Más que una consigna, nuestro líder Supremo Hugo Chávez nos dejó este
mandato que nos supera en tiempo y espacio, que obliga a la reflexión
autocrítica de nuestra manera de ver, pensar, hablar y hacer las
cosas.
Es un ejercicio sano que nos ayuda a caracterizar nuestras virtudes y
defectos para desintóxicar nuestro cuerpo, alma y espíritu de la carga
de antivalores capitalistas que todavía fluyen de todos nosotros, los
que aspiramos ser como Chávez.
La palabra, la utilización de la información como instrumento de
dominación, así como el aprovechamiento de las necesidades del pueblo
para el lucro personal de una minoría sobre el infortunio de las
mayorías es uno de los grandes retos que tenemos para trascender al
hombre nuevo.
Chávez el visionario, nos dejó en su código de conducta una inagotable
fuente de razones y fuerza para cumplir la tarea.
El imperio y sus lacayos nos atacan por donde menos lo esperamos, de
allí el mandato de nuestro comandante Supremo.
