Los nuevos políticos de la realidad venezolana, nacidos a imagen y semejanza del ambiente y el entorno donde se formaron (ricos de cuna) fueron creciendo en espacios donde la malcriadez y la estupidez se juntaban; porque todo era resuelto a punta de dinero.
La burguesía venezolana crecida y engordada - luego de fracasadas luchas del pueblo - a la sombra del Estado, formaron políticos; tontos útiles quienes fueron colocados para cumplir un papel de fieles serviles y para que abrieran el camino a los negocios fáciles y a la entrega de las riquezas de nuestro país de una manera lacaya y denigrante.
El Imperio seductor y complaciente hizo su trabajo; perforó mentes de patiquines y utilizó con éxito, los más disímiles y sofisticados instrumentos de dominación.
Mientras los chicos crecían y se divertían, en lo “real maravilloso”, también se les formó para tomar el poder con métodos dóciles y acordes a su rebeldía juvenil. Se les creo su propia institución e ideología; su propio instrumento de formación de odio, hacia las clases humildes y excluidas de la sociedad (Tradición Familia y Propiedad). Todo ello acompañado a borbollones de recursos para su vida suntuosa y caprichosa, en la mayoría de los casos, extraídos del propio Estado.
Todo estaba planificado se había cumplido la tarea. No obstante, surgieron escenarios que se les escapó de las manos: “El Caracazo” y el “4 de febrero”. También surgió un líder que les cambió la historia y les echó a perder la fiesta: el “Comandante Eterno” Hugo Chávez Frías.
Sus fechorías siguieron su curso, crearon su propio partido PJ (con ideología oculta TFP), su fachada nació en la TV (Borges el paladín de la Justicia) y los reales otorgados desde PDVSA o los mal habidos; gracias a las influencias y a la magia de sus apellidos: Capriles Radonski, López Acosta, etc., etc., etc.
Mientras tanto navegaron en fechorías e influencias. Subieron a las alcaldías, al Congreso Nacional y de allí disparados a la Presidencia de la República. Todo ello, bajo la mirada del “Estado de Derecho”, penetrado y complaciente.
Paralelamente, ya existía un guión. Muchísimos años antes de lo “real maravilloso”, contado por “El Gabo” García Márquez. Desde 1865 ya el inolvidable escritor ruso Fedor Dostoievski lo revelaba (ver Diario de un Escritor): “…un joven de clase media que expulsado de la Universidad, se encuentra en la mayor miseria (humana). El sufre el influjo de algunas raras, prematuras ideas que flotan en el aire, y por efecto de su ligereza y la inconsistencia de sus ideas, resuelve salir por una vez, de su vida de apuros (TFP). A este fin decide matar a una vieja (Venezuela) viuda de un consejero, prestamista de dinero. La vieja es tonta, sorda, enferma, avara. Es mala y destruye una vida humana, pues esquilma a una hermana más joven, que le sirve de criada…”...
” Nada vale… ¿Para qué vive? ¿Le es útil a alguien?. Estas preguntas y otras semejantes desconciertan al joven, el cual decide matarla y robarle, con la idea de hacer feliz a su madre, que vive en la provincia; librar a su hermana que está de ama de llaves con unos terratenientes…”.
Lo más importante de este “Crimen y Castigo a la venezolana” es que el personaje (o los personajes) ignoran y pisotean las leyes y al Estado (Estado venezolano); cuentan a cada rato sus desaciertos, sus desavenencias, incitan al odio, ignoran los muertos por ellos motivados, pero cuentan sus crímenes a la opinión pública (por TV), en sus actos públicos, con lujo de detalles, pero siguen impunes. Nadie les cree; son fascistas, niegan las instituciones y sus leyes. Desde luego que en un país en Revolución, de lo “real maravilloso”, donde impera la impunidad esto ocurre; pero, ¿Hasta cuando?...
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