El reciente acuerdo de cooperación político-militar entre Colombia, la OTAN y EE.UU constituye una Guerra no declarada contra América Latina y Venezuela desde ese pais.
El caso particular de Venezuela es procupante, el uso de las 7 bases colombianas por militares estadounidenses y por aviones de guerra comprados por la oposición terrorista venezolana, establece un enclave similar a los emplazados por EEUU en Vietnan del Sur, Corea del Sur, Turquia, Arabia Saudita y Chipre antes de iniciar las guerras en Corea, Vietnan, Irak, Afganistan y Libia. Ahora tanto la tecnología y el armamento que están trasladando a estas bases en Colombia les permite cubrir cualquier acción bélica en toda Suramérica y el Caribe. Lo malo es que el oposicionismo recalcitrante venezolano los secunda, sin darse cuenta que un ataque enemigo no va a discriminar quien está del lado de ellos, las bombas gringas van a caer igualito sobre el Country Club, Altamira o La Lagunita.
Esta Guerra tambien se manifiesta mediante el constante ingreso de paramilitares a Venezuela, el cual no solo es permitido por la autoridades de Colombia, también son financiados por "ciertas" autoridades colombianas. Recordemos los paramilitares capturados en la finca Daktari del municipio el Hatillo y los asentamientos paramilitares en la frontera para proteger sus negocios lucrativos, como son el narcotráfico y el contrabando de extracción de combustible y alimentos. Por ello resulta difícil creer en la sinceridad colombiana en las reuniones de alto nivel, supuestamente para combatir el delito en la frontera, porque resulta evidente que sus intereses económicos se verian afectados seriamente con una represión, al menos del lado colombiano, al contrabando.
LLama también la atención el ingreso de paramilitares al país, promovido por Colombia en conchupancia con el oposicionismo venezolano, lo cual tiene mucho que ver con la inseguridad reinante, especialmente en los centros urbanos de gran densidad, con el evidente objetivo de provocar desestabilización, si efectivamente cristalizan sus planes de asesinatos a personajes tanto del alto gobierno como de la oposición.
Los últimos asesinatos ocurridos en urbanizaciones caraqueñas nunca antes se habían visto en Venezuela, tienen características claras de sicariato. Son homicidios crueles, sanguinarios que todos los organismos de seguridad del estado deben enfrentar con fuerza. Uno de ellos ocurrido en un barrio de Caracas provocó indignación de los vecinos por cuanto los sicarios estuvieron jugando football con la cabeza del occiso, sin duda algo digno de Ripley.
Lo último: el financiamiento para fundar empresas privadas de Vigilancia que "cuidan" las urbanizaciones mas lujosas de las grandes ciudades venezolanas con paramilitares muy bien "seleccionados". Solo haria falta que las autoridades venezolanas investiguen a todas esas empresas y además se den un paseo de inteligencia por la isla de Margarita: Porlamar y Pampatar (Urb Paraiso), o el complejo turistico El Morro en Anzoategui, algunas urbanizaciones de Maracaibo, San Cristóbal... y las de Caracas.
Esto pudiera explicar la nueva modalidad de la delincuencia organizada desde Colombia, que consiste en penetrar en las viviendas en grupos comandos para robar y matar con ensañamiento a sus ocupantes. No se salvan ni ricos ni pobres. Ello sin duda exacerba el ánimo de la población. Insisto, eso mismo se hizo en Nicaragua en los 80 para desanimar al pueblo contra la gestion sandinista..... ¡Y lo lograron! Así que... ¡Guerra avisada no mata soldado!
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(*) Trabajador Jubilado del mppcti