Extrañamente, la base económica social no incluye el mercado manejado por Adam Smith
Una de las confusiones más enrevesadas de la Política y de la Economía, olímpicamente recogidas en la literatura no marxista y marxista que nos llega a nuestras tierras[1], se origina en el mercado de valores prefabricados; estos incluyen las fuerzas productivas, o sea, los medios de producción, la fuerza de trabajo[2] y aquellas mercancías recién procesadas y destinadas al consumo final de trabajadores y no trabajadores.
Pero, los mercados no se hallan en la base de ninguna sociedad civil, en esta se encuentran sólo las relaciones de producción, las mismas que tienen qué ver con quiénes y por qué algunos hombres son dueños privados de los medios de producción, y muchos otros también son propietarios, aunque sólo de su fuerza de trabajo.
Efectivamente, sólo Marx define originalmente el capital como un proceso circulatorio y productivo que involucra la metamorfosis que sufre el dinero, las mercancías de consumo productivo, y las de consumo final. Todo ese mercantilismo precedente fue marxianamente reubicado en su justo lugar, sacado de la base económica, engarzado con el proceso productivo y fabril, pero cuidadosamente lanzado a la esfera civil con la debida y conveniente regulación supraestructural que es inherente al Estado. SÓLO LOS APOLOGISTAS DEL BURGUESISMO HAN VENDIDO LA FALAZ IDEA DE QUE EL MERCADO TAMBIÉN SE HALLA EN LA ESTRUCTURA ECONÓMICA.
[1] Confesamos no haber podido leer los originales marxianos ni los del coautor parcial de El Capital, de Carlos Marx, las de Federico Engels, en sus primerísimas ediciones. Aquí nos ha llegado sólo textos de tercera editados y traducidos por agentes burgueses, las más de las veces.
[2] Como recogemos en el primer borrador de Praxis de El Capital, 2da. Entrega, Carlos Marx es el economista que por primera vez descubre abiertamente el carácter mercantil del trabajo asalariado, o sea que, como el resto de las mercancías, la fuerza de trabajo del asalariable tiene un valor de uso-sirve para realizar trabajo-, cuyo valor de cambio alcanza un monto tal que garantiza la creación de riqueza adicional a la invertida por su patrono y de la cual éste se apropia. Este v. de cambio, para el empleador, vendría dado y hallado por/en el mercado en las diferentes bolsas de trabajo. Curiosamente, la Economía burguesa o vulgar-léase acientífica-también le da ese carácter, aunque ella lo hace para hacerles ver a los neófitos en materia económica, y a los no tan ignorantes, que esta variante de trabajador, al contrario de los esclavos y siervos feudales, no es explotada, sino que el patrono tiende a pagarles a sus trabajadores-según esos apologistas. ingenieros y técnicos en Economía-su precio salarial dictado por el mercado, vale decir, nacido en las exterioridades de los centros fabriles. (Véase Manuel C. Martínez M., Praxis de El Capital, Primera entrega).
20/05/2013 7:53:32