“Para bachaco, chivo, y para este, empalizá”

Amor vs. Odio

La gente de avanzada ideológica, peyorativamente calificada como “izquierdista”, debe meterse bien en su conciencia que el arcano proverbio procedente de la criminal Roma Imperial, según el cual “guerrero que divida, vencería”[1], tiene necesariamente en consecuencia, su antónimo inmediato, suerte de perogrullada, de lógica elemental y de igual peso, frente al peligro de ese “guerrero”-léase criminal-y contraproverbio que consiste en la unión de sus pretendidas víctimas.

Así, frente al odio divisionista, el amor unionista, porque obviamente quienes dividen no conocen el amor, no saben de uniones sin siquiera en el íntimo seno de sus padres. Dentro de la derecha nacional, por ejemplo, conocemos caos de padres corruptos que no sienten amor ni por sus hijos, habida cuenta de que han alimentado a su familia con dinero mal habido, producto del saqueo de las arcas públicas, de su irresponsabilidad como burócrata, y padres “docentes” que con sus malos hábitos burocráticos se han burlado, por ejemplo, de sus alumnos, de sus directivos, de sus ministros, de sus Presidentes y del resto del país, pero quienes, no obstante, andan por allí muy orondos y como si nada hubiera pasado.

Conocemos de casos como los Robín Hood, un vulgar pillo que alimentaba a los pobres que lo enconchaban con bienes robados a terceros, cosas así.

El caso es que resulta muy coherente reconocer que si la unión se forma con gente pacífica y amorosa, las desuniones son protagonizadas por gente infatuada y cargada de odio o desamor, de esa que jura para sí defecar más arriba del ano, cosas así.

Gente para nada amorosa ni unionista, sino todo lo contrario, entre las cuales podemos mencionar al afamado y premiado escritor A. Úslar P, ese recordado locutor y periodista que vivió en olor de “mantuanidad”. Hablamos de quien    pudo seguir durmiendo plácidamente luego de que esa misma tarde, él personalmente o mediante un “heraldo” servicial,  mandó a cerrar ipso facto el liceo de donde procedía  el usual alborozo de una chiquillada, de imberbes y adolescentinos, sitos a escasos metros de su mansión donde a la sazón él sesteaba en la Alta Florida, Caracas, la de los valles y sus dueños, ayer feudales colonialistas y hasta ahora burgueses con  amplio expediente  de explotaciones proletarias, y de entreguismo desmedido hacia la burguesía transnacional. Porque así como el amor es unionista por excelencia, el odio representa todo lo contrario.

 Este, aristócrata burgués de vieja raigambre colonialista, sólo tardo minutos en ser complacido por el gobierno de marras; logró el cierre inmediato del liceo correspondiente porque le estarían perturbando su animalizada siesta de todos los días.


[1] Refrán manipulado por los consejeros de los asesinos ejércitos romanos, quienes son llamados “conquistadores”, guerreros, etc., por sus adulones de siempre. por los franceses imperialistas, monárquicos y encopetados de siempre-hablamos de su clase dominante-



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Manuel C. Martínez


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