Las clases sociales se caracterizan por un claro oficio jugado por la clase explotada, o sea, servirle “democráticamente” a la clase explotadora, en nuestro caso, los proletarios a los burgueses. Cualquier restricción política a esta explotación es considerada una “dictadura” gubernamental o proletaria, una carencia de democracia en términos burgueses1.
Es así cómo los proletarios no logran ningún servicio de la sociedad que no tengan que pagarlo pasivamente con su trabajo, sumisión e incondicionalismo patronal. Y al revés: los burgueses no aportan2 un ápice al Producto Interno Bruto (PIB), no tienen necesidad de hacerlo, y toda su holgada vida termina saliéndole regalada o con cargo a la riqueza arrancada a los proletarios en todas las empresas capitalistas, en toda la burocracia de esos Estados todavía entendidos como simples juntas gerenciales o administrativas del patrimonio burgués.
Por ejemplo, el proletario no sólo trabaja como asalariado u obrero-un despectivo muy usado por la burguesía-o como artesano quien por excelente que resulte en sus técnicas se halla connotado como gente de bajo status y de partida no entra en las estadísticas burguesas-. Como tales trabajadores, sólo tienen como alternativa para “salir de abajo” optar por renunciar a su condición de proletario y aburguesarse, es decir, adoptar una posición de coexoplotador y en algunos casos de explotador.
Tal es la idea de progreso en términos burgueses. De allí en adelante los proletarios comienzan su carrera de sumisión, de defensa a ultranza del propio sistema capitalista que mantuvo en la miseria desde la cuna a su familia y a él mismo.
El precio para los ascensos clasistas es la sumisión, por ejemplo: 1.- el personal proletario que reciba educación gratuita en Primaria, Liceos y Universidades sólo podrá alcanzar y llevar una vida digna si se somete a explotar a sus excompañeros de clase, a convertirlos y asimilarlos como clientes, a vivir de ellos y no de su trabajo como profesional o como técnico.
Una de las variantes más expeditas para esta conversión de proletario en burgués la representa la actividad comercial que va desde la buhonería más sencilla hasta el mercadeo de mediana categoría comercial o usuraria. Se conoce de “profesores y compañeros de trabajo que fungen de prestamistas ante los bajos salarios de la Administración Pública, con mayor presencia en los centros educativos.
Muchos abogados hacen lo mismo, renuncian a sus residencias de pobre y optan por vivir dentro o en la periferia inmediata de los centros urbanísticos de la burguesía media que ya esté cuadrada con la alta. Se dedican a apañar arbitrarias decisiones judiciales, a realizar prontamente un mal arreglo en lugar de llevar a cabo un buen juicio.
Los Ingenieros a otro tanto. Son contratados por burgueses dedicados a empresas constructoras con una producción por lo general de tercera calidad aunque muy bien presentadas por fuera. Estos Ingenieros son los responsables jurídicos a la hora de desgracias que sufran u ocasiones tales edificaciones.
Pero, los más connotados como gentes tránsfugas que saltan la talanquera de proletarios a aburgueses son los contadores públicos ya que por la naturaleza misma de sus técnicas se dedican a llevar los libros del patrimonio de sus patronos. En estos libros se pueden asentar las más inimaginables truculencias financieras, basta para ello que los haberes cuadren fríamente con los deberes, los pasivos con los activos.
Por eso tenemos una sociedad cuyas clases de referencia son la burguesa y la proletaria, pero ambas gozan de movilidad potencial: muchos son los burgueses que anualmente caen la ruina, y muchos otros son los proletarios que se engolosinan con los hábitos burgueses. Esa movilidad abierta y libre para garantizar la continuidad del sistema es lo que debe entenderse por democracia burguesa, y cuya paz es garantizada por gobiernos y ejércitos serviles no menos aburguesados. Por eso la escualidad y burguesía criolla e internacional llaman dictadura al presente gobierno venezolano .
1 En el caso de la sociedad burguesa venezolana, durante la llamada 4ta. República existió un ente burocrático tripartito formado por sindicalistas, patronos y gobierno, o la Tripartita, un ente ductor vigilante de la “democracia burguesa” en materia de montos salariales y sus correspondientes derivados, a fin de evitar atentados contra la “democrática” marcha del ejercicio de explotación capitalistas.
2 Por el contrario, como explico en mi obra PRAXIS de EL CAPITAL, ni siquiera son dueños permanentes de los medios de producción, una propiedad manejada como la explicación “científica” del porqué unas personas son burgueses, y otros, proletarios.