Elegir un alcalde o un cuerpo edilicio va más allá del interés de un partido o alianza electoral. Más aún, cuando revisamos las gestiones y nos damos cuenta del desdén y el pataerrolismo con que actúan algunos representantes del pueblo, uno termina sacando conclusiones: Elegimos bien o pedimos la eliminación de tales instituciones. Claro, esto no parece ser tan fácil para el elector que está supeditado (o condenado) a las propuestas partidistas. Lamentablemente, hasta ahora hemos actuado simplemente como electores. Entregamos un poder, un cheque al portador. Después los perdemos de vista y muchos de ellos juegan al escondite. ¡Qué malo!
En buena medida, a propósito de las elecciones municipales del 8-D, estamos en presencia de un reparto de regiones, estados, municipios, parroquias y hasta personal. Los cogollos y macollas se resisten al exterminio. Se trata de una torta que los factores políticos lamentablemente se reparten en base a la incondicionalidad, y también en base a un supuesto “equilibrio interno”. El resultado no puede ser el mejor porque tal “metodología” termina sustituyendo o relegando principios básicos de la democracia interna y, lo que es peor, los liderazgos naturales continúan ninguneados o invisibilizados.
Lo dicho anteriormente es posible que no tenga un receptor capaz de hacer la reflexión y la respuesta sea seguir haciéndonos los locos ante pésimos métodos de escogencia de la representación popular y pretender, como se hace, sustituir la estructura política y social por cogollos y por el dedo que suele estar prejuiciado.
Bien, ¿nos atrevemos a hacer algunas reflexiones acerca de la experiencia vivida en estos días a propósito de la selección de alcaldes y concejales? ¿Nos atrevemos a poner en la balanza la marcada tendencia a escoger candidatos en base al oportunismo y ficción del “marketing” que se impone ante el tesón, entrega y el trabajo popular de quienes a diario, por años y décadas son fieles a sus comunidades y sólo sirven como busca-votos?
Si las reflexiones anteriores retratan algún parecido con la direccionalidad de la dirigencia de la Revolución Bolivariana, estamos a tiempo de corregir. Si olímpicamente afirmamos que eso es lo que se hacía en la cuarta república y hoy es la práctica de la derecha, no está mal que meditemos.
PD. Aquí en el Municipio Sucre, del estado Sucre, apostamos a la reivindicación de Cumaná y su entorno con la candidatura unitaria de DAVID VELASQUEZ, un dirigente joven comprometido y exitoso en las responsabilidades como ministro del área social y canciller.