El Premio Libertador al Pensamiento Crítico para Atilio Borón y la Mención de Honor para Telma Luzani, es más que el reconocimiento al esfuerzo intelectual de dos argentinos que reflexionan sobre la América nueva, también lo es al pensamiento latinoamericano actual, que entre México y la Patagonia, se esfuerzan por abstraer en ideas, análisis y relatos, lo que la marcha de los pueblos contiene de transformador en este tiempo histórico.
Un costarricense (de origen alemán), un ecuatoriano, un colombiano, dos argentinos (uno de ellos radicado en México), dos españoles y un húngaro, han merecido la titularidad del galardón. Seis de los ocho ganadores son latinoamericanos.
Ese buen dato se relativiza ante la unidad/continuidad de sus obras. Cada una, incluida las de los europeos, centraron sus preocupaciones en las novedades del capitalismo mundial y sus efectos riesgos en nuestras sociedades.
Luego de casi tres décadas de declive del pensamiento latinoamericano, sumergido en los resplandores del neoliberalismo y la crisis intelectual de la izquierda, emerge una generación de ensayistas, que retoma el hilo de la que refulgió con brillos propios para el mundo, entre finales de los 50 y mediados de los 70.
Ese es el mérito en términos históricos. Las luchas que nos colocaron por cuarta vez a la vanguardia intelectual del mundo, no tendrían destino, si un pensamiento ecuménico y anticapitalista, que aporte perspectiva “a la ciega marcha de la historia”, como advirtiera Luckacs.
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