Insistimos sobre el tema de la unidad, esa niña de los ojos de todos los procesos liberadores y, por supuesto, de Bolívar y Chávez. Y aunque viene ahora a propósito de las elecciones de diciembre, su filo, valga la redundancia, apunta mucho más allá, hacia todas las victorias estratégicas de nuestra marcha de pueblo. Creo necesario repetir que la unidad es una necesidad vital para el proceso revolucionario.
Vital para defenderlo, para consolidar lo ganado, para avanzar hacia nuevas conquistas populares, hacia el desarrollo del Estado democrático y social de derecho y de justicia, hacia las auroras socialistas planteadas y con camino andado que no se puede torcer.
Vital para mantener incólume y acorazado su carácter pacífico y democrático, que el enemigo busca siempre furiosamente romper pues reconoce en él un formidable escudo legitimador.
Vital para superar los conocidos problemas que se confrontan en las áreas de la acción gubernamental y la dirección política, y para derrotar la corrupción y el burocratismo de viejo y de nuevo cuños, así como el reformismo y el quintacolumnismo.
Vital para hacer cada vez más efectiva la inclusión de los excluidos, la articulación, organización y concienciación del pueblo como nuevo bloque de poder revolucionario, constituido por los estamentos sociales fundamentales en sus expresiones civiles y militares, seglares y eclesiásticas: obreros, campesinos, capas medias, personas en condición de subempleo y desempleo, empresarios nacional y socialmente motivados. La esencia revolucionaria del proceso reside en la creciente capacidad de participación protagónica del pueblo, organizado y consciente de las tareas históricas a cumplir.
Vital por la magnitud de las fuerzas que enfrentamos: el bloque de poder tradicional, que con la capacidad alienante de sus medios ha logrado captar a un sector popular importante y no vacila en recurrir al fascismo, y el hegemón imperial, que diseña, dirige y financia en gran medida la conspiración desestabilizadora permanente y los recurrentes intentos de dar violentamente al traste con la revolución y las esperanzas de liberación de nuestro pueblo.
Vital, en fin, para potenciar la política que busca desligar del fascismo a la porción democrática que se supone existe en la oposición y tender puentes hacia el sector popular alienado, cuyos intereses sociales son afines a los del proyecto bolivariano y no a los del bloque sociopolítico históricamente dominante.
La unidad, en las condiciones de la Revolución Bolivariana, se configura como unidad general del pueblo, cuya consolidación exige: unidad consciente de la clase obrera, unidad civil-militar, unidad del movimiento popular, unidad de la dirección revolucionaria y unidad de todos con el nuevo líder del proceso.
a) La unidad general del pueblo ha tenido avances impresionantes gracias a la acción magistral del presidente Chávez; pero requiere desarrollar sus articulaciones internas y profundizar su concienciación política, y presenta la debilidad inherente a una clase obrera que sigue desunida y con insuficiente nivel de conciencia.
b) La unidad civil-militar se consolida gracias a los lazos que se han venido estableciendo entre Pueblo y Fuerza Armada.
c) La unidad del movimiento popular (el conjunto de quienes luchan día a día por los objetivos del pueblo) es tarea que no ha podido resolverse a cabalidad y cuya necesidad es cada vez más imperiosa, pues le corresponde el papel de vanguardia organizada para coadyuvar a la unidad de la clase obrera, la unidad general, la unidad civil-militar y un desarrollo crecientemente fluido del liderazgo, en función del logro de los objetivos revolucionarios.
d) La unidad de la dirección revolucionaria es el presupuesto de la unidad del movimiento popular, es una tarea de gran necesidad en función de construir la vanguardia de nuevo tipo que se necesita. Una dirección unitaria, unificadora, democrático-participativa, orgánica y coherente, que viene construyéndose y tendrá que construirse al calor de los conflictos sociales.
e) Sólo la unidad puede asegurar la victoria del pueblo.