Sí, debe ser una alcaldesa. Ya no puede seguir siendo un alcalde quien esté al frente del gobierno municipal.
Una alcaldesa, simplemente, es una mujer. Por lo tanto, la figura humana más cercana a la eficiencia, a la belleza y a la perfección, es quien debe asumir el gobierno local.
Se ha dicho innúmeras veces que esta revolución es feminista. Yo añadiría que también es femenina. Sólo una mujer es capaz de hacer de la palabra ternura una realidad, de piel, de manos e hijos. Y aquí cabe recordar que un hombre, de pensamiento y sensibilidad femenina (lo digo “aún a riesgo de parecer ridículo”) como Ernesto Che Guevara, fue quien nos dijo que “hay que endurecerse sin jamás perder la ternura”.
Las revoluciones deben ser duras, firmes, inquebrantables y hasta irrevercibles, pero sin llegar a perder la ternura jamás. Nuestras sociedades patriarcales y machistas suelen no entender lo que esto significa. Piensan que hay una dicotomía en la que duro es de hombres y tierno es de mujeres. De allí que siempre se pensara en que los gobiernos deben estar encabezados por hombres y las mujeres que se guardaran para roles socialmente secundarios.
Chávez, nuestro Comandante Supremo Hugo Chávez, una de las rupturas emocionales y epistemológicas más difíciles que debe haber asumido como líder, fue esa de calificar a nuestra revolución como femenina, declararse él mismo feminista, aumentar la participación de las mujeres en los cargos y soñar con una pronta elección de una mujer para presidir el Gobierno Revolucionario en Venezuela.
Nicolas Maduro, nuestro camarada presidente, ha seguido ese complejo de principios que debe ser característico de toda auténtica revolución socialista y así lo declara.
Ahora, lo difícil es hacerlo, militar en ello y que no nos tiemble el pulso, que nada nos aparte de ese objetivo. El asunto, sobre el cual debemos reflexionar con autenticidad y profundidad, es una realidad obligada a enfrentar y doblegar las culturas patriarcales, sexistas y machistas, que son reproductoras de la gran y compleja dominación que el capital ejerce sobre nosotras y nosotros.
Por eso mi propuesta en esta nota de opinión es que postulemos, para las venideras elecciones de cargos en alcaldías y concejos municipales, que la revolución candidatee a mujeres, que postule lo femenino como principio, aunque en algunas excepciones se tenga que escoger a un hombre para el cargo.
He insistido en artículos anteriores en cuestionar la figura estructural de las alcaldías como formas de gobiernos que reproducen los modelos presidenciales y de gobernaciones, por cuanto alejan a quienes los ocupan, de sus pares, de sus vecinos más cercanos, de quienes con él o ella deben gobernar en pro de la comunidad y del poder popular.
Ahora quiero introducir este nuevo elemento histórico conceptual de la Revolución Bolivariana, para poder cumplir con éxito la Misión Eficiencia de la que hablara el Comandante Chávez y que el camarada Maduro también defiende.
Las experiencias en nuestras comunas, en nuestros barrios y campos, en la organización popular y el empuje de la planificación, de la administración y de las soluciones, en todos los ámbitos -tanto en el privado, familiar, como en el público- son mayoritariamente conducidas por mujeres.
No olvidemos que esta revolución, la independencia y la Patria socialista que entre todas y todos construímos, son mujeres que nos esperan para el disfrute colectivo de la libertad plena.