Obviamente no es sencillo hacer de manera rápida un balance serio sobre lo que ocurrió el 14A.
Es evidente que lo ocurrido debe ser objeto de un profundo análisis y reflexión sincera por parte del chavismo y que no es un tema que se puede dirimir en un pocos párrafos, sin embargo mientras esperamos hacer este trabajo, urgente por lo demás, porque no tenemos demasiado tiempo, apenas nos quedan un par de añitos para enderezar los entuertos que tenemos (no perdamos de vista la posibilidad de que nos zampen un revocatorio (que, en estas condiciones, puede de que lo ganen) me animo a hacer algunos señalamientos desde mi perspectiva personal.
Con la elecciones del pasado 14A al chavismo se le presenta una oportunidad de oro, me animo a decir, aunque parezca una paradoja, que los revolucionarios nunca estuvimos en mejor posición por lo siguiente:
Se puso en evidencia que lo que algunos se habían atrevido a señalar sobre las desventajas del hiper-liderazgo de Chávez era totalmente cierto y que eso impedía el surgimiento de una dirección colectiva en la cual el pueblo se pudiera identificara con más fuerza, y que la Revolución no puede depender de un solo individuo por más increíble y fantástico que sea.
Se puso en evidencia que hay aproximadamente 1 millón de “chavistas” que no son tal que podrían votar por cualquiera: por Chávez, por Capriles o por Mickey Mouse y eso se debe al fracaso del PSUV que no hace el trabajo que se supone que debe hacer un partido revolucionario, que no sirve como órgano de discusión, de ideologización, que no va casa por casa como hacen los religiosos para ver qué necesita la gente y además de ayudarla a resolver sus problemas, tiene que hacer su trabajo político e ideológico, y que para colmo, como se está demostrando, ya no sirve ni como maquinaria electoral.
Se puso en evidencia que eso de apelar a lo emocional, a lo religioso, a lo irracional, al show, a la farándula a la frivolidad, no soló no funciona sino que se nos puede revertir en contra en cualquier momento.
Se puso en evidencia que no hay que tachar de escuálidos a los chavistas críticos, mantener una actitud triunfalista y tratar de minimizar las fallas que tenemos que son muchas y en general fáciles de resolver si las comparamos con los innumerables e inmensos logros de la Revolución.
Se puso en evidencia que tenemos pilas de fallas que hay que atender y que para rectificarlas hay que escuchar los señalamientos que se hacen al respecto porque no se puede corregir lo que no se ve, o lo que no se quiere ver, o lo que se minimiza.
Hay muchas más cosas que se pusieron de manifiesto, sin embargo creo que con esas es suficiente.
Cuando se tiene un diagnóstico más o menos claro de una determinada situación es mucho más fácil aplicar los correctivos y el “látigo de la contrarrevolución” ayuda mucho en este sentido y esa es precisamente nuestra situación actual, una excelente oportunidad que la Historia nos brinda. Es nuestra decisión aprovecharla o no.
Hay que apoyar a Maduro en todo, el hombre hace lo que puede y le está poniendo el pecho en serio. Estoy segura que de esta crisis saldrá fortalecido como un líder con su propio bagaje y no porque simplemente el Líder Supremo de la Revolución le puso el dedo encima, sin embargo no hay que seguir cometiendo los mismos errores de antes, la dirección de la Revolución y del país no solamente tiene que ser colectiva, no tiene que ser de cogollos tampoco, debe ser verdaderamente democrática y popular, los candidatos a cargos de elección popular deben ser elegidos en primarias y no puestos a dedo por el alto gobierno.
Cuando se habla de impunidad no debe ser únicamente para los golpistas, que poco los hemos tocado, demasiado poco, hasta ahora, sino también para nuestros corruptos, ineficientes y negligentes burócratas, que sí los hay, que cuando no sirven y meten la pata o roban en una institución, salen y ¡Oh, sorpresa! reaparecen en otra.
Hay que parar de mezclar la religión con la política porque no tienen nada que ver la una con la otra y es peligroso hacerlo porque la religión apela a lo emotivo, a lo irracional y a la fe, mientras que la política y la ideología deben apelar al razonamiento, a la razón y al conocimiento de las cosas. Además es una falta de respeto imponer a toda la población algo que debe quedar en el ámbito meramente personal. Entendemos y respetamos la situación tan difícil por la cual pasó el Comandante Chávez durante su enfermedad por lo cual se aferró a su religiosidad, pero eso fue algo personal de él, que debidas las circunstancias es totalmente entendible, pero ahora no se justifica más. Que nuestros dirigentes sean un poco más marxistas y menos espirituales.
Entender que ya no somos ni la “gran mayoría” ni somos “El pueblo” sino que esta mayoría hay que reconstruirla con trabajo y sobre todo con mucha humildad. Por suerte hay la fabulosa cifra de 7 millones y medio de venezolanos y venezolanas que creen en el Socialismo y no se dejan confundir por el implacable ataque económico, mediático y psicológico de la derecha y eso es un patrimonio que hay que defender y aprovechar para consolidar, esta vez solos, sin el ayuda de nuestro Padre Ideológico y con nuestras propias piernas el camino hacia el Socialismo.
Hay muchísimas otras cosas que hay que hacer para crear un profundo cambio cultural en la población y eso es lo que tenemos que comenzar a discutir de inmediato sin perder un solo segundo.
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