Visite un centro comercial, escoja, por ejemplo, el sector de zapaterías y en este verá usted la más absoluta tiranía y antisocialidad entre los dueños de esos expendios zapateriles.
El dueño y gerente de la zapatería A, pongamos por caso, odia-literalmente-a sus competidores y vecinitos del sector, de la cuadra, del mall, del centro comercial correspondiente a ese ramo. Sus tratos entre sí son rigurosamente hipócritas, sin mediar parentescos familiares, inclusive. Cada uno reza todas las noches para que sea él quien venda más y hasta para que el resto de esos competidores vayan a la ruina, no vendan suficiente, y opten por irse con su música a otra parte.
En los centros fabriles, donde se crea las mercancías o la materia prima de los comerciantes, allí no reina una comunidad de trabajadores. Cada uno anda por su lado, en su oficio, en su tarea, con sus personales obligaciones a cuestas. Que la suma de esos aportes individuales dé como resultado una mercancíacoproducida no suponepara nada que ese trabajo cooperativo sea de quipo,por organizado que se halle, ni sea una mancomunión de personas, sino de asalariados, sólo que estos ya no son personas, sino capital. Su armonía es estrictamente técnica so pena de sanciones que podrían llegar al despido. Su sincronización laboral se asimila perfectamente a la que guardan muchos animales en un mismo corral, redil o potrero[2].
Los comerciantes son simples portadores de unas mercancías que con su trueque o intercambio nos revela que la producción debienes es social, pero los trabajadores creadores de esas mercancías, fuera de las fábricas, no terminan visibilizando su coparticipación. El intercambio de mercancías recoge la división del trabajo y su carácter social. El dinero se encarga de su encarnación, y de allí que el capital termine aprovechando para sí toda la riqueza que les perteneces a otros porque, ya está demostrado que, en lugar de que el trabajador reclame la plusvalía que deja fábrica a adentro, el capitalista debería justificar el origen de su riqueza totalmente incompatible con su ocio.
Dentro del proletariado tampoco hay sociabilidad, cada uno anda por su lado. Se saludan, invitan y son invitados a fiestas donde dan la mejor rienda suelta a expresiones cargadas de hipocresía, cada uno tratando de aparentar que es menos pobre que los demás, o más ricos que muchos. Así, cuando dan los pésames funerarios, aprovechan para su derroche de lujo-aunque sea costeado a crédito leonino-y para saludar a los parientes con años de no tener con ellos trato alguno, cosas así.
Corolario: Sólo la vida comunal garantiza la socialidad que caracteriza a la humanidad y que se ha visto suspendida por el régimen burgués.Lo ha hecho en sus orígenes formacionales, y lo garantizará en un futuro que desde ahora da asomos de instalarse como prolegómenos de la historia de la humanidad, a manera de salto desde su prehistoria que hasta ahora se ha escrito.
[1] Según estudios antropológicos, los primeros pasos de las formaciones sociales se dieron en comunidades primitivas. Con el comercio de trueque se inició la división social que inauguró la propiedad privada sobre bienes de trabajo que hasta entonces eran de propiedad colectiva o comunitaria.
[2] La banca es también un comerciante que compra y vende la mercancía llamada dinero, como lo es la fuerza de trabajo. Esta es vendida por el trabajador en lugar de cederla a la comunidad donde vive, de donde viene y a la que pertenece porque, no tan sencillamente, el proletario trabaja para vivirobjetivo subhumano-0yno vive para el trabajo, un objetivohumano que sólo lo inspira y viabiliza la sociedad comunal.
22/08/2013 07:48 p.m.