Según un estudio realizado por Ziff Davis Enterprise en el 2008, las modas en el ámbito de la Gerencia Moderna no han tenido un máximo de aceptación, a pesar del gran mercadeo que estas ideas han tenido en el mundo empresarial global. Tomando como ejemplo algunas organizaciones de Norteamérica y Europa, el estudio arroja que la recordada Reingeniería de procesos de negocios, apenas 36% de las empresas le dan uso; Benchmarking, un 35%, Programas de administración del cambio, un 33%, el afamado Balance scorecard, o Cuadro de Mando Integral, un 29%, el Core competencies strategies, un 24%, el Seis sigma, un 21%, la Administración basada en actividades, un 18%, el TQM, un 16%, la Planeación por escenarios, apenas un 9%, la Mass customization, un 7%, y ninguna de las anteriores, es decir que hacen su trabajo gerencial en razón de lo tradicional y familiar, un 17%. Como se puede apreciar, las modas gerenciales no han tenido en el mercado una verdadera presencia activa.
A todas estas, ha surgido, desde el 2008 para acá, una corriente del pensamiento gerencial que ha empezado a posesionarse en el mercado de las Asesorías Gerenciales y que ha tenido gran receptividad en América Latina, concretamente en México. La difusión de esta nueva herramienta apareció en artículos publicados en una revista arbitradas de importante presencia en el medio académico y que ha logrado ya tener sus propias ediciones traducidas simultáneamente al idioma español (Harvard Businees Review, y el texto de Pfeffer y Sutton, titulado “Hard Facts, Dangerous Half-truths and Total Nonsense”); me refiero a la Administración Basada en Evidencias (ABE). Esta corriente surgió en Europa, concretamente en la Universidad de Sevilla, España, durante el curso de doctorado Economía y Administración de empresas1998-2000, donde se impartió un módulo titulado “Administración de organizaciones basada en la evidencia”, como parte del programa Dirección de Empresas y Gestión de Marketing III. La visión de la Administración Basada en Evidencias, se resume en las siguientes acciones: Aprender acerca de las conexiones causa-efecto en las prácticas profesionales (Establecimiento de metas y capacidad cognitiva.); Aislar las variaciones que afectan los resultados deseados de manera sensible (El número de metas puede importar.); Cultura de toma de decisiones basada en evidencias (Gran “E” y pequeña “e”.); Construcción de apoyos de decisión para promover prácticas que soporten la evidencia (por ejemplo, especificidad, margen de tiempo para las metas); y Compartir información común para reducir el sobre-uso, el bajo uso y el mal uso de prácticas organizacionales y administrativas.
Para Julio García Del Junco y Cristóbal Casanueva Rocha, de la Universidad de Sevilla (España), la práctica de la Administración Basada en la Evidencia (ABE), es un proceso de auto-aprendizaje continuo y dirigido por el propio directivo que va a durar toda su vida profesional y que va a ser guiado por las necesidades de conocimientos surgidas en su unidad, en su departamento o en su empresa a la hora de realizar un análisis, de tomar una decisión, de resolver un problema o de poner en práctica una acción. Para facilitar la comprensión y la práctica de la ABE se puede concebir como un proceso que consta de una serie de pasos o etapas.
La etapa uno, se inicia con la formulación de preguntas eficaces; se trata de convertir las necesidades de información y de nuevos conocimientos por parte del directivo en preguntas precisas, de forma que sean susceptibles de respuesta. La etapa dos, localizar la mejor evidencia; se trata de localizar las mejores evidencias, las respuestas a las preguntas que se formulan existen en su mayoría o, por lo menos, la información que más puede ayudar para tomar una decisión acertada.
La tercera etapa, consiste en la valoración crítica de las evidencias; una vez se han encontrado las mejores evidencias disponibles, se debe hacer una evaluación de las mismas como paso previo a la comprobación del ajuste de dichas evidencias al problema concreto que se intenta resolver. La cuarta etapa, es la aplicación de la evidencia a la práctica; una vez encontrada una evidencia que es válida e importante para la resolución del problema estudiado, se debe plantear la doble cuestión de si esta evidencia es aplicable al caso particular de la empresa del directivo y de la situación concreta en la que se encuentra y de si el directivo puede integrar esa evidencia dentro de sus habilidades y solucionar el problema planteado por la vía que se propone en la mejor evidencia encontrada.
La quinta y última etapa es la Evaluación; ésta se da desde el criterio de la autoevaluación. La mejor forma de sacar provecho de la Administración basada en la Evidencia, es por medio de un examen sobre la aplicación de ésta en el ámbito del trabajo diario. Esto permitirá corregir posibles errores e ir mejorando el desarrollo y diversificación de la organización , ajustándolo a sus necesidades y creando condiciones adecuadas en donde reinterpretar y redefinir la misión y visión de la organización para adaptarla a los cambios del entorno.
Ahora bien, los precursores de esta modalidad Gerencial no están inscritos precisamente en las ciencias administrativas y gerenciales; surge en la primera mitad del siglo XIX, como la mayoría de las teorías que apreciamos modernas, bajo la influencia de la medicina que desarrollaba una concepción basada en la evidencia, tiene sus orígenes esta modalidad de ABE, en París. En aquella época, la realización de la sangría era una práctica terapéutica habitual para multitud de patologías. Louis realizó un interesante experimento. Decidió aplicar su "método numérico" para valorar la eficacia de la sangría en setenta y ocho casos de neumonía, treinta y tres de erisipela y veintitrés de faringitis. Comparó los resultados obtenidos con pacientes que tenían la misma patología y que no se habían sometido a la terapia. No halló diferencia alguna. Louis creó en 1834 un movimiento que llamó Medicine D'obervation, para contribuir a la erradicación de terapias inútiles como la sangría. La comprobación de la existencia de variaciones inaceptables en la práctica médica y que sólo una minoría de las intervenciones médicas se basaban en estudios científicos fiables, llevó al grupo de médicos de la Universidad de McMaster en Canadá, a iniciar un nuevo movimiento dentro de la enseñanza y práctica de la medicina, que denominaron "Evidence Based Medicine". En 1992, nació el nuevo paradigma de la MBE, con la publicación del artículo de Sackett y su grupo de investigación de McMaster, donde se declaraban herederos de la Medicine D'observation de Louis, y proponían una nueva práctica en la medicina; a pesar de su larga historia, la MBE es una disciplina relativamente nueva, cuyo impacto aún está por valorarse.
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