Mientras rigió el patrón oro y el basado en otros metales preciosos se dio
la más perfecta gradación y correlación entre el peso de las monedas-valor
real-y su valor nominal. Las monedas fraccionarias de marras se elaboraban
con metal vil o calderilla que es una moneda de bajo poder adquisitivo y
como tal es susceptible de romper aquella armonía entre el metal empleado en
la fabricación de las monedas y su peso, ya que las fracciones de cada
unidad monetaria nacional, por ejemplo, sus centésimas partes-centavo-, las
"ochavas" o lochas venezolanas, etc., no podrían respetarla ya que su peso
metálico forzaría la acuñación de monedas preciosas muy pequeñas de difícil
manipulación. Tal es el caso del actual cono monetario venezolano[i].
Tenemos un antecedente de calderilla que alimentó la inflación. Fue durante
el régimen de Rafael Caldera. Este introdujo la moneda niquelada de 10
centavos o 10 céntimos de bolívar, lo que indujo a fabricantes y
comerciantes al redondeo por exceso en los costes medios cada vez que
aparecían valores fraccionarios superiores a 10 céntimos de Bs. sin llegar
a Bs. 0,15. Esto suponía un alza general de esos costes del orden de 20%
de la "locha de marras"
Hoy es muy difícil hallar fabricantes y comerciantes que suban precios
justificados, cada vez que ellos supongan, por ejemplo, un incremento que
involucre la calderilla. Ipso facto o por defecto, el comerciante redondea a
hacia un precio cuyo monto se exprese en monedas de fácil manipulación y
tenencia.
Como sabemos, las monedas calderillas o fraccionarias tienen la
particularidad de representar en sí mismas un freno a la circulación,
reducen su velocidad. De allí que la Economía del país, a través de su banco
central debe acuñar monedillas de fácil contaje, habida cuenta de que estas
monedas son es de uso popular y circularían masivamente entre consumidores y
comerciantes de las escalas medias e inferiores.
Con este cono, buena parte de la oferta se estanca porque sencillamente ni
el vendedor ni el comprador suelen cargar "sencillo" metálico, y en caso de
que la banca privada dispusiera de esa calderilla y en abundancia, no
obstante, ninguno la tolera por su pequeñez. Este cono monetario debería ser
reformado, particularmente en estos días de inflación desatada,
independientemente de sus motivaciones políticas.
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[i] "Piensa mal, y acertarás", dice un viejo proverbio. Es lamentable
suponer que el ex presidente del Banco Central de Venezuela, bajo cuya
responsabilidad estuvo la acuñación de la monedas y billetes que actualmente
circulan en Venezuela, pudo haber sido burlado en su buena fe al confiar el
diseño de la calderilla correspondiente a gente interesada en el fracaso
financiero del gobierno chavista. Pudo haberse tratado de un diseño tan
disfuncional monetariamente que daría pie-como lo sigue haciendo-a críticas
negativas sobre moneditas como esa de Bs.F. 0,01; Bs.F. 0,05; y hasta Bs.F.
0,10. Como sabemos, estas monedas han terminado en la calle, arrojadas con
el mayor y hasta justificado desprecio de parte de sus tenedores, todo lo
cual tipificaría una clara manifestación de malversación de fondos públicos.