No fue así. El desastre que se veía venir finalmente estalló, y la feria se caracterizó por una sola cosa: colas interminables por todos lados.
Este sábado fui al evento con mi novia y su hermana. La entrada de por sí requirió de una larga cola de una hora: empezamos a hacerla a las 11.10 am y logramos entrar a las 12.15 pm. La cola de gente comenzaba casi en el distribuidor El Cafetal, rodeaba el Cubo Negro por sus cuatro costados y terminaba en la entrada de La Carlota que quedaba detrás del CCCT.
La cola fue aún mayor en la tarde y en la noche impidieron la entrada a muchos. No sabemos exactamente qué pasó, pero cuando salimos a las 9.15 pm, un cordón de la Guardia Nacional con escudos antimontines protegía la entrada al evento y había basura por todos lados.
A las 2.20 pm, luego de dos horas de cola bajo sendo sol, logramos entrar al pabellón internacional, uno de los cuatro abiertos al público. No voy a quitarle méritos a ese pabellón, sin duda que tenía cosas muy interesantes, pero en menos de una hora habíamos terminado de recorrerlo, y eso que nos detuvimos, charlamos con la gente, pedimos información y sacamos fotos.
Luego de comernos algo, a las 3.45 pm estabamos haciendo cola en el pabellón nacional. Yo lo había visto el jueves y quería que mi novia y su hermana lo vieran. Ellas por su cuenta habían recibido referencias de que era el mejor de todos, así que empezamos a hacer la cola. En ese momento no sabía que un amigo que llegó a las once había tardado cinco horas en entrar a ese pabellón, y por cierto, fue el único que él logró ver en todo el día.
Pasó el tiempo bajo un fuerte sol, viendo parapentes, ícaros volando, gente lanzándose en benji desde una grúa, chamos haciendo skate en una U y algunas personas haciendo otra larga cola para probar el muro de escalada, hasta que se nos hizo las 6.30 pm. La cola ya no se movía, en casi tres horas de cola habíamos recorrido apenas la mitad del trayecto... y mediante los altavoces se decía que los pabellones cerrarían a las siete, así que me acerqué a la entrada para ver qué pasaba y percatarme de lo peor: el pabellón ya había cerrado.
Una parte de la cola de cientos de personas, a quienes se les cerró en sus caras el acceso a un pabellón luego de tres horas de cola
Otra parte de la cola
Manifestantes en contra de funcionarios ineptos
La gente se dividió en dos: aquellos que se marcharon indignados y aquellos que se quedaron a manifestar. Muchos habían llegado a las 2 pm, habían pasado toda la tarde bajo el sol abrazador y no habían podido entrar ni siquiera a un sólo pabellón. Y no estoy hablando de sifrinos clase media como yo: la mayoría de los que se quedaron protestando eran gente humilde, que claramente venían de alguna barriada caraqueña.
Y ahora vienen a decirles que todo su esfuerzo no valió la pena y que tenían que irse sin ver ni siquiera un pabellón. ¿Qué tal?
La gente estaba indignada y durante más de una hora cantaron consignas. "¡Queremos entrar!", "Esto es una burla", "Llamen a la prensa, Llamen a la prensa", "¡puerta, puerta!", "pago impuestos" y "el pueblo, arrecho, reclama sus derechos" decían mientras que los empleados del Fitcar intentaban convencerlos de irse. Grabé algo con mi celular y se los dejé en http://lubrio.castpost.com:
De la prensa, sólo había una camionetica de RNV, pero ningún periodista se acercó a ver qué pasaba.
Y los manifestantes fueron duros: una señora decía que estaba indignada, que los organizadores estuvieron comoditos en el Teresa Carreño sacándose fotos con Chávez y que hicieron la feria para que la vieran los gringos y los extranjeros, pero que al pueblo lo dejaban a las buenas de Dios. Otro señor les reclamaba por la variedad de excusas que daban los organizadores: primero dijeron que el pabellón se cerró porque los expositores se estaban yendo, y luego dijeron que había un problema en la estructura del pabellón y que Protección Civil les había pedido cerrar.
Pasó el tiempo y los empleados del Fitcar, temerosos de que el problema se les fuera de las manos, llamaron a efectivos del Ejército para que los ayudaran. Éstos fueron amables, conversaban con la gente, se calaban con paciencia sus reclamos y poco a poco les hicieron entender que no podían pasar porque adentro solo quedaban stands vacíos.
A pesar de que los cuatro pabellones cerraron a las seis, sin embargo las churuatas donde los indígenas vendían artesanías continuaban abiertas a las 9 de la noche, cuando nos fuimos, al igual que la feria de comida.
También hubo un concierto de cierre con Francisco Pacheco (lo ví casi todo) y luego venía Guaco (no lo vi, no sé que tal estuvo). Interesantes las palabras del ministro de Turismo, William Castro Soteldo, previas al concierto. El ministro calificó al evento como un "éxito" orgulloso de las cifras de 130 mil personas diarias que asistieron al Fitcar. No hubo ninguna disculpa por todas las molestias y pesares que hicieron sufrir a la gente. Simplemente los borregos fuimos masivamente y al hacerlo transformamos al evento en "un éxito" sin importar la calidad de la experiencia vivida por los participantes.
¿Fue el evento "un éxito"?
- La gente pasó mucho más tiempo en las colas que disfrutando del evento como tal.
- Cientos de personas que querían ir simplemente se devolvieron
y se fueron cuando vieron las largas colas o lo trancada y
congestionada que estaba la zona los días jueves y viernes.
- La
gran mayoría de las personas que fueron sólo pudieron visitar un
pabellón, o máximo dos de los cuatro existentes, lo cual significa que
se perdió la inversión de los expositores, que no pudieron alcanzar a
su público objetivo.
- La publicidad multimillonaria
invertida en el evento también se perdió porque, si bien logró convocar
a cientos de miles de personas, no se logró que ellas llegaran a los
stands.
- Mucha gente se fue molesta, asegurando que
el evento como tal no respetó al público al forzarlos a sufrir tanto
para tener un pequeño espacio de entretenimiento.
- Los
pabellones de servicios (con los entes, ministerios y organismos del
Estado) y de moda (con tiendas de ropa) eran los menos visitados. Se
supone que la gente no tenía intenciones de visitar tiendas que pueden
conocer en el Centro Sambil, y de los ministerios, pues... sin
comentarios.
- Una de las principales fallas del evento fue la hora de cierre de los pabellones:
las seis de la tarde. Mucha gente salía de su trabajo a las 5 de la
tarde el jueves y viernes, ingresaban al evento pero encontraban los
pabellones cerrados, por lo que decidieron regresar el sábado. Si los
pabellones hubieran trabajado esos días hasta las nueve o diez de la
noche (como se hace en casi toda exposición), esto no hubiera ocurrido.
- El cerrar pabellones con cientos de personas en las colas es claramente una falta de respeto absurda
y que claramente influye en toda la imagen no sólo del Ministerio del
Turismo, sino del gobierno bolivariano, además de ser una situación
casi incendiaria.
- Los escuálidos no necesitaron sabotear el evento; éste ya estaba saboteado "desde adentro".