencias generadas por los mismos que crearon el concepto.
Igualmente vemos el concepto de izquierda cambiado de nombres, camuflado, actualizado, pero creando el mismo efecto que siempre produjo en quienes lo aplican y en quienes reciben la aplicación.
La injusticia social ha sido la vía de transito por la que han caminado todas las sociedades a través de la historia universal; con diferentes nombres y estilos pero con el mismo efecto, no basta con cambiar los nombres ni con actualizar los conceptos, hay que profundizar en el nuevo concepto, hay que profundizar en la nueva idea; hay que profundizar en la posibilidad cierta de que surja un “hombre nuevo”; debemos, además, ser capaces de transformarnos como muestra de transición y abrir el camino a la posibilidad de que el fenómeno del nacimiento ocurra.
Hay muestras visibles de que nuestra sociedad está cambiando, esa cultura del ponme donde hay todavía se mantiene pero se siente que tiende a desaparecer en las nuevas generaciones, esa cultura del maltrato físico (domestico, escolar y vecinal) también muestra tendencias a la disminución, la cultura del maltrato policial y la corrupción no dejan de pasar a la historia aunque se siente una mejoría; hay señales de cambio, pero es solo lo concerniente a la sociedad y el momento histórico, hay que afianzar esos cambios hasta que el concepto dañino desaparezca junto a cualquier posibilidad de brote.
En momentos de resurgimiento de sociedades el hombre tiende a reivindicar a los que han sido sometidos a injusticias y entonces aparecen falsos conceptos de igualdad y justicia y aparecen nombres nuevos y como en el guion del planeta de los simios lo primero en hacer es prohibir el uso de las palabras antiguas que tanto daño sicológico, moral y físico causaron. De allí surgió la idea de dejar de llamar negros a los de piel oscura para llamarlos “afrodescendientes” mientras siguen siendo los mismos negros; los venezolanos no somos descendientes de nadie solo somos venezolanos, hermanos, ciudadanos, eso es lo que realmente somos, iguales en derechos y en deberes.
Simón Bolívar luchó por crear una patria grande, con un pensamiento nuevo, sin distingos ni exclusiones; nos la dividieron, nos la confundieron y nos las transformaron en lo que hoy vemos, si queremos retomar el camino del pensamiento Bolivariano liberador debemos empezar por desechar de nuestros corazones el feudalismo mental que heredamos y que sirvió para dar al traste con los planes del gran soñador, el gran guerrero, el gran ideólogo: Simón Bolívar.
Hoy que intentamos retomar su lucha, hoy que intentamos retomar su pensamiento, debemos empezar por hacernos iguales, ni negros, ni blancos, ni indios ni descendientes de los africanos o los europeos: Venezolanos, hermanos, eso somos y nada más, con los mismos derechos y deberes.
O inventamos o erramos, parece gritarnos Don Simón Rodríguez otra vez; muchos peligros tiene el camino de la formación del hombre nuevo, pero el mayor de todos es que no lo logremos, desprendámonos de una vez por todas de los prejuicios y los conceptos aprendidos y manipulados, olvidémonos del ave fénix que renacía de sus cenizas y se hacía nueva pero seguía siendo la misma vaina, las cenizas que abonen la tierra para que surjan otras vidas, nosotros no podemos seguir resurgiendo cada doscientos años para que nos vuelva a pasar lo mismo.
Si no nacemos nuevamente como lo dijo Jesús, no habremos hecho nada; si no nacemos nuevamente como lo planteo El Libertador Simón Bolívar, en el manifiesto de Angostura como modelo de sociedad, no habremos hecho nada; sino nacemos nuevamente como lo planteó Don Simón Rodríguez en sus trabajo “Sociedades Americanas”, no habremos hecho nada; sino nacemos nuevamente como lo planteo Ezequiel Zamora en su grito “tierra y hombres libres”, no habremos hecho nada; si no nacemos nuevamente, no habremos hecho nada.
Podemos hacerlo, tenemos señales que nos lo indican: el 4 de febrero de 1992 es uno, no hay duda, una nueva sociedad nació en esa madrugada; el 13 de abril de 2002 es otro, quizás más magnifico que aquel y sin ninguna duda producto de aquel parto madrugador; falta mucho por andar pero vamos por el camino correcto, no seamos tímidos desechemos de una vez por todas los viejos conceptos para que podamos nacer nuevamente.
El 5 de marzo de 2013 a las 4:25 de la tarde hemos nacido nuevamente, el chavismo se hizo una realidad incontenible; entonces con más razón ese hombre nuevo que nació en millones requiere de la radicalización de la revolución educativa para que lo viejo termine de morir y el pensamiento esclavisante difundido por los herederos de los mantuanos desparezca de manera definitiva de la sociedad venezolana
Bolívar El libertador y Chávez El libertador del siglo XXI; los dos en uno solo, los dos inconfrontables, los dos indisolubles; los dos inseparables.
INDEPENDENCIA Y GRAN PATRIA SOCIALISTA
CHAVEZ VIVE Y VIVE, LA LUCHA SIGUE Y SIGUE
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