A Luis Arconada Merino (QPD),
quien nos enseñó a odiar las guerras civiles
con todas las fuerzas de su alma,
en el año centenario de su nacimiento.
1.- El discurso pronunciado por Henrique Capriles Radonsky el pasado miércoles 24 de abril en horas tempranas de la noche, transmitido por Globovisión en vivo, en directo y en forma íntegra, profusa y dilatadamente reseñado por todos los noticieros televisivos y radiales en las emisiones estelares de sus espacios informativos de ese día, es un hecho político de consecuencias impredecibles, entre ellas la de la Guerra Civil.
Tenemos todo el siglo XXI dirimiendo conflictos político-sociales de alta intensidad por medio de un sistema electoral que fue explicado, en una histórica declaración del ex presidente de los estados Unidos Jimmy Carter, como un sistema informatizado en el que cada votante, tras ser debidamente identificado y chequeado en el cuaderno de votación de su mesa, al pulsar la máquina de votación, enviando así una señal electrónica que la máquina registra, y recibir su correspondiente comprobante impreso con el que efectúa el acto de votar, de colocar su voto al interior de una urna electoral, configura un circuito inexpugnable que, al finalizar el proceso de votación, recibe la más rigurosa de las auditorías públicas inmediatas al ser recontados, en presencia de los testigos de los diferentes partidos, los miembros de la mesa electoral y el pueblo que voluntariamente esté presente, los votos del 54 % de los electores, a nivel nacional, aleatoriamente determinados. Reconteo que debe evidenciar la consistencia entre los votos contados a los ojos del pueblo, con los resultados emitidos por las máquinas. De todo lo cual sale un acta, Mesa por Mesa, que firman conformes testigos y miembros de mesa y de la que se distribuyen copias selladas que quedan en manos de los diferentes actores políticos.
El resultado consolidado históricamente de ese sistema electoral es una fotografía milimétrica de la voluntad política de este país: parroquia por parroquia, municipio por municipio, estado por estado.
Fotografía que nos reproduce una realidad que conocemos, que es exacta a la percepción que cada uno tiene del sector electoral en el que vota.
Milimétricamente el gobierno bolivariano perdió el Referéndum sobre la Reforma de la CRBV en el 2009
No tan milimétricamente, Henrique Capriles Radonsky le ganó la gobernación de Miranda a Elías Jaua en diciembre de 2012.
Y por 224.742 milimétricos votos Nicolás Maduro Moros ganó la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela sobre la candidatura de Henrique Capriles Radonsky, quien recibió 7.362.419 votos que llevan a la oposición a una situación política que no veía desde el siglo pasado.
Decirle, como le dijo Henrique Capriles Radonsky a Nicolás Maduro Moros la noche del miércoles 24 de abril, tú te robaste las elecciones, es una forma particularmente irresponsable de declarar una Guerra Civil entre dos Venezuelas a las que lo peor que les pudiera pasar es una guerra entre ellas.
¿Cómo se regresa HCR de decirle a NMM tú te robaste las elecciones? ¿Qué le va a decir después?
Lo que el pueblo venezolano debe reconocer es el carácter de aula gigantesca que vuelve a tener nuestra propia realidad.
Para los casi treinta millones de venezolanos para quienes esto no es sólo un debate ideológico sino también, y principalmente, una cuestión de vida o muerte, lo mejor es colocarse en actitud de aprendizaje, de transformación de la experiencia en conocimiento.
2.- La numerología es diáfana.
Antes del 14 de abril, las encuestadoras más opositoras le daban ventaja a NMM. Las encuestadoras que se ganan el dinero por predecir lo que pasará de la manera más ajustada a lo que termina pasando, y no por ser chavistas o de la oposición, le daban a NMM 10 puntos de ventaja y una argumentación: El fallecimiento del Presidente Chávez habría incrementado el carácter pasional/popular de la votación.
La realidad fue sorprendente para chavistas y oposicionistas.
La diferencia entre NMM y HCR no fue de 10 puntos sino de 1,49 puntos.
Hasta ese nivel, en el que la victoria electoral de NMM no está cuestionada, en tanto en cuanto por 1,49 puntos también se gana, y siendo lo probable que ganase NMM; la votación de la oposición era lo suficientemente buena como para que ésta celebrase que NMM no sería presidente del mismo país que había llegado a las elecciones del 14 de abril.
¿Por qué querría la oposición enlodar esa grandísima victoria en su trayectoria reciente?
Supe de qué profundidad era el cambio operado al interior del chavismo el lunes 15 de abril, como a las dos de la tarde, cuando atendí por el Sistema Nacional de Medios Públicos a las declaraciones de Jorge Rodríguez, alcalde del Municipio Libertador y Coordinador General del Comando de Campaña Hugo Chávez cuando, acompañado de la Jefa de Gobierno del Dtto. Capital, Jacqueline Faría, le dijo a Venezuela con voz emocionada: Todos somos pueblo. Todos somos patria.
Eso era una esperanza de avance democrático. Durante los últimos seis años creer, como algunos creímos y creemos, sostuvimos y sostenemos, que Pueblo es un concepto complejo, que trasciende límites y simplificaciones, no fue sencillo. Por eso era aquél un día de victoria. Ya no se iba a seguir cometiendo la agresión de creer y hacer creer que los millones de pobres que votaron por la oposición no eran pueblo.
-Todos somos pueblo. Todos somos patria. -. Había dicho Jorge Rodríguez, sabiendo que por decir al interior del chavismo eso que él dijo el 15 de abril, el apelativo más benevolente que se recibía era el de bate quebrado, y su consecuencia política era la exclusión total. De acuerdo a Jorge Rodríguez, el que era de oposición¡también era patria! No sólo no era apátrida sino que también era la patria. Eran muchos cambios para estar a menos de 24 horas del anuncio de los resultados. Así de fuertes eran los números de las elecciones.
¿Por qué la oposición podría pretender enlodar esa grandísima victoria del reconocimiento del otro, del adversario que no es enemigo porque también es pueblo?
Si se piensa que por poca, la diferencia de votos a favor de NMM no le da derecho a la Presidencia, se le abre el terreno a la confrontación violenta.
¿A quién le interesa eso?
Antes de intentar desentrañar esa pregunta, profundicemos el análisis numerológico. El 14 de abril de 2013 votó, voto más voto menos, la misma gente que el 7 de octubre de 2012. La participación, si bien no intacta, pues bajó algo menos de un punto porcentual, se mantuvo casi igual rondando el 80 %. Ya eso fue sorpresa, pues muchos esperaban un significativo aumento en la abstención electoral. Pero, en todo caso, no parece ser que de la burbuja del 20 % abstencionista se desgajó un pedazo que votó, mientras que de los votantes del 7 de octubre de 2012 hubo un sector que se abstuvo. No. Votó casi que, pelo a pelo, la misma gente. Y ocurrió un deslizamiento de aproximadamente700.000 votos del chavismo a la oposición, lo que configuró unos porcentajes que estableciendo mayoría de 50,61% a favor de NMM, contra 49,12% de HCR, no desdijeron el carácter de mitades en que se había dividido el país.
Pésele a quien le pese, el resumen de esta historia es que NMM ganó la presidencia de un país que ya no es el que llegó a las elecciones del domingo 14 de abril.
Si ese país diferente asume que ese pensamiento de Ghandi según el cual no hay camino alguno a la paz, sino que la paz es el camino, habremos todos y todas ganado las elecciones del 14 de abril.
3.- He sostenido que la polarización en Venezuela es relativa a la pregunta que se le lance a la población. Si la pregunta es sobre el presidente Chávez, veremos cómo la población se polariza entre a favor o en contra, pero si preguntamos por la explotación del carbón en Perijá, veremos como muchos de los definidos como chavistas se juntarán con muchos definidos como oposición en contra de la explotación del carbón en Perijá, y otros, chavistas, se juntarán con otros de la oposición para estar a favor de que se explote el carbón de Perijá.
Así mismo, si la pregunta es sobre demarcación de tierras y hábitat indígenas, veríamos claramente como los ganaderos y mineros, que pueblan tanto al chavismo como a la oposición, se enfrentarían a quienes en el chavismo, o al margen de él, y también en contra de él, propugnamos por el derecho de los pueblos indígenas a sus tierras y hábitat ancestrales como punto de partida para la construcción del pueblo multiétnico y pluricultural de la República Bolivariana de Venezuela, como lo dice la Constitución en el Preámbulo.
Imaginemos si la pregunta es sobre la explotación de la Faja Petrolífera del Orinoco. ¡Qué interesante sería saber cómo se polarizaría el país ante esa pregunta que Juan Pablo Pérez Alfonso iluminó en su testamento político: Hundiéndonos en el excremento del diablo!
Esos ejercicios contribuirían enormemente a no tener una visión maniquea de la realidad.
Los que con sus acciones concretas y declaraciones actúan para que en Venezuela se den las condiciones de una guerra civil se dividen en dos grupos. Los que están en el gobierno bolivariano, y los que están en la oposición a éste. A pesar de sus aparentes diferencias, coinciden en que ésa es la alternativa que satisface sus intereses.
En la oposición, el sector que está jugando las cartas de la guerra civil son quienes tienen plena conciencia de que su problema, esto es, reconstituir la dominación imperial capitalista, no es algo que unas elecciones puedan conseguir. Como lo dije hace ya nueve años: Para un sector de la oposición al gobierno del presidente Chávez, el pueblo venezolano ya llegó donde nunca debió llegar, ya traspasó los límites a los que jamás debió acercarse, ya tiene la conciencia que jamás debió tener y eso no se quita con elecciones. Eso se quita con una derrota en una guerra. Eso se quita en una década pinochetiana que castigue el atrevimiento de haber roto el bloqueo económico a la hermana República de Cuba, que castigue la contumaz resistencia al ALCA, pero sobre todo que castigue la rebeldía necesaria para haber puesto a Bolívar a cabalgar otra vez por el territorio de la patria grande que siempre profetizó.1
A ese sector de la oposición que tiene para Venezuela un futuro como el presente que hoy tiene Siria, por poner un ejemplo, los resultados electorales les quedaron como si los hubiesen planificado. Para ese sector de la oposición, lo peor que le hubiera podido pasar habría sido que, con esos mismos resultados, la diferencia fuese a favor de Capriles. Con el chavismo en la oposición y Capriles en la presidencia, lo único esperable era un aumento de la conflictividad social, y eso no sólo no recompone la dominación imperial capitalista sino que la dificulta. Por eso, para ese sector de la oposición, la leve diferencia a favor de Nicolás Maduro les quita toda responsabilidad de gobierno y les permite jugar plenamente a la desestabilización, a la provocación del conflicto y a la espera de que los marines o los cascos azules de la ONU, o algunos militares venezolanos descontentos que están buscando afanosamente, vengan a salvar a Venezuela del castrocomunismo, y a llevarnos a ser un país como el de antes, unido y feliz, donde las trabajadoras de servicio doméstico vuelvan a ser las cachifas.
Al interior del gobierno bolivariano, el sector que, más allá de sus reales intenciones, contribuye objetivamente con la construcción de las condiciones para una guerra civil se caracteriza por creer que eso de las elecciones es una debilidad pequeño burguesa que tiene que acabarse con la imposición de la dictadura del proletariado. Sólo así llegaríamos a ser ese, su soñado país, con un solo partido político, un solo periódico, un solo canal de TV, y una sola y única verdad que el buró político del Comité Central administraría sabiamente. Creen también que la Constitución Bolivariana, nuestro bien amado librito azul, es un texto socialdemócrata y batequebrado con el que no se va a ningún sitio y mucho menos a una revolución socialista verdadera, y que como, según ellos, el poder es para usarlo, ya es hora de aplastar a los que no están de acuerdo con ellos, ya que esa es la verdadera hegemonía.
Un dato curioso. Los guerreristas, tanto en la oposición como en el gobierno, ya tienen previstos sus puestos de comando, bien protegidos, desde los que mandan a los que sí se pueden morir a que se mueran. Eso de morirse, despanzurrados por la explosión de una granada, nunca es con ellos y ellas.
4.- La impugnación de las elecciones del 14 de abril del 2013 que HCR, a nombre de la oposición, introdujo ante el TSJ, es la nueva coartada de la desestabilización que puede preceder a la confrontación abierta.
La jornada electoral del 14 de abril fue internacionalmente supervisada. Fue minuciosamente seguida por medios de comunicación social nacionales e internacionales ávidos de poder transmitir la denuncia de alguna irregularidad, cosa que no ocurrió de forma destacable en ningún momento de la jornada electoral.
Los resultados se esperaron con la tensión propia de unas elecciones particularísimas y en ningún momento, ni la MUD ni su candidato, hizo denuncia alguna de algo tan grave que justificase a la postre una impugnación de las elecciones. Para denunciar irregularidades, no sólo no había que esperar los resultados, sino que lo ético era hacerlo antes. Si hay una irregularidad como para hacer justificable una impugnación de las elecciones nacionales, ¿cuándo se supo de esa irregularidad que sólo se dijo después de conocer los resultados?
La actitud de un sector de la oposición, esta vez encabezado por Capriles, comenzó a dar muestras de que más que un reconteo, para verificar el 46 % de los votos que no se contaron públicamente cuando se efectuó la verificación ordinaria que alcanza al 54 % de los votantes a nivel nacional, lo que pretendían era deslegitimar al sistema electoral que se había aceptado cuando la MUD presentó a su candidato para esas elecciones. Deslegitimar pidiendo auditorías que después se abandonaron, que se despreciaron burlonamente, para pasar a impugnar, ante el Tribunal Supremo de Justicia, unas elecciones presidenciales manifestando un profundo desprecio por todo lo ocurrido ese día y los días subsiguientes. Desde que sus propios testigos electorales, en cada mesa de votación del país, firmaron las actas en conformidad, hasta que Vicente Díaz, rector representante de la oposición ante el CNE, explicó por Globovisión que no podía haber fraude y que los resultados eran los que el CNE había dado.
Cuando, tal como creo y espero, el TSJ sentencie que no hay lugar para impugnación alguna, la oposición tendrá que evaluar si le conviene esa pretensión de destrozar a Venezuela en el interior y en el exterior, buscando que una Guerra Civil se haga inevitable o, por el contrario, asume que estamos en pleno período electoral, y que este país se prepara para la realización de sus elecciones municipales.
Esa es la agenda de la paz.
En las elecciones municipales, y esto no es un secreto para nadie, la oposición lleva dos ventajas considerables. La primera es que resolvió las 335 candidaturas a los 335 municipios el 12 de febrero de 2012 cuando, con apoyo del CNE, realizaron sus primarias. La segunda es el conocimiento. Los números que tienen en su mano dados por ese CNE que ellos tildan de fraudulento. Con esos números que tiene, la oposición se percibe ganadora en plazas electorales de la importancia de San Cristóbal, Maracaibo, Mérida, Trujillo, Valera, Barquisimeto, Valencia, Maracay, Puerto La Cruz, Barcelona, Porlamar, Maturín, Ciudad Guayana, Ciudad Bolívar, Puerto Ayacucho y quién sabe dónde más.
La oposición tiene dos salidas: O dice que el CNE es fraudulento y que el sistema electoral no es legítimo, en cuyo caso se corresponde una declaración de que no participará en las elecciones municipales para no convalidar así a una institución mendaz, lo que significaría que los marines vendrían bajando por el Caribe y lo que estaría indicado sería comenzar a llenar sacos de arena para amortiguar la inminente plomazón; o, por el contrario, asume la participación electoral en las municipales porque sabe que puede balancear políticamente el desbalance que significó la victoria del chavismo en 21 estados, en las pasadas elecciones de gobernadores pero, y esto no es nada banal, esa oposición tendría que admitir ante el pueblo bolivariano, cansado de que ante cada revés que ésta sufre acuse de fraudulento a un sistema electoral inexpugnable y transparente, que ese azuzamiento del fantasma de la Guerra Civil que significa cantar fraude, con saldo de diez personas fallecidas, decenas de personas heridas, instalaciones públicas incendiadas entre otras travesuras, era jugandito.
5.- Si la actitud del Presidente de la Asamblea Nacional, diputado Diosdado Cabello, de no dar el derecho de palabra a los diputados de la oposición que no reconozcan al Presidente Nicolás Maduro; o la actitud de la Ministra del Poder Popular para Asuntos Penitenciarios, Iris Varela, de declarar a la prensa nacional e internacional Capriles. Te estoy preparando tu celda, se correspondieran con decisiones de la Dirección Nacional del PSUV, uno podría y tendría el derecho a discrepar de una línea política que considera profundamente equivocada. Pero si esas actitudes se corresponden con el libre albedrío de cada quien, si esas actuaciones políticas, gracias a las cuales nos están haciendo sopa en el frente interno pero sobre todo en el delicadísimo frente internacional, a quienes defendemos el gobierno bolivariano presidido por Nicolás Maduro, se corresponden con lo que cada quien decida decir y hacer a su aire, entonces el asunto es otro.
Como no se sabe ni una cosa ni la otra, y no saber ya implica bastante falta de democracia, uno quisiera precisar su posición para decir que por lo menos uno está en desacuerdo con su actuación, que por lo menos uno piensa que están, objetivamente, trabajando para la oposición.
Un factor para la estabilidad básica necesaria que permitiese el despliegue del gobierno de Nicolás Maduro era el funcionamiento de la Asamblea Nacional como válvula de escape del disentimiento político. Que en la Asamblea Nacional se dijeran sapos y culebras era lo normal. Lo normal era lo bueno para el arranque de un gobierno tan difícil como el que le toca a Nicolás Maduro. Y, queriendo ser más madurista que Maduro, el presidente de la Asamblea Nacional le trancó la normalidad a la oposición que iba a decir, en el acolchado espacio del hemiciclo, su perorata fraudulentista para permitir, de ese modo, que la fracción chavista le dijera todo como es.
Diosdado Cabello, en su carácter de presidente de la Asamblea Nacional, no tiene derecho constitucional a preguntarle nada a diputado(a) alguno(a) para que éste o ésta pida y ejerza su derecho de palabra.
A la ministra Iris Varela uno le quisiera decir, respetuosamente, que aspira a un país en el que los o las ministras o ministros de asuntos penitenciarios no tuvieran en su mano la sentencia de un tribunal antes de que haya habido juicio con derecho a la defensa y todo.
6.- Pocas cosas me dan tanta desconfianza como las políticas de Agárrense de las manos. Los espacios para el diálogo y para la paz en los que creo tienen que ver con grandes acuerdos que están pendientes y que nos harían sentir qué es lo que es, en verdad, el poder popular. Por poner un ejemplo solamente, chavistas y opositores estaríamos unánimemente de acuerdo en impedir que el transporte público del barrio Santa Ana de la parroquia Antímano siguiese siendo la violación humillante a los más elementales derechos humanos y ciudadanos que hoy es. Ese no es un barrio que tiene dos líneas de jeeps. Esas son dos líneas de jeeps que tienen a un barrio. Unánimemente exigiríamos de la Dirección de Transporte de la Alcaldía del Municipio Libertador que desempolvara, si es que la tiene, la Concesión de Ruta que regula las relaciones y las condiciones de servicio entre las dos líneas de jeeps que operan las rutas que le pertenecen al pueblo del barrio Santa Ana, y sus usuarios, que son también el pueblo del barrio Santa Ana. Esa discusión de la Concesión de Rutas del Barrio Santa Ana, entre dos asociaciones de propietarios de jeeps, y la comunidad organizada del barrio, permitiría definir y expresar los conceptos de servicio público y de sociedad que tienen las asociaciones de propietarios de jeeps, la Alcaldía del Municipio Libertador, la comunidad organizada en sus diferentes expresiones como Consejos Comunales, Comunidades Educativas, Asociaciones Deportivas etc. Discutirlo todo. Si hay derecho ó no a conocer cuánto cuesta el cupo para ingresar a cada una de las líneas y por qué, discutir si debe haber un determinado número de jeeps de guardia en todo momento del día y de la noche o hasta qué hora exactamente. Discutir cuántos subimos y bajamos todos los días, conocer a ciencia cierta de qué tamaño es la mina de billete que produce nuestra necesidad de transportarnos. Discutir si debe haber una cola para los que quieren pagar una carrera, o si es justo que pagando 10 Bs., haya vivos y vivas que no hagan la cola y le quiten los jeeps a los que están en ella; y sobre todo, si va a haber alguna ley verdadera, algo que impida que cada conductor de jeep haga lo que le dé su real gana, sobre todo cuando empieza a llover.
Ese es el tipo de diálogo que construye la paz. Ese es el diálogo que no culmina nunca, el que tiene que ver con la esencia misma de la vida en Democracia.
Debe haber centenares de miles de situaciones en todo el país similares a la que yo planteo de mi barrio, en las que tendría posibilidad de expresarse la noción de acuerdo, de intereses colectivos por encima de cualquier diferencia. Esos ejercicios nos dan una idea de cómo en el seno del conflicto y la confrontación necesaria para el logro de la justicia, se cumple lo que dice Ghandi, eso de que la paz es el camino.
7.- El estalinismo es una categoría política que no pretendo definir en este material, pero sobre la que debo volver. A los efectos de este trabajo, creo que es válido decir que lo que voy a llamar desviación estalinista es la pretensión autoritaria de hacer un gobierno no para todos, sino sólo para quienes están identificados con el partido de gobierno. Tengo seis años enfrentándome a la desviación estalinista del proceso bolivariano. Desde enero de 2007, cuando el Presidente Chávez me juramentó en el Consejo Presidencial para el Poder Comunal, hasta mayo de ese año, cuando Jorge Rodríguez, quien presidía ese Consejo, me informó que había cesado en mis funciones, debatí y discutí sobre las nefastas consecuencias de desvirtuar el carácter comunitario por lo tanto amplio, diverso y no sesgado partidistamente del Consejo Comunal, concebido como instancia local de gobierno. Me enfrenté y denuncié como primera manifestación de corrupción, la práctica alentada por el Ministerio del Poder Popular para las Comunas de poner a los Consejos Comunales nombres diferentes al del espacio geográfico en el que se fundaban. Si el sector era El Aguacatico, el Consejo Comunal no se podía llamar Fieles de Bolívar porque esa era una forma de transformar al Consejo Comunal, que por definición es de toda la comunidad, en un club de amigos y amigas que terminaban siendo en realidad fieles al bolívar pero el de papel moneda.
Escribí dos cartas abiertas al Presidente Chávez. En el 2009 La conciencia, y en el 2010 El otro diálogo. En ambas cartas denunciaba la degeneración que estaba ocurriendo en la propuesta organizativa de los Consejos Comunales, paradigmáticamente expresada por ese funcionario del Ministerio para las Comunas que, en una asamblea del Barrio Santa Ana decía, convocando a una reunión que él consideraba muy importante, a esa reunión no deben ir sólo los Consejos Comunales, también tienen que ir las comunidades. No era una equivocación de ese funcionario. A pocos años de su creación, los Consejos Comunales ya no eran las comunidades.
No dudo en relacionar la merma en la votación chavista con la desviación estalinista del proceso bolivariano. Desde 1999 al 2006 fuimos el gobierno de la inclusión. Las Mesas Técnicas de Agua se fundaban convocando a todo aquél, a toda aquella, que sintiera que el problema del suministro del agua potable y la conducción y el tratamiento de las aguas residuales era su problema. Se fundaron instituciones ejemplares del Poder Popular, como el Consejo Comunitario de Agua de Clavellino, para los estados Sucre y Nueva Esparta, en el que tenían destacada participación sectores opositores al gobierno del presidente Chávez. El resultado de esa política se contó en las elecciones presidenciales de diciembre de 2006 cuando, rompiendo récords históricos, el gobierno del presidente Chávez aumentaba la votación absoluta y relativa y colocaba una brecha de casi tres millones y medio de votos con respecto a la oposición después de haber recibido durante ese período presidencial, entre otras cosas, el golpe de Estado de abril de 2002, el paro-sabotaje petrolero de 2002-2003, y el Referéndum revocatorio del 2004.
En las elecciones del 7 de octubre de 2012, y me permito disentir del Presidente Chávez, no se dió una victoria perfecta. Se consolidaba una reducción de más de millón y medio de votos en la brecha entre el gobierno bolivariano y la oposición a éste. Era la primera fotografía del gobierno excluyente, del gobierno que en boca de sus funcionarios del Ministerio del Poder Popular para las Comunas decía: Vamos a organizar el Consejo Comunal en El 70. Los que no sean socialistas favor abstenerse.
La desviación estalinista del proceso bolivariano es mucho más profunda de lo que hasta aquí he expresado y a ella me referiré en análisis sucesivos. La circunstancia nos exige trabajar para afirmar y consolidar el gobierno bolivariano presidido por Nicolás Maduro Moros. En eso estamos.
1. Santiago Arconada Rodríguez, Venezuela: Apuntes contra la guerra, ALAI-AMLATINA, mayo 2004.