Entre Donatella Iacobelli y Roberto Hernández Montoya

En estos días de mayo, significativamente combativos, el 20 para mas señas, la camarada Donatella Iacobelli, escribió un buen articulo (Roberto Hernández Montoya ¿Nuestro Ibsen Martínez?) http://www.aporrea.org/actualidad/a166267.html el cual suscribo en su generalidad, no por el llamado de atención que le hace, sino porque a través de él destapa un tema que tiene que ver con la descolonización del pensamiento, uno de los retos que se impuso el ministro saliente como política cultural. La colonización, la que aun pervive en nuestras expresiones, las que Donatella dice, afloran de forma inconciente, surge con mayor peligrosidad en esta vanguardia. En el artículo, Iacobelli aunque advierte no repetir la dosis, reclama la organicidad o la utilidad de las ideas para el combate, sobre todo en este momento de convulsionado opinionismo revolucionario excitado por la estrategia implosionadora de la derecha, y dejar las piruetas, las cabriolas dialécticas que dicen sin decir nada.

Roberto, una semana después, aprovechó la promesa de Donatella y respondió radicalizando su superioridad intelectual, con una pieza literaria de exquisito gusto musical (200 años de Wagner), en donde derrocha, conocimientos íntimos de la cultura europea que mas allá del gusto personal, solo sirven para la defensa de los símbolos de la cultura del dominador. Como muestra veamos la siguiente iconografía contenida en el artículo del Roberto: Richard Wagner, Samuel Coleridge, , La consagración de la primavera, Stravinski, Oscar Wilde, ópera, Gesamtkunstwerke, Bayreuth, Venecia, un bello lugar para morir, Friedrich Nietzsche, Parsifal, Heldentenöre, La donna é Mobile, la ópera italiana, su carácter italiano. Imágenes que no necesitan mayor promoción. Nuestros intelectuales siguen los pasos de sus ancestros (los conquistadores) del otro lado del Mediterráneo, y lo hacen como animas en pena, sonámbulos, en un mundo en el que jamás serán aceptados, a menos que renuncien a sus nexos indigenistas y afros, asociados a culturas marginales, oscuras, exóticas, feas y pobres como es etiquetado todo lo que no es euro. Y lo hacen vinculándose de alguna manera al gusto por lo europeo y su caprichoso margen de excentricidad o aberración. De allí ese empalagoso maratón de citas de pensadores europeos. Son pocas la obras, de todo genero, que no están acompañas por epígrafes de artistas, filósofos, escritores etc., de rutilantes nombres, exponentes de las profundidades de las culturas anglosajonas, latinas y la europeidad en general. Entre mas desconocido el autor  por el vulgo, mayor el prestigio de quien lo nombra, porque en el fondo lo que se persigue es el sentido de lo elitista. El artículo de Roberto es de un sifrinismo tal, que no deja de otra sino parodiarlo, pero de todas formas tenemos un interés en la defensa de nuestra cultura, por lo tanto valido es, la creación de nuevas fabulas:    521 años de Cuauhtémoc

Dicen que la distancia es el olvido
 Roberto Cantoral García

A los 521 años de su existencia, Guicaipuro Cuauhémoc sigue siendo más que polémico. Vinculado al socialismo, al anarquismo, precursor del antiimperialismo, supuesto antimaya, pero absolutamente caribe. Su lucha causó un impacto tal en la larga Guerra de Independencia que solo el portento de Bolívar, y episodios como La Batalla de Santa Inés y La Revolución Bolivariana, causan controversias entre admiradores y detractores de la permanente revolución por la emancipación venezolana, acerca de su grandeza. Pero ya esas valoraciones no causan altercados, en cambio todavía estamos tratando de conocer a Cuauhémoc. Se lo admira con facilidad y no se lo rechaza con comodidad, digo, quienes aún lo rechazan.

El provocador profesional Luis Britto garcía, por ejemplo, dice que no hay mejor matemática que la de Cuauhémoc, porque la mayoría de los europeos son muy malos con el cálculo y esa matemática como la de todo revolucionario, es tan liberadora que su solo cifrado,  exorciza  las colonias. Es que Cuauhémoc cambió casi todo, como Bolívar. El arte de la guerra, en primer lugar, sus batallas, que él llamaba flechas envenenadas, obras de arte torales, innovaron radicalmente la guerra, la batalla, el combate, la escaramuza. Jamás fue capturado.

«Ana Karina Rote» (Los Caribes somos hombres libres), decía. Se amistó profundamente con Tiuna por su reafirmación Kariña, pero hubo desencuentros accidentales por la intriga española, como lo sucedido en la Batalla de Maracapana que  rompió con la armonía indígena cuando intervino  la corrupción ibérica a través de los aires católicos con que tiempo después lo empantanaron todo. Las razones del recelo eclesiástico me vienen de ahí.

El timbre de mi celular es desde hace años la melodía del Macondo de Billo de la obra de Garcías Márquez, la que me recuerda que la distancia que se le impuso a Guicaipuro como a toda la estirpe caribe e indígena en general, lo sumió en el olvido. Muy poco se recuerda a Cuauhémoc. Me gusta toda la gesta de independencia, pero la de Cuauhémoc ocupa junto con la de Bolívar y Chávez mi más alta preferencia. Dicen que sus obras son interminables, pero al final las siento demasiado breves para lo que hay que seguir sintiendo.

No me explico cómo los lanceros guerreros heroicos de Cuauhémoc tienen esa capacidad precisamente heroica para sobreponer la fuerza de sus lanzas por sobre los cañones del conquistador durante días y días de batalla. Y tampoco entiendo cómo podían memorizar los caminos del cielo en las noches oscuras de la selva intrincada  y hacer tan largas marchas. Porque es fácil aprenderse la rutina marcial de la francachela militar de la realeza. Pero es que la guerrilla caribe es otra cosa, en primer lugar es ligera, ágil, contundente y su carácter taino la hace por igual anfibia. La Cuauhémocana es drama constante para el enemigo, casi sin tiempo para la respiración. Aun así es bella.

¿Qué hacer con Cuauhémoc hoy? Por lo pronto traerlo a la memoria. Pero también estudiarlo, discutirlo, reflexionarlo porque esos genios son tales porque dejan kilómetros de tela que cortar, durante siglos.

Gracias Roberto.

Saludos Mario Silva.

¡Chávez vive, la lucha sigue!

 



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Milton Gómez Burgos

Artista Plástico, Promotor Cultural.

 miltongomezburgos@yahoo.es      @MiltonGomezB

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