A tres meses de la partida física de Hugo Chávez Frías, un hombre que con el pasar de los años será reconocido por tirios y troyanos como el hombre más influyente de Venezuela y posiblemente de Latinoamérica en las primeras décadas del Siglo XXI, la tarea y el compromiso revolucionario de quienes creímos en él consiste en mantener vivo su legado.
Mantener vivo el legado de Chávez obliga individual y colectivamente a reivindicar el ideal revolucionario de forjar una Patria Soberana y Socialista, ideal por el que el Comandante dio su propia vida.
El chavismo popular, entendiendo como éste al que desde el propio 1992 descubrió un líder que se crecía hasta en las derrotas y que a partir del 1998 siempre entendió que el conductor del Pueblo no era que otro que Hugo Chávez.
Ese chavismo, es el mismo que logra revertir el golpe de la derecha que en abril 2002 saca a Chávez de Miraflores con pretensiones de acabar con la revolución que éste dirige; pero es ese mismo chavismo quien junto a su líder derrota el golpe petrolero, las guarimbas y con el referéndum revocatorio atornilla a Chávez en el poder.
Chávez en su permanente empeño de entender la realidad para transformarla, en algún momento define a este chavismo como Poder Popular y posiblemente desde el año 2006, después de izar las banderas del Socialismo, comienza a caracterizarlo y como si tuviera ya consciencia que su vida es más finita de lo que todos, hasta el mismo, quisiéramos que hubiera sido, comienza a hacer la campaña a favor del nuevo modelo de organización social que debe descansar, en buena medida en el Poder Popular.
Chávez fue indudablemente padre y creador de muchas experiencias, propuestas y modelos para alcanzar “la suprema felicidad del pueblo”, pero de todas estas experiencias la que apenas comenzaba a germinar, después de 13 años de revolución, era precisamente la del poder popular. Lo confirman los planteamientos del Golpe de Timón y la crítica y autocrítica que hiciera a su gabinete ministerial, como un grito desesperado de quien descubre lo que hay que hacer, pero objetivamente carece de las condiciones para materializar sus deseos.
El Poder Popular, como materialización, es apenas una criatura en gestación que contiene el germen de la revolución verdadera que Chávez soñó para su pueblo. Este Poder Popular debe encarar a un poder que además de negarlo niega rotundamente la Revolución Bolivariana y/o cualquier intento de revolución con cualquier apellido que se le quiera endilgar.
P.D: que el poder popular no olvide el compromiso de denunciar permanentemente que unos “empresarios de maletín”, con la complicidad de funcionarios del gobierno, recibieron 20.000 millones de dólares con los que se ha financiado una guerra económica que de pizca no derroca a Nicolás y que apenas se nos ha dicho que fue un “error” que no se volverá a cometer. Cuándo lo que cabría era enjuiciamiento y cárcel a estos corruptos. Recordar a Chávez nos obliga a denunciar permanentemente y a rebelarnos como siempre él lo hizo.